El centro de Valladolid registra el mayor aumento de casos de Diógenes

Un ejemplo son los 12 casos de seguimiento que mantuvieron activos hace cuatro años los Equipos de Promoción de la Autonomía Personal (Epap) del consistorio, a los que se suman 13 en 2022; tres más en 2023 hasta atender a 16 personas en 2023 y un total de 20 en el último año. «En lo que llevamos de año llevamos cinco nuevos casos detectados«, cuenta Laura Galindo, trabajadora social de estos equipos.

Los casos se reparten por toda la ciudad aunque llama especialmente la atención que el mayor aumento se haya detectado en los últimos años en vecinos que residen en la zona centro de Valladolid, que ha pasado del seguimiento de dos casos en 2021 a un total de 6 en 2024. La segunda zona en la que la tendencia se mantiene al alza en la detección de casos es la que abarca La Rondilla, Vadillos, Pilarica y Barrios España donde aumentaron de 2 casos a seguir un total de 5. En el caso del área que abarca barrios como La Victoria, Huerta del Rey, Arturo Eyries o Parquesol los casos se han mantenido en número con 7 en ambos periodos. Entre los vecinos de Delicias, Pajarillos y Las Flores tampoco ha habido variación pasando de 1 a 2 casos.

Puede afectar a cualquiera. Desde el Epap han tratado a personas jóvenes, también ancianos o casos como el de una mujer que «vivía en un piso donde físicamente parecía imposible habitarlo o simplemente moverse por la cantidad de enseres acumulados. Decenas de muebles, tres lavadoras, cinco frigoríficos, kilos y kilos de ropa, montañas de libros... Absolutamente de todo», explica.

Es el de Diógenes un trastorno «muy complejo a la hora de intervenir», una problemática sensible de la que apenas se habla, que se oculta tras la puerta hasta que la presencia de insectos, roedores y el hedor se vuelven tan insoportables que condicionan la convivencia para el resto de vecinos. Aunque llevan controlados cinco casos este 2025 esperan bastantes más y aclaran que no son los únicos que trabajan en estos casos, ya que muchas situaciones son atendidas por los Centros de Acción Social de Valladolid. «Hay cada vez más porque a nivel social, profesional, sanitario o policial se tiene más conciencia y conocimiento de estas causas, lo que hace más fácil detectarlas», advierte Galindo, quien forma parte de un equipo municipal de tres psicólogos y cinco trabajadores sociales.

Por zonas,

Más allá de la posterior acumulación masiva de enseres y basura, estas personas cuentan con unos rasgos psicológicos comunes que comienzan a dar la cara cuando se inicia un abandono personal de la higiene, del autocuidado en la salud, de la alimentación y, posteriormente, del entorno en el que habitan. «Hay veces en las que incluso llegan a carecer de suministros básicos en la vivienda», expone Galindo, quien perfila a estas personas como «incapaces de reconocer el problema». Hablan desde el Epap de un seguimiento de los casos «extremadamente complicado», pues solo el hecho de que abran la puerta para hablar puede suponer semanas e incluso meses. Hay casos que se mantienen activos durante más de dos años para lograr algún pequeño avance.

Las personas que padecen Síndrome de Diógenes se sienten agobiadas e invadidas con mucha rapidez por lo que evitan el contacto social por todos los medios. «Hay veces que ni la propia familia es consciente de cómo viven» y muchos se recluyen de forma voluntaria dentro de la vivienda, donde se producen esas actitudes obsesivas relacionadas con la acumulación. «Es una cuestión de alteración de apego a los objetos o a la basura», explica Galindo, quien describe que los comportamientos huraños y hostiles hacia los vecinos por sentirse juzgados son comunes en todos los casos, dificultando más aún la comunicación. La persona no colabora y rechazan todo tipo de ayuda porque niegan el problema, para ellos no existe conflicto, aunque convivan con toneladas de objetos y basura.

En Valladolid prevalecen de forma mayoritaria estos casos en hombres solteros con tendencia a la soledad y con una media de edad entre los 50 y los 70 años. «Muchos de ellos no tienen antecedentes de salud mental ni vienen de familias desestructuradas o en exclusión y en algunos casos incluso disponen de patrimonio y grandes cantidades de dinero», aclara Galindo.

Tras la identificación, el desalojo y la posterior limpieza es el último paso de un largo proceso en el que la mayoría de los casos intervienen tanto Ayuntamiento como servicios de emergencias y policía. «Accedemos en la mayoría de ocasiones por orden judicial y tratamos de intervenir de la forma más delicada posible porque les resulta muy traumático abandonar la vivienda». Intentan convencerles de que se sometan a un chequeo médico y pese a que el Ayuntamiento no dispone de centros municipales residenciales para ellos sí existe la alternativa de albergue o pensión. «Al menos durante los días que dure la limpieza de su domicilio, aunque si son casos de falta de autonomía se abre un expediente para solicitar el ingreso en residencias o centros», apunta la trabajadora social. Una vez que se termina esta intervención el seguimiento se hace semanal para evitar que la persona vuelva a recaer en la acumulación compulsiva, «que suele ser lo que sucede en la mayoría de los casos»

En el momento de limpiar todo aquello que han acumulado durante años, empresas especializadas acuden para tratar de devolver la normalidad a las viviendas y, por ende, a la vida en comunidad. Ellos son un buen termómetro para detectar la presencia de estos trastornos, ya que son requeridos en la mayoría de los casos. Una de esas empresas ubicada en Valladolid desde hace diez años asegura que «cada vez hay más casos en toda España, también aquí». Tienen claro que los casos seguirán aumentando conforme pase el tiempo, por dos motivos principales, el consumismo feroz que conduce a la acumulación de objetos sin sentido y la soledad cada vez más presente», argumentan desde esta empresa que prefiere no revelar su nombre por «privacidad hacia sus clientes«.

«Ahora nos consta que hay repartidas por Valladolid decenas de viviendas donde viven personas con Diógenes», dice uno de los trabajadores. A principios de año intervino en un piso de 4 de marzo. «Estuvimos casi dos meses hasta que logramos vaciar, desinfectar y reformar la vivienda de una persona de unos 60 años. Seguramente recaerá», admite el trabajador, quien conoce la evolución que tiene este trastorno.

El primer paso es despejar la vivienda de basura, porque a veces hay tal acumulación que es casi imposible moverse por el interior. Una vez metidos los enseres, objetos y basura en bolsas, se llevan a una zona habilitada de la que dispone la propia empresa para entonces sí, proceder a la clasificación de los mismos. Tras tener, en muchas ocasiones, toneladas de enseres y basura ya clasificados y pertinentemente separados se encargan empresa de gestión de residuos que serán los encargados de depositar cada una de las cargas donde corresponde.

«No hay discriminación por zonas y son solo un ejemplo barrios como La Rondilla, Batallas, Pajarillos o Vadillos…», comentan desde la empresa, que pide «más facilidades por parte del Ayuntamiento para el tratamiento y la gestión de los residuos que recogen de las viviendas afectadas por Diógenes».

De media el coste supera los 3.500 euros por intervención. «Son muchas las cosas que no se ven en este tipo de trabajos. El personal necesario -a veces ha sido tal la acumulación que hemos tenido que ampliar la plantilla durante más de una semana- la desinfección o gestión de plagas que se hayan podido generar, y la reparación de desperfectos en suelos, paredes o instalación eléctrica», finalizan.