La calidad del aire mejora en Valladolid, pero tiene un punto negro
La estación medidora junto a Arco de Ladrillo rebasó en 2024 los nuevos límites a los que obligará la Unión Europea
«Desde 2020, hay una mejora significativa de la calidad del aire en España… y también en Valladolid», asegura Miguel Ángel Ceballos, presidente de Ecologistas ... en Acción, entidad que este lunes ha presentado en Madrid un informe que concluye que, pese a todo, dos de cada tres ciudadanos españoles respiraron durante el año pasado aire contaminado por encima de los nuevos límites legales fijados por la Unión Europea. Y esa barrera también se superó, a lo largo de 2024, en Valladolid. Concretamente, en el entorno de Arco de Ladrillo. Allí, en esa vía sometida durante meses a obras y por la que circulan 40.000 vehículos diarios (como dijo el Ayuntamiento al presentar la «intervención de emergencia» en el viaducto), se encuentra el punto más conflictivo, de acuerdo con los datos que arrojan las once estaciones medidoras repartidas por la ciudad.
La media anual de dióxido de nitrógeno (el contaminante «más vinculado con los tubos de escape del automóvil») se situó en 21 microgramos por metro cúbico. Este valor está por debajo de lo que exige la normativa actualmente en vigor (40 microgramos). Sin embargo, una directiva de la Unión Europea (aprobada el pasado mes de octubre) rebaja esos niveles máximos permitidos a la mitad. O sea, a 20 microgramos. Es decir, que esos 21 de Arco de Ladrillo están por encima de la barrera que dentro de muy poco exigirá la Unión Europea. ¿Cuándo? El horizonte está fijado en el año 2030, pero Ceballos calcula que España comenzará a trasponer la directiva a finales de este año o principios del que viene para que ese nuevo límite entre en vigor.
En todo caso, esa barrera de 20 microgramos se aúpa por encima de los 10 que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Y si se hace caso a los niveles de la OMS, estos se superan no solo en Arco de Ladrillo, sino también en el resto de las estaciones medidoras de la red municipal, ubicadas en Vega Sicilia (con valores de 14 microgramos), puente del Poniente (14), La Rubia (18), la zona sur (12) y un punto móvil ubicado el año pasado en La Rondilla (16). También por encima de ese límite de la OMS estuvo la estación que Energyworks tiene en el paseo del Cauce (12) y las de Renault en Motores (justo en el límite de 20 que establece la UE) y Carrocerías (11). Solo dos de las once estaciones medidoras de la ciudad se situaron por debajo del umbral fijado por la OMS (la de Fuente Berrocal y Renault informática).
Los contaminantes
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Dióxido de nitrógeno. La normativa actual fija la media máxima anual en 40 microgramos por metro cúbico. Será de 20 con la nueva normativa y la OMS recomienda 10. El límite que regirá con la nueva norma se superó en 2024 en Arco de Ladrillo (21 microgramos) y se situó por encima de las recomendaciones de la OMS en el resto.
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Partículas. Se cumple la normativa actual y el nuevo límite que fijará la UE, pero se rebasan las recomendaciones de la OMS, con una media anual de 15 para la PM10 y de 5 para la PM2,5. Los peores datos se anotaron en la unidad móvil de La Rondilla, con 20 microgramos (el límite de la nueva normativa).
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Ozono. En ninguna estación se rebasa el máximo establecido por la normativa actual. Los niveles más altos están en la estación medidora de Renault.
En todo caso, Ceballos recuerda que Valladolid no cumple con un principio básico a la hora de ubicar estas estaciones de medición (se refiere a las que dependen del Ayuntamiento). Estas deben situarse «en grandes avenidas con tráfico», ya que es donde se registrarían los valores extremos y más complicados. Por ejemplo, la avenida de Salamanca, el paseo de Zorrilla. De nada sirve colocarlas en puntos más benignos, con menos tráfico y en los que, por lo tanto, se maquillan los resultados. Así que, con los datos disponibles (y a partir de las ubicaciones actuales), Valladolid vive su peor zona de contaminación en Arco de Ladrillo, a partir de los datos en dióxido de nitrógeno.
Si la vista se dirige a otros contaminantes, como partículas (de 10 y 2,5 micras), los registros superan en todas las estaciones los límites recomendados por la OMS, aunque se sitúan por debajo de los que exigirá la nueva normativa de la UE. Y lo mismo ocurre con el ozono. En este último caso, los niveles registraron en 2024 un «significativo descenso» (de entre el 21% y el 54%), al igual que en el caso de dióxido de nitrógeno y partículas PM2,5. Subieron, en cambio, las de PM10. Y esto tiene su impacto en la salud, ya que los datos más recientes (de la Agencia Europea de Medio Ambiente, año 2022) establecen que la contaminación del aire aceleró la muerte de 257 personas en Valladolid, aquejadas por otras dolencias.
¿A qué se debe esta mejora en la calidad del aire? Este es un fenómeno general en España que se puede extrapolar a Valladolid. En primer lugar, «hay un cambio de patrón en el sistema energético», explica Ceballos, quien recuerda cómo durante los últimos años se han cerrado plantas de generación más contaminantes (como las cuatro de carbón que había en Castilla y León) para apostar por las renovables. «Más de la mitad de la energía procede de fuentes eólicas, solares e hidroeléctricas», apunta Ceballos. Y, al mismo tiempo, hay una progresiva renovación del parque automovilístico, que jubila vehículos contaminantes (con el diésel en cabeza) para incrementar el número de unidades empujadas por gasolina/híbridos y eléctricos. Y eso, influye.
El futuro, indican desde Ecologistas en Acción, pasa por «avanzar en políticas de movilidad alternativa, frente al uso masivo del automóvil privado. Y para eso, es necesario implantar una zona de bajas emisiones efectiva, ofrecer medios de transporte público eléctrico alternativos y potenciar la movilidad peatonal, en patinete y bicicleta». «No es nada nuevo a lo que llevamos diciendo desde hace años, pero hay que recordarlo cuando se adoptan medidas que van justo en la dirección contraria, como hemos visto con la eliminación de carriles bici y bus». Otras medidas pasan por mejorar el ahorro y la eficiencia energética o por «una generación eléctrica renovable ordenada».
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