Valladolid
Un bosque urbano sin pasos de cebra remata el entorno del Tierno Galván un mes después del inicio del cursoLa urbanización junto al colegio concluye a falta de pintar las marcas viales y adoquinar las plazas de aparcamiento junto al parque del Reloj
Sobre las aceras se ubican varios elementos de forma dispersa. Un singular mobiliario urbano con forma de roca y otras semiesferas cuyo fin último es ... el de sentarse, pero que también sirve para que jueguen los más pequeños. Están ubicados en el entorno del Tierno Galván, en Parquesol, y forman parte de las actuaciones para mejorar la seguridad en los entornos escolares de Valladolid. Es un bosque urbano que ya se ha rematado en la calle Manuel Silvela, un mes después de que empezara el curso escolar, y donde todavía falta por hacer una de las partes esenciales que regulan la circulación y la seguridad en las entradas y salidas de los colegios, los pasos de cebra.
El paseo por la calle echa en falta dos. Uno que atraviesa la calzada en el mismo sitio donde discurre el carril bici que secciona Parquesol hasta el parque de Los Almendros, donde ya existía uno todavía marcado por la presencia de una señal luminosa, y otro justo en el acceso principal del centro escolar, que no existía antes de la intervención. Ahora, hasta que no se pinte, tampoco existe, pero sí que se intuye su futura ubicación. Se adivina por la presencia de un rebaje antes inexistente en la entrada del colegio, donde la acera se ha ensanchado para alcanzar una amplitud de 9,20 metros a ambos lados de la carretera -solo consigue esta anchura en este punto-.
La intervención también ha reducido la anchura de la calzada para evitar altas velocidades y la doble fila
Es una de las diferencias más notables del antes y después de la intervención, donde también se han ampliado hasta los 3,30 metros el resto de los más de cien metros de acera que discurren por Manuel Silvela, en el lado del colegio. El caso es que un mes después del inicio de las clases en la ciudad, que comenzaron el 9 de septiembre, los alumnos y familias del centro todavía tienen que acceder sin que exista un paso de peatones que les dé prioridad a la entrada y salida de las clases. El más cercano se ubica unos metros más allá, en la confluencia de la calle con Hernando de Acuña, mientras que en el otro sentido se obliga a los peatones a llegar hasta la intersección con Amadeo Arias para poder cambiar de acera, previo paso por Juan Martínez Villergas.
De vuelta al entorno del colegio, también se ha reducido la anchura de la carretera, que se ha ajustado hasta los 3,50 metros para eliminar el «sobreancho» que existía en la calle y que permitía, entre otras cosas, el aparcamiento en doble fila sin entorpecer la circulación. Eso sí, la anchura de cada carril todavía no es visible pues, así como ocurre con los pasos de cebra, cuya presencia elimina una docena de plazas de aparcamiento, tampoco se ha procedido a pintar las marcas viales, ni las que limitan la vía ni las que establecen el sentido del tráfico. Junto a esto también faltan por adoquinar los estacionamientos del lado del parque del Reloj, donde todavía se eliminan una decena de plazas hasta que culmine la intervención.
Lo que sí se ha hecho ha sido fresar y asfaltar la calle, además de plantar la nueva vegetación, que se concreta en 1,20 metros de parterres que separan las aceras de la banda de aparcamiento. En total, toda la ampliación de las aceras supone un incremento de 405 metros cuadrados, incluyendo también las renovadas zonas verdes. También se observa el nuevo mobiliario, que se ha instalado donde se tendrán que pintar los pasos de peatones, y concretados en tres asientos con forma de roca, más otros bancos más tradicionales de color blanco, ubicados en el lado del parque del Reloj.
Entornos seguros
También está colocado uno de los elementos más llamativos, una especie de sarcófago, en forma de pentágono y de 1.760 kilos de peso, que se ha instalado en el lateral del colegio, en el otro parque que se desarrolla de forma paralela al carril bici. Aquí también hay tres de estas semiesferas, mientras que la mayoría del mobiliario que conforma este bosque urbano se encuentra en las inmediaciones del colegio. La actuación, no obsante, no está terminada, pues en el proyecto también se contempla intervenir en el entorno, en las calles paralelas como son Martínez Villergas y Mateo Seoane Sobral, con el objetivo de mejorar la visibilidad de los pasos de peatones.
La situación en Parquesol es algo similar a la que también viven los vecinos del Cuatro de Marzo, otro de los barrios donde se han realizado obras para la mejora de los entornos escolares. La actuación, junto al colegio Francisco de Quevedo, consistió también en la ampliación de las zonas peatonales y en la renovación de las aceras de brea por un firme adoquinado más transitable. Todavía persiste, eso sí, la falta de pasos de cebra en el entorno, como sucede en Parquesol. Se constata, no obstante, que hay voluntad de definirlos sobre el asfalto, ya que en los rebajes hay marcas de pintura blanca que indican 'no pintar' y las siglas 'PP', presumiblemente paso de peatones.
Junto con estas intervenciones también se han sumado en las últimas semanas la reordenación del tráfico en el entorno de la plaza de San Miguel, además de la peatonalización del entorno de San Juan, ambas finalizadas. Precisamente aquí ha arrancado en cierta forma el rescate del claustro del desaparecido convento de La Merced después de que el Ayuntamiento haya firmado el inicio de las obras para recuperar los arcos perdidos del siglo XVIII de una finca cerca de Simancas.
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