Blázquez:«Podremos salir de esta nube oscura si estamos unidos solidariamente»

Las referencias a este tiempo tan duro y lleno de temores, tanto para creyentes como para los que no lo son, marcaron ayer la homilía del cardenal arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez, durante la tradicional misa que presidió a mediodía en la Catedral para honrar a la Virgen de San Lorenzo, patrona de la ciudad. «La celebración del nacimiento de la Virgen María, nuestra patrona, nos trae mensajes de gozo, de esperanza, de renovación, de descanso de las fatigas, de fragilidad experimentada y reconocida, de confianza filial, que experimentamos en el calor del regazo y en el poder de los brazos de la madre, que nos cobijan», dijo monseñor Blázquez a los asistentes.

«Estamos en una situación penosa y larga, ya muy larga, esperamos que pronto termine, que limita nuestros movimientos, recorta la comunicación y también la participación, que oscurece de incertidumbres nuestro futuro. Necesitamos unir la esperanza alegre y la esperanza en las pruebas. ¡Hay futuro y nuevo comienzo!», añadió. Ricardo Blázquez recordó que todos los vallisoletanos deben sentirse incluidos en una celebración a la que, «por la historia, estamos todos invitados», en una jornada en la que «arraiga en todos el sentimiento de pertenencia».

Sin embargo, el oficiante insistió en las particularidades de este año, con «grandes limitaciones de participación ciudadana». Un tiempo de cuidado extremo en las «manifestaciones lúdicas, folclóricas o religiosas» en las que invitó a todos a que «la piedad cobre en intensidad personal lo que no puede tener en expresiones sociales».

También valoró la importancia simbólica de una fiesta como la de esta jornada que, litúrgicamente hablando, sería menor si se compara con la Asunción de la Virgen o con la Natividad. Pero «el corazón de los fieles tiene sus razones que no siempre podemos medir objetivamente», reflexionó el oficiante. Insistió ante los fieles (apenas 25 personas en la catedral, más seguidores a través de la transmisión de la misa por Internet) en valorar este tiempo lleno de dudas. «Comenzamos un nuevo curso escolar, académico, pastoral bajo la mirada maternal de la Virgen. Si este año es mayor nuestra inquietud, sea más honda nuestra piedad», les pidió.

Sobre las palabras de Blázquez planeó en todo momento la excepcionalidad de este tiempo. En varios pasajes, invitó a que esta fiesta muestre «una forma de solidaridad y nos invite a asumir otra».  Porque, apuntó, todos padecemos «confinamientos personales y sociales, interiores y exteriores». Como han repetido otros líderes sociales, políticos o religiosos, «no hay fronteras a la pandemia; es precisamente pandemia porque se extiende a toda la humanidad. Todos vamos en la misma barca. No hay privilegios de inmunidad absoluta. En esta crisis de inmensas dimensiones, todos somos solidarios de los mismos peligros».

En esa línea, invitó a encarar la pandemia desde la unión. «Podremos salir de esta nube oscura si estamos unidos, solidariamente, aportando fraternalmente nuestra colaboración. Cada uno, según las posibilidades y responsabilidad, prestemos nuestra cooperación, tanto frente a la quiebra de la salud como en la crisis económico y social que padecemos y que se manifestará con dura incidencia». Ricardo Blázquez cerró su homilía con un aliento de esperanza.

«De la pandemia saldremos diferentes y provocará muchos cambios; automáticamente no serán a mejor. Necesitamos unirnos en las pruebas, en las búsquedas, en los sacrificios. Unámonos en la autodefensa de la vida y la salud y también en la reconstrucción pendiente». «Tenemos que afrontar el futuro con humildad y concordia, porque sabemos ahora que somos más vulnerables, más dependientes de los demás».