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Joaquín Díaz, a su llegada a la librería Oletvm para presentar el libro.

Joaquín Díaz: «La solución no está fuera. Escaparás de la depresión si echas los problemas lejos»

El músico y etnógrafo presenta un libro en el que describe los tiempos de «melancolía involutiva» en la que estuvo años atrapado

Víctor Vela

Jueves, 9 de marzo 2017, 09:07

Hubo una época de días oscuros y noches como callejones en la que Joaquín Díaz soñaba de más con la casilla 58 del juego de la oca.

La de la calavera.

La de la muerte.

La del volver a empezar como si nada de lo vivido hubiera importado, como si todo hubiera sido mentira, espejismo, un borrón en la biografía. Como si nada valiera la pena ya porque no había meta futura ni posibilidad de ganar la partida. Fueron tiempos de un miedo brutal a caer en la casilla 58.

Fueron, recuerda hoy Joaquín Díaz, los años de la depresión, de la tristeza, de la «melancolía involutiva». Aquello pasó. Salió de la casilla del pozo. Tiró los dados, se repuso, avanzó en el tablero y llegó al final. «Todo se ve mejor y todo se minimiza cuando uno ya está en la casilla 63. Visto desde ahí, el pozo, la cárcel, la muerte dejan de ser preocupaciones. Son iconos de lo que pudimos no haber hecho, de los obstáculos que nos podían haber derribado o que al final hemos superado. Porque llegar al final es un éxito, una combinación de habilidad y suerte». Lo cuenta Joaquín Díaz en la librería Oletvm, abarrotada, atenta a las palabras del etnógrafo durante la presentación de Memorias de una depresión, un texto que tiene veinte años, prólogo de Andrés Amorós, y en el que el autor recuerda aquella etapa en la que hubo tantos sueños con el número 58 de la oca.

«Casi todos los expertos dicen que la depresión se produce por muchas circunstancias. Que hay personas que tienen cierta propensión, tendencia, que la genética lo favorece. Pero hay muchos otros elementos que ayudan a colocarte frente a la depresión en desventaja. Uno de ellos es la pérdida, claro. Puede ser una pérdida material, la de un puesto de trabajo, por ejemplo. Opuede ser la pérdida de una persona querida».

Cuenta Díaz que en su caso fueron dos orfandades acumuladas. Una más epidérmica. La muerte de Cecilia, la cantante. «Me supuso un cabreo no haber conseguido algo que pretendía.En aquel momento me alteró». Pero, sobre todo, la muerte de sus padres. «La última época de su vida estuve muy cerca de ellos.Reconozco que no fui un niño ejemplar, provocaba unas situaciones astutamente preparadas que a mis padres no les resultaban cómodas. Me fui de casa con 16 años. Abandoné la carrera. Esa infancia y juventud la tenía como una especie de carga emocional que no había solucionado. Los últimos años de su vida quise relacionarme más con ellos. Me acerqué mucho. Y su pérdida me afectó».

«Hay una forma de morir en vida antes de nuestra desaparición», explica Díaz, quien recuerda que no siempre los amigos ayudan con su presencia. «A veces los cuidados excesivos al depresivo le sobran. El venga, el anímate, el verás que vas a estar bien. Esos comentarios son espantosos. El problema de la depresión es que estás en otro mundo. Te metes en ti mismo. Y la salida de esa situación no te va a llegar desde fuera. Solo escaparás de la depresión si echas lejos tus problemas».

Joaquín Díaz lo consiguió a través de este libro. «Cada capítulo en el que escribía como me sentía era un escalón para avanzar un poco más», para salir de ese pozo que es también casilla de la oca. Junto a las pastillas, la lectura fue medicamento para huir de la oscuridad, de la tristeza perpetua.

«Sufrí la primera depresión hace cuarenta años, muy joven. Recuerdo que tenía una escopeta de caza que siempre estaba cargada. Del hundimiento de todo lo que te rodea cuando tienes veintipocos años se puede salir de muchas maneras. Afortunadamente, estoy aquí». El segundo periodo de depresión ocurrió hace veinte años.Fueron los tiempos del sueño con la casilla 58. Los días en los que escribió este libro que ahora vive una nueva edición y que su autor confía en que sirva de ayuda para personas que atraviesen lo que él ya pasó. «Ahora, cuando lees algo que te toca el espíritu puedes deprimirte. Pero si estás en el ambiente adecuado, si hay una puesta de sol que te inspira, entonces puedes elevarte para ver la vida de otra manera».

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