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Víctor Vela
Viernes, 20 de febrero 2015, 10:54
No es fácil aprender a respirar cuando acabas de cumplir 16 años. «Como el aire entra y sale por el mismo sitio, es una sensación extraña», explica Ana, una de los 58 alumnos del instituto José Jiménez Lozano (en Parquesol)que reciben clase de Física y Química debajo del agua, en una actividad pionera que utiliza el submarinismo como práctica para explicar el principio de Arquímedes (y la flotabilidad), la presión hidrostática, la refracción y la absorción de colores en el temario de óptica o la mezcla de gases. Ysí, hay que aprender a respirar con el equipo de buceo. «Como es siempre con la boca, al principio estás agobiado», reconoce David. «En la primera inmersión te ves un poco perdida apunta Lucía, otra de las estudiantes, pero una vez que te acostumbras, la sensación de libertad es enorme».
¿Ylos resultados?«Fantásticos», reconoce Manuel Sánchez, el profesor que ha puesto en marcha esta propuesta de innovación educativa, que ha pensado que quizá en bañador, con el traje de neopreno y rodeados de agua, la materia objeto de examen calará mejor en sus alumnos. Yparece que así es.
¿Cuántos de vosotros controlaban las unidades de presión?, pregunta Manuel.
Yla respuesta es abrumadora. Todos ellos han aprendido a la perfección lo de las atmósferas... porque la práctica les ha obligado a incorporar esta medida a su rutina. «No hay color. Delante de la pizarra hay cosas que no se ven, que no se sienten. Pero cuando esos conceptos se experimentan, cuando lo hacen en primera persona, la motivación es enorme», explica el docente.
Acaso el origen de todo esto se encuentre en una luna de miel, en el viaje de novios que Manuel (el profe)hizo a México. Allí recibió su bautismo subacuático y germinó una afición que ha recuperado hace un par de años.«Siempre me gustó el mar, pero vivir en el interior de Castilla no ayuda mucho». Hasta que se enteró de la actividad que realizan en Valladolid los veinte buceadores profesionales del Grupo de Salvamento y Rescate. De esto hace dos años y en este tiempo ha realizado más de 50 inmersiones.
«Buceando por facebook contacté con una buceadora noruega que además es profesora y ha escrito un libro sobre las ventajas del buceo en adolescentes», explica Sánchez. El resto vino rodado. Nada mejor que imbricar la afición con el trabajo.«Y vi las enormes ventajas que el submarinismo tendría para explicar buena parte de la asignatura de Física». Así que a principios de curso lanzó la propuesta a la dirección del centro y desde diciembre se ha puesto en marcha este proyecto educativo, voluntario y gratuito. Se han impartido cinco clases teóricas en el propio instituto y después, los sábados, en turnos, en la piscina del matadero, los chavales han practicado la inmersión. En total, se apuntaron 58 alumnos mayores de 16 años (Bachillerato y cuarto de Secundaria).
Algunos, como Diego, están exprimiendo al máximo la experiencia. Tiene claro que su futuro pasará por el Ejército y estas clases son un buen punto de partida. YElisa, Iván, Irene resaltan cómo determinados conceptos físicos (flotabilidad neutra, óptica geométrica...)se asimilan mejor «cuando lo puedes ver de cerca y experimentar». La dirección del centro destaca que este proyecto enlaza además con otras ramas, como la Educación Física o la enseñanza del inglés, ya que las vistas están puestas el próximo año en un viaje de estudios a Malta que permita a los estudiantes mejorar sus conocimientos de submarinismo, al tiempo que reciben más cursos y explicaciones en inglés. De momento, para esta primavera está prevista una inmersión en el mar, en Santander, con una visita al Museo Marítimo del Cantábrico.
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