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Mauricio Herrero lee sus poemas en la librería El Árbol de las Letras. :: A. QUINTERO
Mauricio Herrero Jiménez: «Lograr publicar antes me habría dado una voz más singular y propia»
CULTURA

Mauricio Herrero Jiménez: «Lograr publicar antes me habría dado una voz más singular y propia»

El autor medinense, accésit del Premio Gil de Biedma, leyó sus poemas en El Árbol de las Letras Mauricio Herrero Jiménez Poeta

A. CORBILLÓN

Jueves, 19 de enero 2012, 01:15

La joven ciega que inspiró a Mauricio Herrero 'La presencia invisible de la luz' ha descorrido también las cortinas de la invisibilidad editorial para este poeta vallisoletano (Medina del Campo, 1962), que ayer leyó parte de su obra poética en la librería El árbol de las Letras de Valladolid. Publicado por la editorial Visor, la obra de Herrero logró un accésit en la última edición del Premio Gil de Biedma, certamen poético a cuyo palmarés se ha asomado ya en tres ocasiones. El poeta desgranó, entre lectura y lectura, su universo literario, tan distinto de su trabajo como profesor en el departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social en la Universidad de Valladolid. Aquí sí que no tiene problemas para publicar numerosos trabajos de investigación sobre textos del medievo.

- ¿Dónde están los vasos comunicantes de su profesión y su creación poética?

-Son completamente diferentes y no tienen nada que ver. Me dedico al estudio y edición de documentos de época medieval y algunos modernos. Y uno, en sus ratos libres, escribe. ¿Por qué escribo?... No sé pero me sirve como un ejercicio de introspección para entender qué es el hombre, qué es el mundo, qué es Dios...

- El jurado del Gil de Biedma definió su obra como «intensa y exacta». ¿La concibe así?

-No sé si podría hacer crítica de mi propia obra. Es complicado. Pero si así lo vieron, puede ser en parte.

-¿Hay un cuerpo común, un nexo, en los 24 poemas de 'La presencia invisible de la luz'?

-A veces los libros surgen por impresiones. En mi caso fue la impresión que me produjo una joven ciega que paseaba un día de muchísima luz por la calle de las Angustias de Valladolid que me llevó a la pregunta de qué puede ser la sombra. Todos los poemas giran en torno a la luz. Trato de entender qué es no ver y, como se iba convirtiendo en un libro muy duro, hice el contrapunto con otra serie de poemas en los que la luz también es protagonista. La luz que yo he conocido: la de las mañanas de invierno en Castilla donde me crié o la del Mediterráneo de Valencia donde estudié. Y luego la luz reflejada en fachadas, cuadros, ciudades, un cuerpo desnudo... Esas son las dos partes.

- Ha sido un autor 'secreto', en el sentido de que no ha publicado hasta ahora. ¿Eso lima las urgencias y ayuda a reposar la obra poética o uno llega cuando tiene que llegar y ya está?

-Mis primeros versos los escribí con 14 o 15 años y no eran de amor. A mí la Navidad me ha producido siempre mucho dolor por varias razones. Después, a mediados de los ochenta, ya con veintitantos años, me premiaron un poemario en el que Ángel González era el presidente del jurado. Busqué otras vías para comunicarme conmigo y con los demás y dejé la poesía. Solo cuando murió mi padre tras larga y terrible enfermedad volví a necesitar contar cosas y regresé a la poesía. No he publicado pero he sido finalista antes también en el Gil de Biedma (dos veces), en el Gerardo Diego, el San Juan de la Cruz. Obras que solo conocen los jurados y han quedado ahí. Pero 'secreto' sí porque escribí muy tarde y sin obra publicada.

- ¿Y las ventajas o desventajas de esa evolución vital?

-Tiene sus desventajas porque nunca sabes si lo has perdido o ganado pero, de cara a la creación, has arruinado un tiempo que habría sido otro si lo hubiera aprovechado.

- Y también sería otra si el Gil de Biedma le llega 15 años antes.

-Claro eso es, eso es. Y no digo nada cuando te llega un Adonais. Ahora todo es más reposado. Y haber escrito antes me habría dado una voz más singular y propia. A mí el tiempo me obsesiona también y no es lo mismo tener 50 que 25 años.

- Hablaba de Ángel González. ¿Con qué corrientes poéticas se siente más identificado, además de la Generación del 50?

-Me gustan autores como el propio González o Ángel Valente, este último sobre todo... también Pere Gimferrer. Estoy más cerca de esa poesía que de la poesía de la experiencia. Eso no quita que me interesen poetas de todas las corrientes posibles. Cito autores muy consagrados y no quiero nombrar a otros que escriben hoy pero a los que me siento muy cercano.

-Pertenecer a la nómina de los premios Gil de Biedma marca o cambia perspectivas, es un 'apellido' poético muy definido.

-Sí, a uno le dan un accésit pero no cuenta las veces que no ha sido ni siquiera seleccionado. Y es curioso que, con una misma obra, te preguntas qué jurados la han leído. Pero estar ahí demuestra que hago un tipo de poesía que no tendría cabida en otros certámenes. Y hay que buscar los concursos porque es la vía para poder publicar poesía. Si no, hoy día es imposible.

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