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VÍCTOR M. VELA
Miércoles, 8 de septiembre 2010, 03:57
Oye, una cosa. Si alguna de las fotos de por aquí alrededor está movida, borrosa, obtusa o difusa no se lo tengáis en cuenta al fotógrafo, al Gabi Villamil. El chico es un profesional, pero es que anoche estaba desatado con los de Tam Tam Go!! (así, con dos signos de admiración). El grupo debe ser de su época (yo, como las folclóricas, me quito años), así que -con la cámara en la mano, otros llevaban vaso cachi- se puso a cantarlas todas (y si no se sabía la letra, se las bailaba). Tendréis que perdonarle. Pero que conste que no fue el único, que en la Plaza Mayor había unos cuantos más del mismo pelaje. No yo, no muchos, pero los había.
Total, que como la cosa estuvo tranquilita -la plaza se pobló poquito a poco (peligro: chiste malo a la vista), al 'tran tran' go (dios mío, acabo de escribirlo y ya me arrepiento)- hoy voy a aprovechar para contar una cosa muy seria, tipo ensayo sociológico de segunda b, que hacía tiempo que me apetecía escribir. Y lo voy a hacer ahora. ¿Por qué? Pues porque me apetece. Ale.
Ahí va la reflexión.
Hace unos cuantos años -antes de que Internet tendiera sus redes y los Campillo le cantaran al arroba love punto com (lo he tenido que buscar en google, porque yo, ingenuo de mí, siempre decía 'arrobados punto com' y ni siquiera sabía el título de la canción-, decía que antes daba la impresión de que las canciones eran para toda la vida. Las guardábamos en casetes, en discos o en cedés con unas carátulas preciosas. Y ahí las conservábamos por los siglos de los siglos. Ahora no. Ahora la música se mete en carpetas, en archivos, en discos duros y mp3. Ahora la música no es nada, salvo megas, gigas y tres minutos sin futuro más allá del acorde final. Incluso, ahora, la música es algo etéreo que ('streaming' le dicen) solo existe mientras la escuchas. Porque luego no se guarda en ninguna parte. No se acumula ni se archiva. Usar y tirar. No queda rastro salvo el recuerdo.
Por eso lo de Tam Tam Go!! tiene mérito. Porque hay gente que, 23 años después, conserva esas canciones (incluso puede que las tenga guardadas en casa, en una tdk hoy roñosa pero que todavía suena bien) y no duda -pese al frío, pese a la Roja- en acercarse a la Plaza Mayor para cantarlas. «¿Tam tam qué? ¿Tan tangao?», se preguntarán todos esos jóvenes que anteayer cantaban a Melocos y mañana lo harán por Macaco. «Pues Tam Tam Go!!», les contestarían Gabi y amigos, para luego ponerles esa casete eterna con canciones como 'Manuel Raquel' o 'Espaldas mojadas' que, ayer, claro, cómo no, sonaron en una Plaza Mayor no a medio, sino a un tercio de gas. Pero de gas noble. No se olvidaron los Campillo de recordar que su primer concierto tras grabar su primer disco (del que tocaron 'I come for you' con toques de Bob Marley) fue aquí, en Valladolid, una ciudad a la que regresaron para despedirse, porque han anunciado que Tam Tam Go!! desaparece a finales de año. Aunque lo mismo hicieron (lo de separarse, digo) en 1994 y en 2001, así que como para hacerles caso esta vez.
Ahora, que el mayor alegrón de la noche me lo llevé con los de La Linga, el grupo local que se encargó ayer de abrir la velada a ritmo de rock and roll. Alegrón porque Daniel Duque, Fernando Faura y cía se subieron al escenario acompañados (lujazo) por una sección de metal (trompeta, trombón y saxo). Ocho musicazos en las tablas es un esfuerzo que hay que valorar y que no está nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que el día antes los de La Unión se presentaron con la batería grabada en un mac, signo quizá de estos nuevos tiempos en los que el Internet le ha «arroba roba robado» el puesto a la TDK. Pero es lo que hay.
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