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Florentino Ruiz Calderón mira orgulloso su vivienda, la antigua casilla de Sardón de Duero. :: FRAN JIMÉNEZ
Próxima estación, mi casa
VIVIENDAS INUSUALES EN VALLADOLID

Próxima estación, mi casa

Adif alquila apeaderos y casillas de líneas que se encuentran cerradas desde hace décadas

PATRICIA GONZÁLEZ

Domingo, 1 de agosto 2010, 12:55

A Félix Horcajo siempre le gustó la idea de vivir en sintonía con la naturaleza y en espacios abiertos donde puede disfrutar en libertad de su tiempo libre. Después de residir en la provincia de Burgos varios años, decidió trasladar su domicilio a la pequeña localidad de Olmedo de Adaja, donde desde hace más de una década comparte casa. «Unos amigos me pasaron el alquiler porque les trasladaron a Ávila, y como la casa era grande decidí compartirla y alquilar alguna de las habitaciones», explica Félix mientras termina de dar masilla de cemento a una de las paredes de su hogar.

Este hombre de 44 años y artista plástico vive en una casa de arquitectura industrial que tiene más de 120 años, por lo que mantenerla a punto y habitable es todo un reto cada día. «Esta casa es un mÁster de I+D», bromea, para a continuación decir: «La primera vez que hay que hacer algo no sabes. La segunda y la tercera tampoco, pero ya a la cuarta arreglas ventanas, techos y bajantes como si fueras un oficial de primera».

Su morada de estilo mudéjar tiene más de 160 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, en las que se permutan de manera arbitraria un recibidor, cuatro habitaciones, un salón, un comedor, cocina, servicios, un taller de trabajo, un invernadero, dos despachos -uno para cada uno de los inquilinos- y un gran porche en la parte trasera con vistas al jardín, donde Félix se sienta a descansar siempre que su trabajo se lo permite.

La accesibilidad a su casa es una de las mejores que tiene el municipio y sin problemas para que las visitas, que «son muchas y muy variadas», estacionen sus vehículos, y es que como él mismo dice, su casa «es la mejor del pueblo y la de menor alquiler». Además, en su vecindario hay un hotel y varios bloques de pisos, por lo que sea invierno o sea verano siempre hay ambiente en el barrio.

El casero de Félix es el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias; es decir, Adif , y su apreciado hogar es la antigua estación de trenes de Olmedo, enclavada en la línea Segovia-Medina del Campo, que se encuentra fuera de servicio desde hace décadas.

Vivir en una antigua estación es una opción que cada día más ciudadanos escogen a la hora de buscar una casa donde establecerse, tal es así que solo en la provincia de Valladolid más de una veintena de familias ya han apostado por habitar en antiguas estaciones o casillas en vez de comprarse un piso o un adosado.

Pero Valladolid no es la única provincia de la comunidad donde se alquilan estos inmuebles públicos. Las líneas en desuso de Osma-La Rasa (provincia de Soria) y las de Valladolid-Ariza (provincia de Burgos) son las más demandadas para proyectar un hogar permanente o una segunda vivienda, según asegura Adif.

Y es que el concepto europeísta de vivienda en el que el inquilino duerme en lo que era una antigua fábrica portuaria, cocina en un obsoleto edificio de correos o prepara una merienda en el viejo almacén de una estación de trenes reconvertido en merendero es una tendencia en alza, que además de ir creciendo con el paso de los años ayuda a que el patrimonio de todos no caiga en el olvido y se pierda para siempre.

El alquiler de la propiedad

En 1855, tras la revolución liberal y bajo el Gobierno de Espartero, se promulgó la primera Ley General de Ferrocarriles. Con ella se facilitaba la entrada de capital extranjero a la península y muy pronto surgieron grandes compañías ferroviarias que impulsaron de forma definitiva el tren. Cinco años más tarde ya hay numerosos tramos abiertos con estaciones incluidas como los que unen Valladolid-Palencia-Burgos. El tren trajo consigo un cierto desarrollo económico, en verdad, algo lento debido al retraso industrial español y a que las distancias entre las poblaciones comenzaban a ser más cortas. En las ciudades las nuevas estaciones ofrecían aires de modernidad y progreso.

De estas arterias y puntos de conexión la Delegación de Patrimonio de Adif en la comunidad es responsable de 151 estaciones. Cuatro en Ávila y en Palencia, 49 en Burgos, ocho en León, 20 en Salamanca y Zamora, 25 en Soria, 11 en Valladolid y 10 en Segovia.

En las líneas abiertas las estaciones asignadas a Patrimonio no tienen ningún servicio al viajero y el estado de conservación de las que no están alquiladas, como es el caso de Ataquines o Nava del Rey (Valladolid), por lo general es bastante deficiente. Es lo que sucede con la de Roa de Duero (Burgos), que no sirve para su arriendo como vivienda.

Las líneas cerradas son las más demandadas, por lo que albergan el mayor número de inquilinos que residen de forma habitual o temporal. Otra de las opciones que amparan los antiguos raíles son negocios como casas rurales, merenderos y peñas.

Las estaciones que no están alquiladas en las viejas vías presentan un estado de conservación lamentable, aunque si alguien está interesado en rentar el inmueble Adif pone en marcha el contrato de alquiler con la condición de que el arrendatario se comprometa a la rehabilitación y conservación de la estación, y este fue el caso de Florentino Ruiz Calderón.

Este funcionario palentino de 61 años lleva desde 1982 -año en el que Adif puso en marcha su política de arrendamiento y revalorización patrimonial- viviendo en la antigua estación de Sardón de Duero, que en la actualidad está integrada en el municipio y forma parte de uno de los barrios más poblados. «Cuando me trasladaron desde Valladolid a Sardón propuse en el Ayuntamiento rehabilitar la estación y crear un escuela», explica Florentino, mientras cierra el paraguas para entrar a su casa.

En pleno proceso de negociación con la empresa nacional, la estación se quemó y quedó desolada y en el olvido durante dos años, tiempo suficiente para que Florentino y su mujer decidieran alquilarla y rehabilitarla por completo. El primer contrato que firmó el funcionario fue por cinco años. En ese tiempo reconstruyó toda la estación, según él mismo explica: «Yo y mi mujer tuvimos que poner la luz, el agua, la calefacción. Arreglamos la planta superior, que es la original vivienda de los trabajadores de antaño, y en la parte de abajo, donde estaba la sala de espera y la taquilla, hicimos un gran salón comedor. La inversión ha sido muy grande».

Una vez finalizados los cinco años Adif le renovó el contrato por otros ocho y lo que comenzó como una segunda vivienda para pasar las fiestas, puentes y vacaciones ahora se ha convertido en su hogar, pero después de vivir 27 años en su casa, Florentino tiene el constante temor de que le rescindan el contrato. «Mi miedo es que no me renueven más y tenga que dejar la casa después del desembolso económico que ha supuesto y después de levantar con mis manos toda la estación».

Adif consigue que las estaciones continúen integradas en la vida social y económica de los municipios y a la vez garantiza su mantenimiento, pero nunca vende sus inmuebles a los inquilinos, al menos, de momento.

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