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Fueron apenas quince minutos, pero se llevaron por delante los sueños y las ilusiones de decenas de viticultores de la Denominación de Origen Ribera del Duero. El tiempo: ese factor incontrolable que en apenas un abrir y cerrar de ojos te lo da o te lo quita todo. El pedrisco caído en la tarde noche del domingo en varios puntos de la comarca ha generado, sin duda, un grave perjuicio económico para los productores de uva. Pero, sobre todo, un daño moral del que todavía intentan sobreponerse.
Dos frentes tormentosos afectaron a más del 15% de la superficie de Ribera en una veintena de municipios, es su mayoría de las provincias de Valladolid y Burgos, pero también con afecciones puntuales a las zonas de Soria y Segovia. En estos pueblos, los mayores no recuerdan un pedrisco de similares características por su fuerza e intensidad. Ahora, todos los productores afectados coinciden en que ya es tiempo de restablecerse y seguir trabajando para salvar lo que ha quedado en pie. El principal reto de futuro es intentar recuperar las plantas ante futuras campañas, aunque quedarán «años» por delante para alcanzar la misma producción. De momento, los viticultores siguen conviviendo con una especie de sensación de temor porque el ciclo acaba de comenzar y todo apunta a que se tendrá que lidiar con nuevas inclemencias climáticas.
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• María Burgos, viticultora en Santa Cruz de la Salceda
«Impotencia, rabia y un cabreo que no sabes muy bien cómo gestionar y dominar». Así resume María Burgos los sentimientos que vivió a primera hora del lunes, cuando comprobó 'in situ' las consecuencias de la tromba de granizo en sus viñedos, situados en la localidad burgalesa de Santa Cruz de la Salceda». No quise subir por la noche, temía lo que me iba a encontrar. Cuando llegué a las viñas, lo único que pude hacer fue llorar. Luego coges perspectiva, es mucho el daño, pero tienes que seguir, rendirse no es una opción», confiesa. Esta joven viticultora posee un total de 20 hectáreas de viñedo repartidas en este municipio y en el vecino pueblo soriano de Castillejo de Robledo. Más de doce hectáreas se han visto afectadas. En ocho de ellas la tormenta «no ha dejado nada». La productora lamenta esta catástrofe, que supone «muchísima pérdida de tiempo y dinero. Primero por la pérdida de producción de este año. Después, al año que viene, al no tener poda buena, disminuirá la producción y en las viñas en formación me atrasa uno o dos años esa formación».
En esta línea, María Burgos alerta también de otros factores, como el riesgo de enfermedades por la humedad y las complicaciones para poder trabajar, «porque con tanta agua tampoco puedes entrar cuando toca». En cualquier caso, la viticultora recuerda que son situaciones aparejadas al mundo del campo, donde «nunca sabes cuándo vas a tener un año bueno, malo o regular». De cara al futuro, centra sus ilusiones en las zonas que se han salvado de la tormenta. «En lo que no ha granizado tengo puestas muchas esperanzas porque está muy sano y muy bien», confía.
• Miguel Otero, viticultor de Fuentenebro
Entre sus parcelas se encuentra el viñedo más alto de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Situado a 1.076 metros y sobre suelos arcillosos serpenteados de mica, feldespato y cuarcita. Concretamente, en el término municipal de Fuentenebro, donde Miguel Otero, junto a su hermano Daniel, posee varias hectáreas de viñedo que se han visto arrasadas en cerca de un 50%. «Ha sido brutal, sin precedentes, algo fuera de lo normal», describe Miguel al recordar lo vivido en la tarde noche del domingo. Un mensaje con una foto del intenso granizo que estaba cayendo en Fuentenebro le alertó de la gravedad de la situación y, de forma inmediata, se dirigió desde Aranda a sus viñedos. «Fue sobrecogedor. Los viticultores trabajamos mucho de corazón, son plantas que las estás cuidando, las mimas, las haces todos los trabajos para que saquen un buen producto, y cuando las ves destrozadas es una imagen impactante», detalla. A sus 41 años, lleva dedicándose al viñedo desde 1999 y no recuerda un momento similar. «La emoción se te dispara. Cuando llegué y fui a la primera parcela me eché a llorar, no reaccionaba», describe. En lo que se refiere al daño económico, Otero recuerda que es una consecuencia a largo plazo. «No es solo este año, es al próximo y al siguiente, mínimo. La realidad es que te tiras dos o tres años para recuperar. El daño para la planta es bestial, se ha desestabilizado totalmente». A pesar de todo, el viticultor manda un mensaje positivo para el futuro y apela a la necesidad de sobreponerse para luchar por la cosecha que queda. «Lo importante es mandar un mensaje de ánimo para todos, el sol saldrá y seguiremos adelante».
• Javier Carriches, viticultor en Peñaranda de Duero
Todavía no ha contabilizado totalmente los daños, pero calcula que pueden estar sobre el 50% en una gran superficie de viñedo situada en el municipio burgalés de Peñaranda de Duero. En este caso, no fue a consecuencia de la tormenta de granizo del domingo, sino de un pedrisco más localizado que descargó con fuerza en esa zona de la provincia a última hora de la mañana de este martes. «Es un disgusto porque estás todo el año trabajando, poniendo todo tu empeño, tu buen hacer, tu formación, poniéndolo todo… Llega un granizo o una helada y lo pierdes en un momento. Trabajar al aire libre tiene estos problemas», detalla Javier Carriches, responsable de viticultora en la bodega Bosque de Matasnos. Insiste en que el daño ha afectado a decenas de viticultores para los que supone «una desgracia, una tristeza y muy frustrante», pero hace hincapié en que «nuestra obligación es seguir cuidando nuestras viñas y seguir trabajando». Carriches afirma que, de momento, no se puede realizar una estimación detallada de las perdidas porque «es necesario contar racimos», algo que no ha permitido la situación de las parcelas, ya que «no se puede ni pisar porque está lleno de agua». El viticultor alerta de que, a partir de ahora, en el campo hay que estar muy atento al estado sanitario del viñedo, ante el riesgo de enfermedades como oidio y mildiu. «Frente al granizo que ha caído ya no se va a poder hacer nada, pero hay que tener cuidado por lo que puede venir. Tenemos toda la cosecha por delante y esto acaba de empezar, sigue habiendo riesgo y hay que tener cuidado». En cualquier caso, el viticultor considera que la Denominación de Origen está ante «un año complicado».
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