San Marcos, San José y los maristas desatan la Pasión

Este Viernes de Dolores, más otoñal que primaveral por el viento y el frescor ambiental, ha citado a fieles y profanos con la Semana Santa segoviana en tres ceremoniales, cada uno con su singular encanto. En San Marcos, el barrio ha encuadrado su procesión de las Tres Caídas en un entorno mágico, a la orilla del cauce del Eresma, con el murmullo del río de fondo, y rendido a los pies del Alcázar.

La fortaleza es testigo de un ritual más joven que el que viven en San José, también este viernes, pero cuyo devenir se desarrolla en un paraje del que es difícil escaparse del profundo recogimiento que rezuma cada paso del cortejo, integrado por los cofrades que veneran y acompañan la imagen del Santo Cristo de San Marcos. Las Tres Caídas se han rezado ante el templo parroquial, delante de la puerta del convento de los Padres Carmelitas, ya en plena alameda de la Fuencisla y en el santuario de la patrona de Segovia.

Al mismo tiempo, la cofradía de Nuestra Señora de la Piedad ha vuelto a hacer que un barrio, el de San José, se estremezca otro Viernes de Dolores con la escenificación de la Pasión. El recorrido del devoto y dedicado elenco ha partido con la representación de la última cena, en la plaza el arrabal, y se ha dirigido al Parque Infantil de Tráfico, donde el séquito ha oficiado la oración en el huerto. Las secuencias posteriores de Jesús ante Pilatos, la primera caída, la Verónica y segunda caída y la tercera y el encuentro con la Madre han sido el preludio del descarnado pasaje de la crucifixión y el descendimiento, antes de regresar a la iglesia parroquial, donde se han celebrado La Piedad y la resurrección.

El tercero de los actos de este Viernes de Dolores ha citado el arranque de la Semana Santa en el convento del Corpus Christi, donde han tenido lugar la despedida de la Virgen de las Angustias que procesiona con la cofradía de los exalumnos maristas (Ademar) y el posterior rezo del Vía Matrix.

La cofradía penitencial ha cumplido la liturgia en la que los portadores trasladan en banzos el trono de la imagen, una talla del siglo XVI, de la escuela de Juan de Juni, oficiando las estaciones en el propio templo de partida, la iglesia de San Miguel, la Catedral, las antiguas Jesuitinas, el Arco del Socorro, el viejo convento de Sancti Spiritu para concluir en los Maristas.