Las academias recuperan alumnos tras perder un 50%: «Estamos viendo que llevan bastante retraso en las materias»
Los centros reclaman que se les considere actividad esencial y piden medidas eficaces contra el aumento de la competencia desleal
claudia carrascal
Segovia
Lunes, 9 de noviembre 2020
La pandemia del coronavirus ha afectado de forma notable a la esfera educativa y ha incrementado la brecha académica entre los estudiantes. Solo en la ... provincia de Segovia hay más de 22.400 niños y jóvenes en edad escolar que durante el estado de alarma del pasado mes de marzo tuvieron que trasladar las aulas a sus hogares. No todas las familias disponían de los dispositivos electrónicos necesarios para que sus hijos siguieran las clases 'on-line'. El entorno, en muchas ocasiones, tampoco era el adecuado y las clases telemáticas no sirvieron para avanzar al ritmo habitual en los contenidos, sino más bien para repasar. Esta situación, unida a los confinamientos de alumnos o de aulas completas por contactos estrechos con positivos, ha provocado que este nuevo curso sea de lo más inusual. Hasta el punto de que los profesores de las academias y centros educativos privados de la ciudad creen que los estudiantes han comenzado con «importantes lagunas» del curso anterior, que no serán fáciles de solventar.
La responsable del centro de estudios Alfa y Beta, Ángela Domingo, explica que si no se prolonga en el tiempo, «todavía es salvable». Sin embargo, cree que un nuevo cierre de los centros educativos podría ser muy perjudicial para los alumnos. «Estamos viendo que llevan bastante retraso en las materias. Además, muchos profesores han decidido empezar por los temas más complicados por si les vuelven a confinar, por lo que les está costando más», explica.
Esto les ocurre a muchos estudiantes de 4º de la ESO, en especial, en asignaturas como Química, cuyos docentes están intentando explicar la formulación a toda costa, pero sin una base, advierte. «Están dando las partes más difíciles, pero tan solo se centran en los conceptos básicos, dejándose muchas cosas importantes sin dar. Si seguimos bajando niveles, no se dónde vamos a llegar», recalca.
Esfuerzo
La situación es compleja, pero, en su opinión, la solución no puede basarse en bajar los estándares para evitar que haya más suspensos de los habituales porque «lo único que se estaría enseñando a los jóvenes es que el esfuerzo no sirve para nada. arados cuando comiencen su vida laboral porque nadie les va a regalar nada.Tienen que saber que el que algo quiere algo le cuesta y sobre todo estar preparados cuando comiencen su vida laboral porque nadie les va a regalar nada». En este sentido, cree que los centros educativos deberían seguir con el currículo y los alumnos con más dificultades pueden aprovechar las vacaciones, en especial las de verano, para suplir sus carencias y no quedarse atrás. De hecho, puntualiza que con la nueva ley que propone el Gobierno, que permitiría pasar de curso sin límite de suspensos, «no se les hace ningún favor».
«Muchos profesores han empezado por los temas más complicados por si les vuelven a confinar; les está costando más»
Ángela Domingo
Sobre esta ley, Natalia Vicente, responsable de Academia Integral Segoviana, opina que «sería una ruina tanto para los alumnos como para el sistema educativo de nuestro país» y es que insiste en que con ella «aprobar no tendría ningún sentido». Asimismo, comenta que este curso la diferencia de nivel entre unos alumnos y otros es más acusada de lo habitual debido a factores muy variados. Los recursos y la situación familiar de cada alumno en el confinamiento hasta su capacidad para desenvolverse con las tecnologías, el interés mostrado o el apoyo de familiares y academias han marcado la diferencia tanto en Primaria como en cursos superiores de la ESO y Bachillerato.
En la misma línea, el director del centro de estudios Lope de Vega, Luis Pérez, recuerda que el nivel académico durante los meses de confinamiento fue ínfimo, ya que «no estábamos preparados y los profesores no podían exigir que se cumplieran los estándares. Apenas había exámenes y los que hacían no eran del todo fiables porque contaban ayuda externa, ya fuera de Internet o de familiare».
A su juicio, esto ha provocado que los estudiantes hayan comenzado el nuevo curso con muchas carencias y, por el momento, el profesorado «no se está adaptando a la nueva realidad», lo que, tal y como apunta, está llevando a un descenso generalizado de las calificaciones. Sin embargo, Pérez cree que esto no debe servir como acicate para flexibilizar los aprobados como ocurrió el pasado mes de junio, cuando «niños con ocho suspensos en las dos primeras evaluaciones acabaron el curso aprobado todas», relata.
En junio, «niños con ocho suspensos en las dos primeras evaluaciones acabaron el curso aprobando todas»
Luis Pérez
Ante tal caos educativo las academias tienen un papel fundamental, por lo que todas coinciden en que han empezado este año lectivo de forma satisfactoria y con un número de alumnos que no difiere demasiado de otros años. Eso sí, las pérdidas que acumulan son significativas ya que durante el estado de alarma se quedaron con tan solo el 50% de los alumnos y el verano también ha sido muy flojo, en gran medida, por la facilidad que se ha dado para aprobar el curso.
La reducción de aforo ha obligado a muchas academias a trabajar con más aulas de forma simultánea o ampliar horarios; eso sí, desde que se decretó el toque de queda han tenido que suprimir la clase que muchas impartían de 21:00 a 22:00 horas. Las restricciones impuestas son cada vez más severas y aunque hasta la semana pasada podían desarrollar su actividad con un 50% del aforo, la última normativa lo reduce a un tercio.
En el caso del Centro de Estudios Alfa y Beta, esta decisión supone un nuevo varapalo porque parte de los alumnos tendrán que dar las clases de forma 'on line', ya que las dimensiones de su local no permiten una división en grupos más reducidos. Ante la posibilidad de que muchos estudiantes no quieran acogerse a la modalidad no presencial están barajando la alternativa de alquilar otro local, aunque los gastos de mantenimiento «serían muy difíciles de afrontar», avanza Domingo.
Sobre la importancia de su actividad también hace hincapié Natalia Vicente, quien detalla que «más del 50% del alumnado hace uso de los servicios de las academias de forma habitual». No solo acuden a estos centros los alumnos con más problemas para superar el curso, también aquellos que quieren reforzar contenidos, no dejarlo todo para última hora o simplemente subir nota.
Pasar de curso sin límite de suspensos «sería una ruina tanto para los alumnos como para el sistema educativo del país»
Natalia Vicente
Por eso, tanto ella como el resto de sus compañeros de la Asociación de Castilla y León de Academias de Enseñanza (Aclacen) reclaman que se les considere un servicio esencial en caso de un nuevo confinamiento. Solo así podrán garantizar la continuidad de las clases presenciales. «Somos un complemento a la educación reglada y, aunque tengamos que extremar las medidas de seguridad, deberíamos seguir abiertos para evitar la brecha académica», advierte.
Innovación
El estado de alarma obligó a las academias a innovar y todas ellas tuvieron que adaptarse a marchas forzadas para poder continuar con las clases de modo online. Sus responsables reconocen que no ha sido un proceso fácil, pero ahora se ha convertido en un complemento de su actividad, ya que ahora aprovechan este sistema para facilitar a los alumnos que tengan que estar confinados que puedan participar en las lecciones desde sus casas. Ángela Domingo explica es un buen complemento para momentos puntuales. No obstante, con los más pequeños o los que tienen más problemas de concentración es difícil lograr que mantengan la atención. Además, «las trabas se multiplican si no logramos que se conecten con la cámara porque sin verles la cara no sabes si lo están entendiendo o si están a otras cosas».
La adaptación al sistema 'online' es posible, según Luis Pérez de la academia Lope de Vega. Eso sí, aclara que depende mucho de la voluntad de los alumnos porque «no es lo mismo aquellos que acuden por gusto y voluntad propia a aprender que los alumnos que van obligados por sus padres porque ya no pueden con ellos. La actitud es muy importante». Al respecto, relata que algunas de las clases 'on-line' que tuvo que dar durante el confinamiento de marzo fueron desesperantes porque «había estudiantes que se marchaban al baño y no volvían o decían que la wifi no les funcionaba cuando querían acabar». Para aquellos que necesitan ayuda porque son despistados o requieren un control más estricto son importantes las clases presenciales, ya que la fórmula online es «mucho más distante y menos eficiente en estos casos», puntualiza.
La incertidumbre sigue reinando en el día a día de estos negocios, que reclaman a las administraciones que se les tenga en cuenta porque realizan «una importante labor que va de la mano de la educación reglada pero que está poco valorada», apostilla Ángela Domingo. También critica las diferencias aentre estos centros y los colegios e institutos en cuanto a la limitación de aforo y otros protocolos cuando ejercen la misma actividad y con el mismo grupo de población.
Asimismo, reclaman medidas eficaces para combatir la competencia desleal que les afecta siempre, pero de una forma más relevante en estos momentos de pandemia. «Mucha gente se ha quedado sin trabajo y se ponen a dar clases particulares de forma ilegal. Es algo que nos hace mucho daño a los que pagamos rigurosamente los impuestos porque ellos, al no tener que asumir estos gastos, pueden permitirse rebajar el precio», indica.
Por su parte, Luis Pérez lamenta que en este país haya una falta de conciencia «tan grande» con este tipo de actuaciones. «Si no pagamos impuestos es imposible seguir adelante, afecta al sistema, a los negocios y también para los trabajadores que si actúan al margen de la ley cuando se viven momentos complejos como este se quedan desprotegidos».
La seguridad en un momento tan crítico es otro de los factores que cuestionan estos profesionales de la educación. Las academias han invertido una media de 500 euros para adaptar sus locales y adquirir los equipamientos necesarios, según Aclacen. «Estamos cumpliendo estrictas medidas para garantizar la seguridad de nuestros alumnos y profesionales, las personas que ejercen de forma ilegal no cumplen esos requisitos y el riesgo es mayor», concluye Natalia Vicente.
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