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Susana Lago posa en el local de Muebles Cerezo.
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La segunda vida de los muebles

Susana Lago defiende en Muebles Cerezo el reciclaje artístico de cualquier enser por su valor sentimental y ecológico

El Norte

Segovia

Jueves, 22 de noviembre 2018, 08:03

Muebles Cerezo abrió sus puertas en mayo del año pasado como un vehículo de nostalgia. La idea es que cualquier mueble antiguo puede ser restaurado y renacer como una pieza única, no solo funcional sino de diseño. «Es reciclaje creativo, un negocio para dar una segunda oportunidad a los muebles», explica su propietaria, Susana Lago, que apela a la conciencia ecológica, especialmente por el valor sentimental que tienen estos enseres. Y así es como el armario de la abuela de uno de sus clientes se va a mudar con él a Francia transformado en vitrina. «Ese valor no tiene precio porque se lo pone cada uno. El mensaje es que la gente intente reciclar lo que tiene porque se pueden hacer cosas muy bonitas, originales y únicas».

Susana trabajaba en una empresa familiar y decidió afrontar un cambio radical. «A mí siempre me habían gustado las manualidades y era la manitas de la casa», sonríe. Arreglar cualquier enchufe o poner a punto las estanterías era cosa suya. Al decidirse por ello como salida profesional tuvo que formarse con diferentes cursos, con los que completó su enseñanza autodidacta. Lleva cuatro años en ConservarArte. Con Sara y Beatriz, encargadas de conservación y restauración de obras de arte, ha aprendido técnicas tales como el dorado al agua y estofado, varias técnicas pictóricas para acabados de superficies o identificar diferentes patologías sobre diversos materiales. «Hay que muchas técnicas nuevas; unas se ponen en práctica y otras no, pero hay que estar siempre formándose».

La actividad principal de su empresa es la restauración de muebles, ya sean bártulos que ella consigue, donaciones o de los propios clientes, con un presupuesto previo. También vende muebles que hace ella misma; de momento son creaciones sencillas como convertir el cabecero de una cama en un banco, pero plantea sumergirse en una carpintería más compleja. «La idea es dar un toque original. O que tengas un mueble que a lo mejor has heredado y le quieras dar un cambio radical». Por ejemplo, un cliente compró dos armarios con espejo en las puertas; uno lo mantuvo, cortando toda la parte frontal, y otro lo convirtió en vitrina. «Fue uno de los primeros trabajos y estoy muy contenta con él».

En la tienda hay desde una vitrina del Ikea, pensada como simple estantería del establecimiento, que le gustó a una clienta a un mueble de unos 50 años que llegó oscurecido con terciopelo rojo en las puertas y ahora brilla con un tono azul. El mueble, esquinero, estaba en una chatarrería y ha pasado por lija, imprimación a través de varias capas de pintura y sus tonalidades, extendidas a través de una esponja. También tapiza sillas y les da el cambio artístico. La gran reliquia es una preciosa máquina de escribir de los años 40 que compró su padre cuando entró a trabajar en una notaría.

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Susana rescata muchos muebles de los pueblos que ya apuraban sus días y que ella compra baratos o simplemente libera a sus dueños del espacio que ocupan. Va a recoger los muebles y hace la entrega a domicilio. Su labor ha sido artesana hasta en el reparto de publicidad y se ha pateado media provincia, descubriendo carreteras secundarias, para dar a conocer su trabajo. «En los pueblos y casas rurales es donde más se restauran los muebles. Y pregunto a la gente si se quiere quitar alguna silla o mueble pequeño. ¡Me llevo un mapa porque alguna vez me he perdido!», recuerda esta madrileña que lleva en Segovia desde los seis años.

Susana complementa la oferta con artesanía en el cuero, a través de pulseras o bolsas. Se inspira en referencias muy diversas, desde publicaciones digitales a cualquier conversación diaria, y trabaja especialmente sobre pedidos. Aficionada desde pequeña al macramé, también elabora maceteros colgantes o cortinas muy cuidadas. Este arte, especialmente boyante en la costa mediterránea, da lustre a cualquier jardín. También hay prendas textiles hechas con telares como bufandas, gorros, diademas, cuellos y mitones. Son tareas con las que aprovecha para dar rienda suelta a la creatividad en el horario de atención al público que no puede dedicar, por ejemplo, a barnizar o lijar.

Su concepto es, en resumen, una vanguardia creativa. «La gente quiere tener algo que sea único. Por ejemplo, en el cuero no repito nunca; puedo hacer el mismo modelo, pero la piel es distinta. O añado cualquier otro adorno. La clave es que esa pieza sea original».

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