La Perico hace gala de inclusión en una jornada de calor extremo
La trigésima edición de la marcha rinde homenaje al ciclismo adaptado con sus 163 kilómetros de sierra y el termómetro a 38º
El agosto más tórrido de los últimos años recrudeció el verdadero purgatorio de La Perico: no tanto sus puertos –Navacerrada, Morcuera, Canencia y Navafría–, que ... también, sino la factura definitiva en esos últimos 30 kilómetros por el arcén ardiente de la N-110 para volver a Segovia tras algo más de 163 kilómetros y casi 3.200 metros de desnivel positivo. Los retales de casi 1.400 ciclistas buscando un grupo para acabar una de las marchas cicloturistas con más solera de España. Una rueda para protegerse de ese aire de desierto, a 38 grados, estirando el pulso para sobrevivir a un repecho más, para evitar esa soledad que eterniza el cronómetro y calcina el alma. La trigésima edición fue una ola de inclusión en plena ola de calor, un homenaje al ciclismo adaptado, personalizado en Juanjo Méndez, alguien que fue dado por muerto en un accidente de tráfico y perdió las ganas de vivir hasta que la bici le recordó quién era. Su prótesis adherida al cuadro de la bici, como las calas de las zapatillas, también sorteó ese epílogo endiablado. Como todos, con más o menos entereza.
Las obras de Padre Claret sumaron algo más de un kilómetro a un menú que no va precisamente corto de ellos. Tocó sortear ese adoquín que nunca asienta bajando por Vía Roma y subiendo por San Gabriel, otra cuesta más. Así empiezan algo más de 11 kilómetros de tramo neutralizado que permiten desplegar al pelotón en su máxima presión, con el maillot de la marcha marcando tendencia –con el nombre de todos los homenajeados– y un sinfín multicolor de ciclistas de toda España, el peregrinaje para honrar la figura de Pedro Delgado, acompañado por ilustres como el influencer Valentí San Juan o el tenista David Ferrer, de quien recuperó una frase. «Él decía que es un deporte muy social. O no. Yo soy más un ciclista solitario, pero es verdad que es el contacto con la naturaleza y la exigencia de uno mismo. Contar batallitas, tomarte luego un refresco», reflexionó a la salida.
Pedro Delgado citó en la salida a ilustres como el tenista David Ferrer: «Es un deporte social, pero yo soy un ciclista solitario»
Esa guinda mantuvo en pie a tanto ciclista que salió a 26 grados cuando habían pasado tres minutos de las ocho de la mañana, un consuelo para una neutralizada que para muchos es un eufemismo. La rotonda del bar Roma, en la Granja de San Ildefonso activa el crono oficial rumbo a Navacerrada, con sus siete revueltas en un asfalto que parece una alfombra y el placer de tomar la traza óptima en cada curva, invadiendo el carril contrario: ventajas del tráfico cerrado. Ahí llegaron Perico y Juanjo al filo de las nueve y media, con una cámara tomando imágenes desde el coche, señalando al ganador del Tour de Francia de 1988 entre cientos de personas vestidas igual. La única cima con animación por estar a tiro de piedra de Segovia y Madrid, las dos procedencias principales.
Juanjo Méndez, estrella paralímpica tras perder en un accidente el brazo y la pierna izquierdos: «La bici me ha hecho vivir»
El consuelo del tráfico cerrado siguió en la bajada desde Cotos a Rascafría, otra alfombra para otear altas velocidades. Primer descenso, primeras caídas en un día en el que hubo al menos 14. El papel de los voluntarios es esencial para señalizarlas, bajar la velocidad de los siguientes y evitar males mayores. La peor se vivió en el descenso desde Morcuera hacia Miraflores de la Sierra: bicicleta destrozada e ingreso en el hospital, consciente, para concretar el parte de lesiones. Para entonces, casi en el ecuador, el grupo estaba tan diseminado que ya no podía uno ignorar el carril contrario. La Perico tiene galones, pero no para cortar ocho horas carreteras muy transitadas en pleno puente. Coches, ciclistas y un autobús que se metió de aquella manera en un estrecho puente de Morcuera, una trampa para bicis escopetadas.
En una mañana donde el agua se calentaba en un suspiro, hubo voluntarios 'regando' con mangueras o llenando los bidones
Una escena que se ahorraron los que hicieron la corta –119 kilómetros y 2.100 metros de desnivel positivo– al irse directamente desde Rascafría a Lozoya. Adiós Morcuera y Canencia, un tercera envenenado, desde la rampa de presentación tras un descenso pronunciado a tres kilómetros finales al 7,6%, por encima de la media de Navacerrada. Hacía tanto calor que el agua del avituallamiento en la cima era sopa castellana apenas media hora después a los pies de Navafría, otro puerto de 10 kilómetros, el último, marcha fúnebre. Ni la mejor organización puede bajar el termómetro, pero no faltaron voluntarios, como la manguera con la que un vecino rociaba ciclistas al inicio de esa subida mientras un compañero llenaba bidones a corredores en marcha. Así se salvó el día, pues ni la sombra de pinar en la parte cimera refrescaba. Y coronar consolaba lo justo porque al otro lado del puerto esperaba la N-110.
La organización supo de 14 caídas con diveros partes médicos; una, en la bajada de Morcuera, requirió ingreso en el hospital
Los grupos iban sorteando ciclistas varados por el arcén y esquivando coches en los tramos más congestionados: en Torrecaballeros, la carretera entre Trescasas y Palazuelos de Eresma y, por último, el kilómetro de entrada a la ciudad, con el peligroso paso por la rotonda de la circunvalación. Nueva Segovia fue el final, el refresco, el reencuentro con los familiares, las poses mortuorias en la sombra de los portales junto a pabellón Pedro Delgado, que subió al escenario a la Guardia Civil –algunos agentes la corrieron– y a Juanjo, que tuvo al segoviano como gregario de lujo. «Cuando era pequeñito, lo veía; estar ahora con él…» Otra recompensa más por seguir adelante pese a su drama. «Me salvó. No sabía qué hacer, engordé muchísimo, por suerte un amigo me dijo que volviéramos. Venga, vamos a montar en bici, que es lo que hemos hecho toda la vida. Es lo que me ha hecho vivir y levantarme todos los días».
La Perico reivindica su naturaleza de marcha no competitiva, La 'ganó' José David Martínez Alcaraz con 4h19m46s. Estaba en meta antes de la 1. Mientras, los demás se cocían en el asfalto.
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