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Antonio Barrio (i) y Armando Martín, junto al corcho con más de un centenar de licencias. Antonio de Torre
El pelotón de Segovia hace historia

El pelotón de Segovia hace historia

El Club 53x13 recuerda sus tertulias en la tienda de Carlos Melero y el despegue de este deporte con Pedro Delgado

luis javier gonzález

Segovia

Lunes, 16 de julio 2018, 13:26

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La tienda de bicicletas de Carlos Melero siempre tenía algo que celebrar. El ciclismo ochentero era una delicia para una provincia con una población tan modesta. Llegó a haber cuatro equipos cadetes y otros tanto juveniles, más de sesenta carreras al año e ídolos de postín. En ese lugar de reunión sobreviven, en un corcho, más de un centenar de licencias de una generación que celebraba cada medalla y cumpleaños allí.

Melero, el pionero antes de Pedro Delgado –corrió seis Tour de Francia y ganó una etapa de la Vuelta a España– recuerda como si fuera ayer a la decena de chavales que se congregaba religiosamente en su puerta incluso cuando cerraba la tienda por vacaciones. Cuando nació el Club Ciclista 53x13, en 1981, con Perico como socio número uno, ya había un cubículo de nueve metros cuadrados lleno de soñadores en el taller del establecimiento.

Melero abrió su tienda en la plaza de Colmenares antes de asentarse en 1991 en el número 4 de la calle Clavel, en las inmediaciones del centro de salud de Santo Tomás. «Es una zona que está prácticamente en el centro y a la vez en las afueras», resume el exciclista. Habla de las viviendas de una cooperativa de banqueros que han ido cambiando de manos o de negocios que ya no están, como un bar, un taller mecánico, una armería o una tienda de manualidades. Fue uno de los primeros fundadores del 53x13, en enero de 1981. Acto seguido, puso la sede. Él llevaba la escuela, el equipo de cadetes y colocaba al resto de corredores.

Antonio Barrio es un historiador de cuadro décadas de ciclismo en Segovia. Su recuerdo hacia un «visionario» como Alfonso Martín 'Orejana', otro de los pioneros del club, es permanente. Él le buscó la primera bici con 19 años o le llevaba a Madrid para escoger material. Barrio corrió cinco años como aficionado, con servicio militar de por medio, y fichó por un equipo catalán, el Almogávares. «Fichar entonces significaba que te llevaban a las carreras. Igual salía un domingo por la tarde de Segovia y llegaba el lunes para correr la Vuelta a Jaén por la tarde. Si no me llevaba nadie, iba en tren o en autostop. Y era lo habitual».

No olvida un puesto de honor en la Vuelta a Segovia de 1978. «Iba subiendo la cuesta de Villovela y Alfonso iba en un coche animándome. Parece mentira, pero te ayuda». Entonces era peón de albañil y camionero; tuvo la suerte de que a su jefe le gustaba ir a las carreras y le llevaba.

Tres decenios

Barrio lleva 30 años como delegado de ciclismo en Segovia, pero antes estuvo en las primeras juntas directivas del 53x13, nombre que respondía al máximo desarrollo de la época: el plato más grande y el piñón más pequeño. Y es una figura omnipresente desde entonces: «No necesito ningún carné».

En la primera carrera que organizaron, la Vuelta a los Pinares –se mantiene desde entonces– el 27 de septiembre de 1981, Orejana y él corrieron; también Pedro Delgado, que estaba entonces en el Reynolds amateur. Antonio Llorente 'Saroni' fue el primer presidente y las reuniones iniciales eran en la heladería de Luis Robledo, vicepresidente, junto a la plaza de San Esteban.

Todos fueron hijos de Melero. «Cualquier cosa, recurríamos a él. Y cuando digo cualquier cosa, era cualquier cosa. ¿Cómo entreno? ¿Conoces esta carrera? El ciclismo en Segovia era entonces Melero; fue el primer profesional, el primer olímpico [Múnich 1972]… Era una época con medios de comunicación muy limitados y él nos contaba todo. Los ciclistas que ahora tienen 40 ó 50 años se hicieron mayores aquí», subraya Barrio.

Melero traía a sus compañeros del KAS como Nemesio Jiménez o Pepe Grande a La Granja a hacer la pretemporada; imaginen a Alberto Contador o a Alejandro Valverde jugando al fútbol con chavales que les adoraban. «Íbamos con las zapatillas en el maillot que parecía la chepa de un camello».

Deporte artesanal

El club tenía un fin muy modesto. «Éramos gente que había dejado el ciclismo y queríamos organizar un par de carreras» Todo funcionaba de forma muy artesanal, las placas que llevaban los coches de la organización tenían rótulos en marquetería porque era más fácil moldear la madera que pagar fotocopias. «Seguir la carrera con tu coche era un lujo, aunque pagaras la gasolina de tu bolsillo».

Barrio describe una reunión en el bar Las Delicias de la junta directiva del club. El Gran Premio de la Oportunidad, una contrarreloj por parejas muy amateur –entre todos los participantes sumaban poco más de 100 años y 150 kilos– pendía de un hilo. «De aquí sale dinero», dijeron. Cada uno puso una buena cantidad pero yo me acababa de casar… ¡Y no podía! Había menos medios materiales, pero era más humano. Es que era algo que hicimos nosotros»

La figura de un director deportivo era ciencia ficción. Alguien se encargaba de ver dónde había carreras y llamaba a las provincias cercanas si no llegaban carteles. «Si no había ninguna el jueves, que era el día sagrado en el que íbamos a la federación, pues llamabas a algún conocido». A partir de 1985, cuando Delgado ganó la Vuelta a España, empezó una década de esplendor aderezada por su Tour de 1988, pero también por una cantera vivísima. Se organizaron pruebas en Alguilafuente, Cantalejo, Turégano, Riaza, Revenga, Otero, Navafría… Había viajes en autobús a París para ver el Tour o etapas de la Vuelta.

Cortes de tráfico

La guinda llegaría con el campeonato de España de 1995, gestionado por Unipublic bajo la organización del 53x13. «El club se embarcó sin pensar en las consecuencias. Quizás se nos escapó a todos un poco de las manos», reconoce Barrio en referencia a una semana de cortes de tráfico junto a la iglesia de Santo Tomás. «Fue un caos importante, pero durante 15 días todos los hoteles estuvieron llenos». La presentación la hizo Luis Ocaña –ganador de un Tour y campeón de España en Segovia en 1972– cuatro días antes de quitarse la vida. Fue su último acto y, probablemente, su última foto.

Armando Martín, conserje del campus de la UVA, se define como «presidente anecdótico». Salió de su primera reunión del 53x13 hace 11 años con el cargo de tesorero y ahora dirige el club. Estuvo cuatro años en las escuelas mientras Perico, con su bici de 15 kilos, ganaba alguna carrera en el polígono de El Cerro, pero no la mayoría. Armando solo ganó una vez, con la bicicleta de un amigo, porque la mejor que montó apenas tenía un plato y tres piñones.

Es uno «de los cuatro de siempre, el bombero, otros dos, Antonio y yo» cuando toca organizar carreras de chavales como la de Sauquillo hace una semana. El club tiene actualmente 23 niños y adolescentes de edades comprendidas entre 6 y 14 años en las escuelas y un equipo cadete de 12 corredores.

Barrio se muestra autocrítico cuando analiza que ese 'boom perdido': «Lo fácil sería hablar de las circunstancias, pero no hemos sabido conservarlo ni hacer lo que ellos hicieron; la vuelta a Segovia tenía hasta seis etapas en los 60 y traían a Bahamontes a La Fuencisla. Sabían motivar a los chavales de escuela; tenían otra paciencia. Ahora vamos demasiados acelerados y esto no es solo ir allí y correr, todo empieza cuando los chicos hacen el viaje juntos».

Armando incide en otro aspecto clave: la seguridad vial. «Cuando sales con la bicicleta, tienes que intentar evadirte de que te pueda llevar por delante un loco. Nosotros intentamos que los niños vengan, pero los padres tienen mucho miedo».

Ante todos los vaivenes, siempre quedará el socio número uno. Porque, como dice Armando Martín, la Carrera del Pavo «es lo único en Segovia que abre y cierra un telediario». La fiesta del ciclismo sin cadena empezó con José María Heredero y tres amigos tirándose desde La Lastrilla a Vía Roma hace más de 80 años.

Cuando el 53x13 se hizo cargo de ella, salía de la iglesia de Santo Tomás ,y después de la estación de autobuses. Lo habitual era llegar hasta el Arco del Socorro, pero un año alguien montó una bici de trial y llegó hasta el Alcázar. Cambió entonces el reglamento para que las dos ruedas estuvieran siempre en contacto con el suelo. En una de sus últimas ideas, Orejana elaboró el recorrido actual. «Una carrera por la Calle Real era impensable. La gracia del Pavo no es vallarlo; como en el Tour, al final se abre la gente», resume Armando. El Ayuntamiento está preparando un homenaje a esta prueba imprescindible.

Barrio asegura que el ciclista lo es para siempre. «Lo duro de salir y saber que tienes por delante cuatro horas de sufrimiento. El esfuerzo por superarse le da al ciclista una fuerza de voluntad para toda la vida». Melero ilustra esa realidad. «Yo quería correr en los Juegos y en El Tour. Y lo hice. Pero no gané ni una cosa ni la otra. Esto no es boxeo, aquí salen 200 y solo gana uno». Gloria a los otros 199.

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