Un año de la DANA de El Espinar

Miles de euros en pérdidas y tres socavones aún sin reparar

El despertar de hace un año en El Espinar fue desolador. La noche fue larga para muchos que pasaron las horas achicando agua, pero la luz del día permitió comprobar el grave estado que presentaba el municipio. «Nuestra casa fue una de las primeras en inundarse. Vivimos en paralelo al Arroyo Merlero que se desbordó en plena noche. Los bomberos nos ayudaron en un primer momento a sacar el agua con la motobomba y nosotros pusimos otras dos de menor tamaño que no daban abasto. El garaje se inundó más de un metro. Teníamos bicicletas de carrera, máquinas de gimnasio, motos, una mesa de ping-pong y muchos muebles que tuvimos que tirar. En el fondo llegamos a tener suerte porque fue mucha la gente que nos ayudó y en poco tiempo conseguimos sacar todo el agua», explica Marcos Rodríguez.

Los daños materiales a nivel particular no han sido cuantificados económicamente en su totalidad, pero más de 150 viviendas de todo el municipio sufrieron inundaciones y algunas han tardado hasta siete meses en recuperar su estado previo al paso de la DANA. Los bloques de la calle Arroyo Merlero sufrieron la peor parte. Un año después, un enorme socavón corta de lado a lado su calle. Ascensores, sótanos y garajes quedaron impracticables provocando grandes pérdidas económicas a muchos vecinos. Además, el miedo a que se vuelva a repetir esta situación aterroriza a los propietarios de dichas viviendas que exigen al Ayuntamiento una solución. Han remitido varios escritos y solicitudes al Consistorio pidiendo información sobre la situación de su calle, pero hasta el momento no han obtenido respuesta.

Otro punto gravemente afectado fue la calle Yecla, cortada al tráfico desde hace un año. En este punto, los edificios contiguos no sufrieron daños pero hoy se puede ver como el río canalizado corre por debajo del asfalto hundido. Además, el pasado lunes arrancaron las obras en la canalización del río por debajo de la Urbanización Los Rosales, concretamente en la confluencia de la calle Lirio con la calle Petunias. Los operarios trabajan en dar una solución a otro punto en el que el agua desbordó su cauce provocando una gran inundación. En San Rafael, concretamente en la calle Menacho, otro enorme agujero de casi 10 metros de largo y cinco de profundidad impide la circulación de vehículos. Estos puntos continúan sin ser reparados un año después.

Todos estos daños de titularidad municipal sí que han sido cuantificados, ascendiendo la cifra hasta los 6,2 millones de euros. La pared trasera del cementerio se vino abajo y todavía se encuentra caída, se contabilizaron siete socavones de gran tamaño entre todos los núcleos y tres continúan sin ser arreglados, las aceras destrozadas y el asfalto levantado en cientos de calles sí que han sido reparados y las brigadas forestales de la Diputación de Segovia fueron las primeras en actuar en los cauces de los ríos desbordados y con los árboles caídos. Árboles que provocaron daños en muchos vehículos como el de Estela Fernández que amaneció con un enorme pino sobre el techo de su coche. Más de 100 vehículos en todo el municipio quedaron atrapados en garajes inundados, fueron arrastrados por las riadas o sufrieron daños por la caída de ramas.

«A mi familia se le inundó el garaje. Cuando empezamos a ver que el agua cogía altura lo primero que hicimos fue sacar los coches. El agua subía por debajo del suelo y llegó hasta un metro de altura más o menos. El seguro de la vivienda cubrió parte de los gastos pues la lavadora, la secadora y otros electrodomésticos quedaron inservibles. En ese sentido tuvimos suerte, pero sí que tuvimos que tirar muchas cosas que se estropearon con el agua», recuerda Daniel Herranz.

El problema con los garajes y sótanos fue el más repetido, pero en el paseo del Doctor González Bravo se vivió un caso único. La construcción de una vivienda en cuesta provocó una gran acumulación de agua en la parte trasera que llegó a alcanzar la altura de las ventanas por las que se filtró gran cantidad de agua. La casa, propiedad de unos vecinos cuya residencia principal se encuentra en Madrid, descubrieron los sucedido en el mes de octubre teniendo que tirar la gran mayoría de los muebles de toda la casa. «Nos avisaron de que salía agua por debajo de la puerta del jardín. Pensamos que se trataba de una rotura de agua o algo sin importancia. Cuando llegamos, el panorama era desolador. La casa entera (de una sola planta) se había inundado y el agua continuaba saliendo por donde podía. Por detrás del jardín tenemos un camino de arena sin asfaltar y el barro se había colocado por todas partes. Jamás pensamos que algo así pudiera haber sucedido», explica la propietaria de la vivienda, que prefiere mantener el anonimato.