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La falta de savia joven pone en peligro la caminata solidaria de San Lorenzo
Los organizadores, en su mayoría mayores de setenta años, lamentan también que «la burocracia cada vez es mayor»
Sigue habiendo muchas razones para echarse a andar, pero la organización de la caminata solidaria del barrio de San Lorenzo ha lanzado esta vez un SOS a la ciudadanía, y en especial a los jóvenes. La continuidad de esta marcha, que ayer alcanzó su mayoría de edad, peligra. A la falta de relevo generacional –la mayoría de los organizadores tienen más de setenta años– se suma la creciente burocracia. «Es mucho el papeleo que exigen, cada vez más, no es lógico que pidan lo mismo para una marcha de trescientas personas que para la Media Maratón, con más de dos mil», explica Ignacio Morales, en representación de la organización. La queja va dirigida principalmente a la Junta, «porque como salimos del término municipal, ya que la marcha llega a La Lastrilla, necesitamos su permiso».
Pero la principal preocupación es la falta un relevo generacional, «que la juventud se implique un poco más», porque aunque la generosidad que impulsa cada paso que se da está tan vigente como el primer día en el que el barrio se calzó esas zapatillas benéficas, «son ya dieciocho años, y siempre los mismos, eso va minando la moral», confiesa Ignacio Morales.
En La Pradera de Caracas (Venezuela), en Dete (Zimbawe) y en Haití están destinados tres misioneros segovianos. La parroquia de San Lorenzo conoció a través de ellos las necesidades de esas tres comunidades y se puso manos a la obra hace casi dos decenios para intentar paliarlas y conseguir sacar a los niños de las calles para darles una educación. La posibilidad de echar una mano impulsa a un buen grupo de personas a participar cada año en esta caminata, que volvió a atraer a familias enteras y grupos de amigos. Habitualmente son cerca de medio millar de personas las que se dan cita, pero ayer hubo menos, alrededor de 320, «probablemente por la amenaza de lluvia, aunque la jornada ha salido soleada», señala Morales. La plaza del barrio se llenó de vida en torno a las diez de la mañana, que fue cuando empezó a llegar el mayor número de personas para cumplimentar su inscripción en la marcha, que busca una renovación para no dejarse morir.