Caballistas intentan conducir a un grupo de tres toros hacia el núcleo urbano de Cuéllar. M. R.

Convulso y peligroso encierro en Cuéllar con los toros de Partido de Resina

Cuatro de los espectaculares astados pudieron ser conducidos hasta el tramo urbano, mientras que dos se mostraron prófugos de la manada creando escenas de incertidumbre en el campo

César Mata

Cuéllar

Lunes, 1 de septiembre 2025, 15:34

Los guapos toros de Partido de Resina tiene un alma tan seductora como independiente. Con ellos, el segundo encierro de Cuéllar se convirtió en ... pura estrategia. Prófugos de un sentido gregario, ya desde el principio, a eso de las ocho y escasos segundos de la mañana, Pedro Caminero y Pepe Mayoral pusieron ya entonces el anuncio de busca y captura. Toros de espléndida lámina, y con una policromía de pelaje que abarcaba desde el negro zaíno hasta el cárdeno claro. Esa cara chata, esas encornaduras semiengatilladas, de romana a veces insospechada…. Toros con cuajo. Son los antiguos Partido de Resina, cuyo actual propietario, Tico Morales, siguió el encierro en un vehículo oficial. Con todas sus incidencias, sus idas y venidas. Reses con una sangre muy 'gallarda', con ese punto de orgullo que evita hacer seguidismo bóvido. Una mañana en la que los bueyes han de demostrado que no son infalibles.

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Desde las monturas el encierro ha sido complicado, laborioso. De esos en los que incluso el mejor estratega pierde alguna batalla, aunque, finalmente se alce con el triunfo en la guerra. Pese a contar con alguna baja. Las astas de los bravos y su ímpetu genético, tan ancestral como en este caso, se imponen a las garrochas y a los cencerros. El puesto de mando sabe que no se trata de acudir a la fuerza, ni a la imposición empecinada. A eso ganan los toros, siempre. Y más en casos como los partidoderesina, animales de potente musculatura y carácter marcado.

Ya en la suelta se ofrecieron los primeros síntomas de una diáspora presentida. En la vereda del Vado Barcón el grupo estaba completamente disgregado. Con un intuitivo encaje de bueyes se logró que llegara un grupo principal, compacto, de cuatro toros, con sólo dos cabestros al paso de Las Máquinas. Luego otro toro, con cinco mansos. Más tarde, el sexto toro, con evidentes síntomas de cansancio. Todos, los seis, se reunieron, tras una maniobra de atraque en la loma colindante con la carretera de Cantalejo, al pago de Campaneros.

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Fotos del segundo encierro de Cuéllar. M. R.

El arranque de la comitiva para proseguir por el rastrojo, ya lo advertimos ayer, es una maniobra crítica. Y así fue. Nueva aventura secesionista, al galope, con cuatro toros en cabeza, sin encomendarse ni a los bueyes ni a la Virgen de Rosario. Bóvidos y équidos pasaron por delante del primer puente, del segundo… y siguieron su singladura hasta un promontorio desde el que se contempla, en la cercanía, la carretera de Campaspero, la autovía de Pinares, cuya linde se seguía, y Escarabajosa, un coqueto núcleo urbano a tiro de piedra de Cuellar.

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Cinco de los seis toros lograron ser reunidos, arropados por los bueyes, y custodiados por una cohorte generosa de caballistas, con sus garrochas enhiestas. El sexto dijo que no. Y puso pies en polvorosa, zigzagueado entre naves porcinas y cultivos de remolacha. Una huida lenta, pero persistente. Cuando paró, irrecuperable ya para el grupo, un certero dardo lo sumió en un plácido sueño en el que, quizá, alcanzó una libertad permanente no revisable. Pero la realidad es que fue capturado.

En el discurrir de astas y pezuñas hasta el embudo dos de los cinco toros decidieron apearse de la tradición. Uno con preaviso y otro a traición, cuando bajaba con otros tres camino del umbral que separa campo y ciudad, tierra y adoquín. A apenas 200 metros de las primeras talanqueras del tramo urbano se lo pensó y se dio la vuelta, regresando a la rastrojera.

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Este ejemplar terminaría entrando a la población, tras otros dos intentos fallidos en lo que le acompañó un hermano, de soberbia estampa, un pavo con dos leños y unas hechuras de pasarela zootécnica del toro de lidia. Éste último, que mostró un peligro sordo en el campo, fue finalmente anestesiado tras una labor campera de mérito y acierto.

Cuatro toros, cuatro, de Partido de Resina completaron en recorrido del encierro, en cuyos dos tramos, campero y urbano, exhibieron su poderío y majestuosidad, su tranco firme y obstinado, su carácter impasible y su gallardía insobornable. Un encierro sudado, muy trabajado, con momentos de riesgo y de tensión. Casi al límite, porque las tradiciones hay que saber valorarlas y defenderlas.

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