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Lugar de la calle San Juan en el que se ubicará la figura. Antonio Tanarro
César Franco: «Ya saben que la Iglesia con el diablo no se lleva bien»

César Franco: «Ya saben que la Iglesia con el diablo no se lleva bien»

Clara Luquero dice que la polémica «no tiene ni pies ni cabeza» y reitera que la figura «no es una exaltación del mal»

Á. g./Q. Y.

Segovia

Viernes, 21 de diciembre 2018, 23:21

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Prácticamente a la misma hora, aunque en lugares diferentes, el obispo de Segovia y la alcaldesa de la ciudad expresaron su parecer sobre la estatua de un diablo que será colocada durante las próximas semanas en la parte alta de la calle San Juan. La opinión del prelado, César Franco, en la línea de varios de los argumentos que la asociación San Miguel y San Frutos esgrimió para presentar un recurso contra su instalación por parte del Ayuntamiento. Por su parte, la regidora, Clara Luquero, reiteró la buena fe que tiene la administración para colocar una escultura que puede suponer un pequeño reclamo para los turistas que llegan a la ciudad.

El primero en declarar su opinión fue el obispo: «Ya saben que la Iglesia con el diablo no se lleva bien», indicó como introducción a un breve discurso en el que señaló el «poco diálogo» que había habido a la hora de decidir las señas de identidad de la estatua. «Ha habido poca acogida de las diversas sensibilidades que hay en una ciudad como la nuestra de tanta tradición cristiana. Se debían tener en cuenta esas sensibilidades según el principio de respeto a los credos, confesiones...», subrayó. El prelado afirmó que desde la perspectiva de la Iglesia, el diablo que se pretende colocar en el pretil de la calle San Juan no es un elemento que ayude «a entender mejor ni la tradición artística ni espiritual segoviana, ni siquiera la famosa leyenda». En este sentido, César Franco recordó que la figura se denominará 'Segodeux Acveuducti Artifex', nombre que incluye la palabra 'dios' en latín. «Se le da una especie de condición de Dios medio mitológica», añadió.

Aunque confesó desconocer la escultura y los trámites que se han llevado a cabo para su futura localización, el máximo responsable de la diócesis segoviana mostró su predilección por colocar en lo alto de la calle San Juan algún otro elemento de la leyenda del Acueducto. «Al diablo se le da como vencido, que es lo típico de estas leyendas y de los grandes relatos de la edad media, pero aquí lo ponen como si fuera el artífice del Acueducto», declaró. Tras reiterar su preferencia por algún otro elemento de la leyenda que «no hubiera creado esa especie de crítica», el obispo recordó la responsabilidad de colocar la estatua «es de la institución que lo promueve».

Apenas unos minutos más tarde, y tras la junta de gobierno local en la que desestimó el recurso planteado por la Asociación San Miguel y San Frutos contra el acuerdo adoptado por el Ayuntamiento para aceptar la obra de José Antonio Abella, la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, se refirió a la polémica como «cosas basadas en el absurdo y la insensatez». La regidora se mostró tranquila ante un posible escenario en los tribunales debido a un nuevo recurso de la asociación en los juzgados: «No tiene ni pies ni cabeza. La potestad de colocar ese elemento en la vía pública es municipal».

Mejor voluntad

Luquero recordó que los técnicos jurídicos del departamento de Cultura que se encargan de estudiar cada expediente también se han encargado del relativo a la colocación de la estatua del diablillo. «Las cesiones que se han hecho de diferentes bienes han pasado por junta de gobierno», manifestó Luquero para responder a las acusaciones que sostenían la necesidad de que la decisión fuese tomada por el pleno del Ayuntamiento. Por último, la regidora incidió en la «buena fe» con la que había actuado la adminsitración. «El diablo forma parte de la iconografía cristiana. Está en muchas iglesias del mundo. Esto es un auténtico absurdo. Nuestra intención es desde la mejor voluntad y la buena fe. Sin embargo en la intención de los demás no veo yo tan buena fe, como que la mirada está un poco turbia. No se trata en absoluto de una exaltación del mal», concluyó.

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