Borrar
Evarista, la mujer de Vitorio, muestra la foto de su marido y de su suegro con sus hijas María Ángeles y María Antonia, detrás, durante el acto celebrado ayer en el cementerio El Carmen de Valladolid. Gabrierl Villamil
«Yo sé quién era mi abuelo y que no era un asesino»

«Yo sé quién era mi abuelo y que no era un asesino»

La familia de Teodomiro Valriberas Carreras, uno de los cinco vecinos de Labajos acusados de la muerte de Onésimo Redondo en 1936, asiste al memorial a las víctimas de la Guerra Civil

Quique Yuste

Segovia

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 17 de febrero 2020, 13:20

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Vitorio, su hijo, no estuvo presente –«aunque bien que le hubiera gustado»–, pero en cuanto se recupere de los problemas de salud que atraviesa acudirá al cementerio de El Carmen de Valladolid para despedirse, más de ochenta después, de su padre Teodomiro, uno de los cinco vecinos de Labajos acusados de la muerte de Onésimo Redondo en 1936, «delito que no cometieron» y por el que fueron fusilados. Sí estuvieron presentes en el acto su mujer Evarista y sus hijas María Ángeles y María Antonia, nietas de Teodomiro. Lo hicieron portando fotografías tanto de Teodomiro como de Vitorio. Esta familia segoviana se unió ayer a las cientos de personas que despidieron este domingo a las 245 víctimas de la Guerra Civil en el cementerio de El Carmen de Valladolid. Los restos de los represaliados por el franquismo, encontrados en una fosa del propio campo santo vallisoletano en el periodo de 2016-2017, descansan ya en el Memorial que se inauguró tras un emotivo homenaje organizado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y el Ayuntamiento, y que se celebró para conmemorar las últimas elecciones democráticas de la Segunda República –precisamente, un 16 de febrero de 1936–

Aunque nunca llegaron a conocer a su abuelo, quisieron estar presentes en la apertura del Memorial para cerrar el capítulo más duro de su familia. Su padre, con apenas tres años , vivió el fusilamiento de Onésimo Redondo en Valladolid, experiencia que pese a su corta edad marcó el resto de su vida. «Lo recuerda. Él se acuerda de lo mal que lo pasó», afirma María Ángeles. «Mi padre no sabe dar cariño porque no lo ha tenido. Nos daba mucha pena», afirma la hija de Vitorio. Con el acto celebrado, la familia de Teodomiro se da por satisfecha. «Era algo necesario. Hacía falta este reconocimiento», indican.

No obstante, y a pesar de que han conseguido «la tranquilidad de saber donde está nuestro ser querido», lamentan que en Labajos, su pueblo, no le hayan hecho ningún reconocimiento. Es la única espina que sigue clavada en una familia que afirma ya no sentir rencor por lo sucedido. De hecho, ni siquiera piden que se revoque la sentencia de aquella época por la que su abuelo fue condenado a muerte. «Me da igual. Yo sé quién era mi abuelo y que no era un asesino», declara con orgullo.

Junto a Teodomiro Valriberas recibieron sepultura en el cementerio vallisoletano otros cuatro acusados por la muerte de Onésimo Redondo. Al igual que los últimos 84 años, pero de forma más digna que en una fosa común en la que pasaron décadas (hasta que fueron encontrados en 2016 y 2017), los restos de Anastasio Domínguez, Félix Merinero, Juan García y Francisco González descansan junto a los de Teodomiro.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios