Segovia
Abocados al cierre porque Las Lastras quedan demasiado lejosKangurolandia busca un paraguas normativo para llevar a los niños al mismo lugar que lleva utilizando desde 1992
La supervivencia de la guardería Kangurolandia depende de unos pocos metros, los que separan su sede, en la calle Lirio, de las Lastras, donde llevan ... a sus niños en el recreo. Esa zona al aire libre está lejos, subraya Educación, y deben buscar una alternativa más cercana que sea de uso exclusivo. En esas dos batallas –que la Junta amplíe la distancia permitida y que el Ayuntamiento conceda una autorización– está el futuro de un negocio que abrió en 1992.
«Salimos como hemos hecho toda la vida las escuelas infantiles», subraya una de sus responsables, Ana Hernando. Los requisitos que les ha trasladado Educación son que desde la puerta hasta el lugar de recreo debe haber un máximo de 150 metros y no se pueden cruzar carreteras. «Hemos intentado todas las soluciones del mundo». Han acudido a comunidades de vecinos, tanto la suya como otras cercanas, a pedirles el patio. Sin éxito. «Educación nos dijo que el sitio donde llevábamos 30 años está muy lejos, pero que si consiguiéramos la licencia del Ayuntamiento a lo mejor nos lo podían dejar durante un año». Llevan «meses» en busca de ese informe municipal favorable que les permita ganar tiempo.
Así que el jueves a, eso de las 10:30 horas, su ejército de niños salió hacia Las Lastras como llevan haciendo las guarderías «toda la vida». Hernando pide flexibilidad para cruzar la carretera, «que podría ser súper factible» o alargar distancias, «salir a un parque que esté un poco más lejos». Su guardería ignora si podrá operar en septiembre, pero está planificando el próximo curso como si así fuera. Su centro tiene concedida la subvención para el curso 2023-24. «Sin embargo nadie nos dice si podemos continuar porque no estamos cumpliendo las condiciones que nos exigen».
En esencia, estos negocios viven el dilema de adaptarse o morir. «La subvención no da para hacer una inversión tan grande». El contexto no ayuda y Hernando argumenta la llegada de los niños de uno y dos años a los colegios como una competencia imposible para las guarderías. «Si cada vez nacen menos niños y se los llevan a los centros públicos, ¿qué vida nos queda a nosotros? Necesitas siete u ocho años para amortizar una inversión de 40.000 euros. No creo que dentro de ese tiempo estemos aquí porque los van a absorber los colegios, a los que exigen la mitad de la mitad que a nosotros». Lamentan que su mínimo de alumnos para recibir la subvención sea de 12 y haya colegios con dos niños.
Hernando compara la situación con cómo el sistema público absorbió décadas atrás a los niños de tres años y ve en la natalidad una espada de Damocles. «Está clarísimo que a las escuelas privadas nos quieren cerrar. Los colegios se están quedando vacíos y tienen que llenarlos». Y alerta de los problemas para el grupo de edad no subvencionado, entre cero y un año. «Les están dejando literalmente en la calle. El bebé de cinco meses no entra en ningún sitio. Como nos obligan a tener una ratio mínima para coger la subvención, no podemos coger bebés». Esta educadora reivindica su causa a través de la Asociación de Escuelas y Centros Infantiles Privados de Castilla y León, que cuenta con una decena de guarderías segovianas.
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