Alejandro Rodríguez: «La gente intenta continuar con sus vidas»

Como voluntario en el Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencias (ERIE) de albergue provisional y logística, Alejandro cargó su maleta el pasado viernes para viajar hasta La Palma y adentrarse en la labor solidaria que se desarrolla allí diariamente. El voluntario, que desarrolla la función de responsable provincial de servicios preventivos en Salamanca, estará en la isla hasta este sábado. Él mismo cuenta a través de este medio cómo está viviendo la experiencia.

Alejandro forma parte de un equipo de cuatro personas, encabezado por un responsable procedente de las propias Islas Canarias. Junto a él está Felipe, palentino encargado de logística; Paco, que procedente de Tarragona es el encargado de infraestructuras y Mari Cruz, cordobesa que ejerce de jefa de equipo. Todos ellos trabajan codo con codo en la función de logística ya que, como explica Alejandro, «actualmente no hay gente en el albergue». De este modo, se encargan principalmente del transporte de personas desde el hotel donde están realojados a las consultas médicas o de transportar el avituallamiento hasta los pueblos de las zonas afectadas donde trabajan otros voluntarios locales. No obstante, y a pesar de no haber previsión de más realojos, «el albergue está completamente preparado para ocuparse en caso de que fuera necesario».

En La Palma existen actualmente dos puntos «lanzadera», desde los que parten los propietarios de las viviendas en la «zona roja», es decir, dentro del perímetro afectado por la erupción. En esos «puntos lanzadera» se reparten mascarillas y equipos de protección, cuyo transporte también queda en manos del equipo de Alejandro.

El voluntario salmantino explica que los palmeros mantienen los ánimos «al no haberse extendido más el perímetro afectado». «La gente intenta continuar con sus vidas», explica Alejandro, reconociendo la labor que está llevando a cabo el equipo psicosocial allí. «Hay que tener en cuenta que han perdido sus viviendas, y en su mayoría son viviendas heredadas de padres y abuelos. Hay gente que ha perdido la casa en la que llevaba desde que era un bebé. Es toda su vida», recuerda Alejandro. Además, cada día allí, tanto él como su equipo se han preguntado «cuánta gente habrá guardado sus recuerdos en una caja durante estos días por si les toca salir corriendo». Es esa «inquietud e intranquilidad» la que marca los ánimos en La Palma.

A nivel personal, Alejandro reconoce que esta experiencia le ha enseñado a valorar lo «fundamental». «Hay que quedarse con lo importante, la familia y los amigos. Todo lo material al final no vale para nada, se te va y te has quedado sin nada. Hay que vivir la vida cada minuto, hoy estamos aquí y hay que vivir día a día», repetía el voluntario. En cuanto al fenómeno natural, afirma, es «único», aunque «ojalá no hubiera pasado nunca».

Respecto a esto último, Alejandro también hace referencia a la masiva llegada de turistas a la isla para observar el río de lava recorriendo el terreno. «Se ha convertido en un atractivo turístico y aquí es donde entra en juego la parte moral. Hay gente que viene a disfrutarlo», reconoce.

Cruz Roja

Desde el pasado 30 de septiembre, Cruz Roja, además de organizar el envío de voluntarios para las diferentes labores en la isla, aporta ayudas diarias por valor de más de 11.000 euros. Desde la institución ya se han repartido más de 70.500 mascarillas FFP2 y gafas protectoras para hacer frente a la gran cantidad de ceniza suspendida en el aire.