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Un momento del último encierro, con menos corredores de lo habitual.

Los encierros nocturno y diurno ponen el broche de oro a las fiestas

Los vecinos respondieron muy bien a la primera carrera de noche en la localidad, organizada por Tauroarribes

ELENA GÓMEZ / WORD

Miércoles, 24 de agosto 2016, 11:57

Lumbrales despidió ayer sus fiestas patronales y lo hizo, como no podía ser de otra manera, con la figura del toro muy presente en todo momento.

Y es que dos encierros fueron los principales protagonistas de las últimas horas de fiesta en la localidad, especialmente el primero, celebrado en la noche del lunes, siendo la primera vez que la localidad albergaba un encierro nocturno.

Dicho encierro, organizado por la ACT Tauroarribes en colaboración con el Ayuntamiento de Lumbrales, fue conocido como el segundo toro del Abadengo, siendo el primero el que la asociación soltó el pasado 7 de mayo en San Felices de los Gallegos, coincidiendo con el quinto aniversario de Tauroarribes.

La expectación era máxima y eso se notó en la fuerte presencia de público, tanto de Lumbrales como de pueblos de la zona, que llenó el recorrido y, por supuesto, la plaza de toros. Los animales, un eral y una vaca erala, que corrieron desde el cruce de la carretera(donde se instaló el cajón) hasta la Plaza Mayor, tampoco decepcionaron y protagonizaron una carrera rápida y limpia que empezó con 10 minutos de retraso.

Por otra parte, durante la mañana de ayer tuvo lugar el cuarto y último encierro a caballo por las calles del municipio. Un encierro que, en esta ocasión, solo corrieron tres novillos de la ganadería Ignacio López-Chaves.

Los días de fiesta y el hecho de que fuera martes se notó en el recorrido, menos concurrido que en los días anteriores, al igual que entre los corredores, cuyo número también era menor que el que se había visto en los otros encierros.

En un encierro sin incidentes especialmente destacables, cabe señalar la rapidez de uno de los astados, que entró en solitario en la plaza al final del recorrido seguido, a los pocos segundos, por el resto de novillos y por los cabestros.

Además, como es habitual en el último día, hubo un encierro con tres vaquillas, para que aquellos que no se atrevían con los novillos pudieran correr delante de ellas.

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