La hostelería ve pros y contras en fijar la Semana Santa en el calendario

El ámbito hostelero, aunque pudiera parecer lo contrario, no tiene una opinión definida sobre la propuesta del Papa Francisco acerca de fijar una fecha para la Semana Santa. A primera vista, si esos días cayeran cada año en abril, podría beneficiar al sector, ya que habría más posibilidades de que acompañara la meteorología -como ha sucedido en Salamanca en los dos últimos años-, pero como señala Cristina Ruiz, también depende de las fechas exactas en las que se fijaran esos días. «No tendrían que coincidir con el 23 de abril, que suele ser uno de nuestros puentes fuertes», indica.

En realidad, es que la variabilidad de la Semana Santa tampoco importa tanto ante los ojos de la hostelería salmantina, según explica también Cristina Ruiz. «Todo es relativo y depende de cómo lo miremos», subraya. Y es que si la Semana Santa cae casi a mediados del mes de marzo, como ocurrirá el año próximo, los fines de semana del mes de abril quedan «despejados» para que venga más gente a lo largo de la primavera, gente que, a lo mejor, ha decidido no realizar ningún viaje en Semana Santa precisamente por caer muy temprano en el calendario.

«También depende de cuándo se establecieran las vacaciones escolares», añade la gerente.

En resumen, el cambio anual de la Semana Santa favorece y perjudica a la hostelería al mismo tiempo, teniendo en cuenta que hay que aplicar otras variables, como el tiempo, los días libres con los que cuenten las familias o las festividades con las que pueda coincidir el calendario procesional. «No hay una opinión definida, porque lo que nos viene bien por su sitio,m nos puede ir mal por otro», concluye Cristina Ruiz.