De Prada reivindica las victorias por encima de las derrotas de nuestra historia
Acerca a sus lectores a las Filipinas españolas en su última novela, ‘Morir bajo tu cielo’, con motivo del primer Aula Cultural de El Norte celebrado en Salamanca
Luis Miguel de Pablos
Martes, 18 de noviembre 2014, 12:34
«Brutos hemos sido, pero brutales no». Juan Manuel de Prada hizo en la tarde de ayer una férrea defensa de lo español y de la historia que le precede. Sin necesidad de envolverse en la bandera, reivindicó todos aquellos episodios olvidados de la historia de España para darles carta de naturaleza y anteponerles incluso a todos esos fracasos que, sin embargo, se recuerdan con mayor énfasis. Algo tan español como quedarse con las derrotas por encima de las batallas ganadas. «Si no lo reivindicamos, nos convertimos en pueblos lacayos», subrayó ayer el escritor, Premio Planeta en el 97 por La tempestad y Premio Narrativa en 2004 por La vida invisible. Dos años después de 'enrolarse' en la División Azul con Me hallará la muerte (Destino), Juan Manuel de Prada rescata a los últimos de Filipinas en una novela, Morir bajo tu cielo, construida desde la perspectiva histórica con multitud de aristas críticas. Crítica al gobierno español de la época, «por permitir que los genocidas yanquees hicieran todo tipo de tropelías para acabar con todo lo que sonaba a español» en Filipinas. Crítica al patrioterismo, «a ese fariseísmo que es la utilización de la religión con fines políticos». También a los gobiernos que hincan la rodilla ante los intereses de otros países. E incluso crítica también a países que, sin llegar a ser potencias, han hecho propaganda anti-española a lo largo de los siglos, caso de Holanda, de la que el autor logra «vengarse» a través del personaje Rutger Van Houten -venganza personificada en Guillermo de Orange, según confesó el propio autor-.
Vizcaíno de nacimiento, aunque repartiera su infancia y juventud entre Zamora y Salamanca, De Prada regresó ayer a la tierra que vio nacer sus primeros textos de la mano de una historia pensada en un plano secundario. «Había concebido una idea quimérica que eran mis propios Episodios Nacionales en torno a los siglos XX y XXI», señaló ayer acompañado en la presentación por Carlos Aganzo, director de El Norte, y por el delegado del periódico en Salamanca, Isidro Serrano.
«Filipinas es para nosotros ya un lugar exótico, de lazos escasos y vínculos culturales casi rotos. Algo casi retórico, casi como Camboya o Vietnam que, como escritor, me permitía explorar terrenos exóticos. Es un episodio que permanece en la memoria colectiva, algo menos en la historia española, que tiene un valor testimonial especial », explicó el autor, glosando el carácter quijotesco que siempre ha caracterizado al español. «Esa tradición de resistencia que siempre ha caracterizado al pueblo español, desde Numancia o con episodios como el del Alcázar de Toledo, se refleja en la novela. La resistencia de los últimos de Filipinas no fue recompensada, les dieron una pensión miserable», recordó De Prada, que establece un retrato fiel de lo ocurrido en torno a este grupo de resistentes en una tierra que perteneció a España durante más de 300 años, aunque se permita ciertas licencias, como «meter una monja» en la iglesia donde resistieron los españoles -donde en realidad hubo tres frailes- o construir un tren imaginario para rendir homenaje a los héroes cuando no hubo tal tributo.
«A lo soldados generalmente se les despide con honores pero cuando toca recibirles, se hace de extranjis», apuntó, recordando cómo para esta batalla en concreto se reclutó a jóvenes de familias pobres, «puesto que las ricas se libraron pagando una cuota de 2.000 pesetas para no ir», añadió. «La historia se acuerda del nombre de los generales, no de los nombres de los militares», espetó.