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Un momento de la sesión de entrenamiento del Real Valladolid de este lunes en los Anexos. Carlos Espeso
De la tristeza al apagón: el entrenamiento más extraño del Real Valladolid

De la tristeza al apagón: el entrenamiento más extraño del Real Valladolid

La primera sesión del Pucela tras el descenso estuvo marcada por un ambiente de pesadumbre, aunque con aparente normalidad en el trabajo... hasta el corte masivo de electricidad

Arturo Posada

Valladolid

Lunes, 28 de abril 2025, 20:52

El Real Valladolid vivió este lunes una de las jornadas más extrañas que se recuerdan en Zorrilla.

Dos factores confluyeron en los Campos Anexos.

Por un lado, el primer entrenamiento tras el demoledor descenso a Segunda División, con semblantes tristes de los futbolistas, aunque apariencia de normalidad en los ejercicios sobre el césped.

Por otro, el apagón masivo que afectó a toda la Península Ibérica y que golpeó también a la actividad diaria en las oficinas y, en menor medida, a las rutinas diarias de los jugadores y cuerpo técnico.

Empecemos por el final.

Pasadas las 12:30 del mediodía, sobre el césped de los Anexos ya sólo quedaban los porteros con su trabajo específico.

Todos los futbolistas de campo se encontraban dentro del estadio Zorrilla, unos el gimnasio y otros en el vestuario. El apagón les pilló de lleno.

«Los que estaban en el campo han continuado. Cuando han bajado todos, no han podido comer allí y se la hemos entregado en unas bolsas para llevar. En ese sentido, no ha habido problemas porque la comida ya estaba preparada desde primera hora. Obviamente, los que se encontraban en el gimnasio no han podido continuar. Y todos se han ido para casa», explica Jorge Santiago, portavoz del Real Valladolid.

Mientras, en las oficinas, el corte total en el suministro eléctrico sumió a los trabajadores en el mismo carrusel emocional que sintieron millones de españoles con el paso de los minutos. «Al principio no sabes qué es lo que pasa. Primero piensas que es un problema tuyo, pero enseguida llegaron las informaciones de que se trataba de un asunto a escala nacional. Estuvimos todos abajo, esperando a ver si volvía la electricidad, pero al cabo de un rato ya les dije que el quisiera irse para su casa, se marchara, aunque la recomendación era que no se cogiese el coche si se podía evitar. Algunos viven en pueblos, otros tenían que recoger a los niños...», recalca el portavoz, que subraya que el club sufrió la misma afectación que otras empresas y trabajos en oficinas, con la interrupción de las tareas diarias, que se retomaron por la tarde con la paulatina vuelta del suministro.

La mañana había comenzado con un halo de irrealidad una hora y media antes de la interrupción masiva del sistema eléctrico. Cuatro aficionados (contados) permanecían junto a las vallas colocadas para separar el acceso de los futbolistas a los Anexos. Stanko Juric, un tipo educado, miró y saludo a los presentes por iniciativa propia, mientras otros jugadores salían del túnel a cuentagotas con rictus de mucha seriedad y un punto de tristeza. Chuki. Iván Sánchez junto a Machis. Luis Pérez junto a Karl Hein y André Ferreira.

Un quinto aficionado se unió al reducido grupo y solicitó algunos autógrafos. A Mario Martín. A Raúl Moro. A Anuar. Sylla salió acompañado por Aidoo y Amath. Y uno de los cinco presentes exclamó: «¡Mucho ánimo!».

Ya sobre el césped, el ambiente se animó con la presencia de una visita de un grupo mucho más numeroso perteneciente a Fundación Personas. El colectivo efectuaba una visita por las instalaciones del Real Valladolid.

Álvaro Rubio reunió a todos los jugadores presentes en el tradicional círculo previo al inicio del trabajo. Como siempre... pero de manera diferente. Con anterioridad, el descenso no se había consumado de manera matemática. Pero en esta mañana de lunes y tras la larga digestión que empezó el jueves por la noche, el Pucela ya había certificado su peor caída al negro pozo de la Segunda División.

Mientras los jugadores empezaban a pelotear sobre la hierba, un sentimiento de indignación recorría las oficinas por el párrafo final del comunicado emitido a primera hora por el Atlético Tordesillas, en el que invitaban a los abonados del Real Valladolid a apoyar al equipo en el importante choque del próximo domingo en Las Salinas ante el Villaralbo. «Aunque no podemos prometer que nos vayáis a ver ganar, sí que os garantizamos que podréis ver a todo un equipo, compuesto en su mayor parte por jugadores vallisoletanos que no se pelean entre ellos, competir y dejarse la piel sobre el terreno de juego desde el minuto uno hasta el noventa», finalizaba el Tordesillas su nota pública. En Zorrilla se recordó la predisposición que siempre ha mostrado el Real Valladolid para ayudar al club vecino en múltiples ocasiones.

Ajenos a esta polémica, los jugadores del Pucela trataron de dar apariencia de normalidad a una jornada que ya era atípica desde primera hora. Observar al portero Karl Hein incorporado ya a los ejercicios específicos con el resto de guardametas (incluidos canteranos) fue una de las buenas noticias de la mañana. El cancerbero estonio no forzó, pero se le vio colocarse bajo palos en algunas acciones y afrontar ya el último tramo de recuperación de la lesión en la articulación acromio clavicular que sufrió el pasado 22 de marzo durante el partido Israel-Estonia.

Henrique Silva permaneció al margen por una dolencia muscular, con la previsión de que pueda estar disponible en el partido del 10 de mayo en Son Moix ante el RCD Mallorca. El lateral izquierdo brasileño se juega su continuidad la próxima campaña en Segunda, en función de su rendimiento. Los únicos ausentes sobre el césped de los Anexos fueron David Torres (con tareas específicas) y Javi Sánchez, en la enfermería. El club confirmó por la tarde que el central permanecerá entre seis y ocho semanas de baja por una lesión en el semimembranoso de la pierna derecha que se produjo durante el último partido ante el Real Betis.

El final del entrenamiento se animó con la visita del exdelegado Paco Santamaría. Pero, de repente, se fue la luz y todo quedó en penumbra en los vestuarios. Un apagón general tras el descenso más oscuro. La metáfora se explica sola.

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