El Real Valladolid Promesas desconecta y tira dos puntos

Uno de los pecados habituales en la juventud es la falta de concentración, uno que cometió el Real Valladolid Promesas ante la SD Compostela. El filial blanquivioleta se dejó empatar dos goles adquiridos como ventaja, en una primera mitad, cuando menos solvente en una segunda pobre, anodina, en la que tiró dos puntos que a la postre pueden resultar fundamentales de cara a la clasificación para el play-off, que, no obstante, sigue teniendo en sus manos.

Después de dos tímidas amenazas presionando arriba, el Compos dejó que el Promesas tuviera el esférico tal y como acostumbra: en un gran volumen y buscando activar rápido a sus jugadores de tres cuartos de campo. No encontró ritmo, sin embargo, en el inicio; se acogió a Pozo tratando que la velocidad la pusiera él, con acierto desigual hasta la acción que desencadenó en el gol de Cédric. El andaluz cazó un despeje de una pelota parada y devolvió el balón al área, donde Rofino cabeceó y 'la pantera' aprovechó el rechazo para marcar.

Aunque no llegara a través de su juego predilecto, el tanto mostró al filial el camino hacia lo más correcto, o por lo menos, hacia lo más próximo al estilo predicado por Baptista: el de combinar, pero bajo la premisa de «vísteme despacio, que tengo prisa». Así, la elección a la hora de mover el balón fue mejor en los minutos siguientes, en los que una jugada elaborada, ahora sí, permitió ampliar la ventaja. Arroyo tocó para Fran Rivera y este, en el área, consciente de quién venía por detrás, tocó para que Maroto disparara a la escuadra uno de esos tiros que, antes del remate, ya se sabe que van a acabar ahí.

El Compostela, que era espoleado por un grupo de santiagueses a golpe de bombo, no consiguió progresar con el esférico en toda la primera parte; más que espoleado, parecía necesario que le zarandeasen para contrarrestar el caudal creciente de los blanquivioletas, que, para más inri, en el comienzo del segundo periodo pudieron ampliar más su cuenta, merced a una falta directa de Fran Rivera que golpeó en el palo. Y entonces, se cometió el pecado: una desatención defensiva propició un ataque rápido por el lado derecho que llevó a Parapar a apurar línea de fondo, desde donde sirvió el balón al corazón del área para que rematase Santos.

Como si el marcador fuera adverso, de golpe, el Promesas se convirtió en un «y ahora qué», que no desaprovecharía el cuadro compostelano. La entrada de su máximo goleador, que empezó el partido en el banquillo, terminó de voltear el calcetín. Darío se erigió en revulsivo convertido en un Peter Crouch santiagués y solo le faltó celebrar su gol haciendo el robot, porque sí, marcó el que sería el gol del empate. El Compos volcó el juego sobre las bandas para servirle de centros desde ahí, y en uno de ellos, se adelantó para empujar a las mallas.

Sus buenos contactos lejos del área (aunque escasos) y capacidad para descargar balones aéreos se convirtió en tal amenaza que Baptista decidió introducir un tercer central, en vistas, además, de que sus pupilos no reaccionaban. Las molestias musculares que habían provocado el cambio de Cédric dejaron al Promesas sin su referencia arriba, pero, ante su ausencia, ni Breno se impuso en los duelos ni Tunde ofreció recursos suficientes al espacio. En estático tampoco la cosa mejoró debido, precisamente, al exceso de ese término: sin movilidad, pero también sin templanza, todo acabó porfiado a las carreras de Pozo, al que tampoco le acompañó el acierto.

Entretanto, el Compostela daría por buena la igualada –como para no– en los últimos compases. Después de un disparo alejado del exblanquivioleta Elliot, acabó firmando un armisticio que no le viene del todo mal en una pugna por el play-off que comparten unos cuantos equipos, incluido el Promesas, en ventaja respecto a otros, aunque cada vez más exigua.

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