¡Bang!
PPLL
Jueves, 18 de febrero 2016, 10:21
El disparo no sonó como un trueno, todo lo contrario. Fue algo más suave, sedoso. Un susurro. Como si en vez de ver a Roger chutando a puerta, hubiéramos sentido a Nancy Sinatra cantando al oído: «Bang bang!. I shot you down. Bang bang! You hit the ground». Un balón filtrado al corazón del área, el tiempo se detiene y pistolero desenfunda lentamente Un tiro, un cadáver. Como los francotiradores que se apostaban en un campanario abandonado durante la Segunda Guerra Mundial.
El gol fue el telegrama que anunciaba que el forajido regresaba a aquel pueblo del lejano oeste en el que dejó cuentas pendientes. Una manera de notificar que se aprestaran a juntar todos los billetes de la recompensa. Como en la mítica escena de Django desencadenado solo le faltó llamar al Marshal del señorío de Vizcaya para que diera fe de su nueva víctima y así poder cobrar la gratificación.
El Real Valladolid mostró en Bilbao su mueca más ruda, más dura, tan áspera que se podría encender un fósforo con solo frotarlo sobre el mentón. Un gesto que recordaba a la de Clint Eastwood en La muerte tenía un precio. Con los ojos entornados, sin inmutarse, daba lumbre a un cigarro mientras el agua de la lluvia se deslizaba a través del ala del sombrero. Así se mostró el equipo el sábado pasado, serio y frío. Sin grandes alharacas pero sin pasar apuros en la retaguardia el Pucela, tiempo después, ha sabido adaptarse al fin a una categoría tan árida como atravesar cualquier desierto de Arizona, en la que tal y como se encuentra el club en estos momentos o se sale victorioso o en poco tiempo no quedará otra cosa que su esqueleto, como el de un bisonte, semienterrado entre la arena. Quizá sea porque los refuerzos invierno han llegado, en una suerte de séptimo de Caballería, a golpe de corneta un segundo antes de que todo estuviera perdido, pero lo cierto es que el equipo ha encontrado la manera de no perder partidos sellando la vía de agua que castigaba con saña cada error defensivo que cometía y además, parece, ha podido descifrar el modo de hacer daño cada vez que traspasa las líneas enemigas. Por fin se alejan los negros augurios de un nuevo Little Bighorne y se confirma que quizá este equipo tenga guardada en la recámara una última bala que disparar antes de que acabe la temporada: ¡Bang!