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1
Al Pucela se le apareció la virgen. No pisó mucho más el área de Ter Stegen. Un centro lateral, una revuelta, Iván Sánchez en el ... control y un centro extraño que golpea en un rival y dibuja una parábola imposible. No había mucha alternativa. Por fútbol y por coherencia, al Real Valladolid solo le podía salvar una carambola. En este caso, el pinball duró algo menos de una hora. Ferreira, que estaba sólido, despejó al centro y llegó el empate. Con el cuadro castellano acostado encima de su portero, el segundo era cuestión de tiempo. Tampoco tardó mucho. Fermín agarró un rechace y domó el choque para el Barcelona, plagado de suplentes. La fortuna del conjunto blanquivioleta, sin más, obligó a Flick a ubicar sobre el verde la dinamita que le decoraba el banquillo. Con Raphinha, Yamal y compañía terminó la resistencia. Demasiado título para tan poca convicción.
2
El Pucela sobrevivió a los suplentes del Barcelona con los guantes de Ferreira como escudo. Los reflejos del meta blanquivioleta evitaron problemas antes del descanso. Rubio tiró la línea demasiado cerca de su arquero. En ese complejo comenzó la debacle. El cuadro castellano inutilizó su ventaja. En lugar de buscar el robo y la salida a la contra, se conformó con el despeje al país de nunca jamás y su nula capacidad para hilvanar nada. La distancia entre el Real Valladolid y el líder del campeonato resulta abismal, pero cuando el cacique enseña sus carencias con un once plagado de futbolistas poco habituales, el fracaso se asienta únicamente en la incompetencia del cuadro castellano para corresponder a su hinchada con un mínimo de incertidumbre.
3
Flick metió en formol a sus estrellas. Manta y fresco para De Jong, Lamal y Raphinha. No les recomiendo pisar Zorrilla en enero. Eso es frío. En mayo, el único contratiempo para el Barcelona es la suerte del Pucela, que apenas duró un suspiro. La diferencia es un insulto, pero al conjunto catalán le han hecho cosquillas equipos que se baten el cobre para escapar del descenso. Y sin suplentes. El conjunto de Rubio se ahogó en su propia incompetencia. El único plan es la flauta y el sonido espontáneo. No hay mucho más. Claro que, a la vista de las sesiones de trabajo y su duración, ganar al Barça cuajado de suplentes representa una utopía para un cuadro castellano que hace muchas jornadas que presentó su dimisión. La victoria del cuadro catalán se antoja corta. Más allá de las cabalgadas de Moro y los chispazos de Latasa, punzante en el remate, el Pucela volvió a ser la nada.
4
La lluvia de billetes de 500 euros con la cara de Ronaldo es justicia poética. Nada mejor que un 'Bin Laden' para escenificar el abandono institucional que vive el Real Valladolid. Al astro brasileño le resbala. Salvo que le cierren el puerto de Ibiza, el resto es lo de menos. Es posible que concrete la venta del club en los próximos días. Dios lo quiera. Es posible que no vuelva a tener una ocasión mejor de doblegar al Barcelona, más pendiente de otras lides que de ganar con argumentos en Zorrilla. Pero da igual. El Pucela es un equipo que lleva meses sin competir. El complejo de inferioridad es tan amplio que nadie es capaz de interpretar una batalla, a priori librada en inferioridad, que puede darse la vuelta con una chispa de personalidad. Para perder, da igual hacerlo con el marcador prieto o descosido.
5
El Real Valladolid es una comparsa. Tampoco da para más. Cualquier rival afronta los duelos contra el cuadro castellano como si fuera una sesión de baño y masaje. Ante el Barcelona, el chicle duró hasta el descanso. Poco más. Era cuestión de tiempo. Adiós a la primera piedra de la campaña de abonados. Ganar al Barcelona resulta imposible para un equipo sin argumentos como el Pucela. Hasta ahí, poco más. La diferencia entre la mediocridad y la esperanza era, precisamente, buscar la victoria ante un rival con las estrellas guardadas en el cajón para dibujar la primera letra del storytelling de la campaña de abonados en busca del ascenso. Caer es lógico, no intentarlo con mayor ímpetu forma parte de las señas de identidad del conjunto vallisoletano, incapaz de sobreponerse a su inoperancia. O Ronaldo vende ya o cuando quiera dar el pase, es posible que el club se encuentre atrapado en un denso fango del que resultará imposible escapar.
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