Bajo el influjo de la Virgen de San Lorenzo
La patrona muta en la cabeza de Marcos André, el VAR y la bota de Latasa para ayudar al Pucela a salir del atolladero. Partido gris y triunfo fluorescente
1
Guilherme hace, deshace, rehace y el VAR
Embarba encontró el boquete y a Guilherme no le quedó más remedio que meter el brazo. La defensa enterneció ante el Almería. Por primera vez ... desde que comenzó el curso, la retaguardia se deshilachó, por momentos, de Este a Oeste y el cuadro andaluz pisó con descaro el balcón del área blanquivioleta. La culpa no es patrimonio de la última línea. El desajuste nació desde la vanguardia e hizo hilo en la falta de empaque del centro del campo, con Juric como único soldado erguido. Sin noticias de Amath y Biuk, ni en el desborde ni en el repliegue. Un garabato. ¿Meseguer? El caso es que el portero hizo penalti, lo detuvo y la pifió minutos después. Manos blandas. Un 360 en toda regla, al que el VAR aplicó un retroceso que provocó el suspiro de alivio en la mueca del guardameta pucelano.
2
Los cambios encogen la presión de adelantada
Marcos André no es Latasa. Ni por cuerpo ni por piernas. Parece que va, pero no llega. Es un amago. Corre lo justo, aunque se le da bien el escorzo. Así llegó el 1-0. El técnico uruguayo no solo busca el gol con su 'nueve', le pide algo más. Es el primer defensa. El plan de Almada se torció cuando la presión adelantada retrocedió por incapacidad de los peones más adelantados. A Ponceau tampoco le llegaron las piernas. Ni en la contención ni en el despliegue. Le sobró siempre un toque. Las ideas cogidas con pinzas. Demasiado lento en la ejecución e invisible en esa primera zancada para robar en campo ajeno. Con el once fetiche ligeramente desdibujado, al planteamiento de Almada se le apagaron las luces. Presionó sin brío y no supo escapar de la monotonía con el balón en la bota.
3
Almada y su gestión a cámara lenta de los minutos
Almada es un tipo de ideas fijas. Cuando encuentra un once, machaca la pizarra hasta dejarla sin tinta. Los nuevos tienen que escalar el Everest para disfrutar de minutos. Ponceau pisó el verde desde el inicio por necesidad. El resto espera su turno. Solo se disfrazó de futbolista Peter Federico, muy lejos de su prime. Los demás se ve que no tienen recorrido ni para diez minutos. El técnico suele mover ficha a partir del 80. El técnico uruguayo mantiene el patrón que dibujó en Zorrilla Paulo Pezzolano, al que costaba dar la alternativa a las nuevas incorporaciones. Será cuestión de físico o de engranaje táctico, lo desconozco, pero no es lógico que los fichajes necesiten tanto tiempo para integrarse en la convocatoria. Con Almada, las decisiones transcurren siempre a cámara lenta.
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El Pucela menos reconocible del curso
El Real Valladolid era un equipo punzante en la presión, bien armado en todas las líneas, afilado en el despliegue y prieto en la marca atrás. El Almería desdibujó sus virtudes. El cuadro andaluz representaba la primera reválida. Un oponente fabricado también para pelear por el ascenso. Y en este escenario, el Pucela perdió sus señas de identidad. La libreta de Almada se desnudó para permitir el gobierno del choque por parte del equipo de Rubi. El Pucela perdió parte de su identidad. Vivió del VAR y el muelle cervical de André. Poco más. El conjunto blanquivioleta se atropelló en la creación, estuvo impreciso en el contragolpe y no supo encoger el césped para impedir el desarrollo ofensivo del Almería, que exhibió más calidad que puntería.
5
La patrona pone orden desde los once metros
La Virgen de San Lorenzo no se quiso despedir hasta arreglar el desaguisado de Zorrilla. La patrona siempre estuvo ahí. Un larguero, un guante a tiempo, ese quiebro, aquella mano, los reflejos de André, la puntería de Latasa. Maroto, bienvenido. El VAR vestido de blanco y violeta cuando estaba más cerca el 1-2, que el 2-1. Para eso está también la Virgen. No podía despedir las fiestas y apagar los fuegos artificiales con un empate. Lo suyo era la victoria y los tres puntos se quedaron en casa. Un partido discreto, pero un triunfo. Así es la Segunda, más acomodada a la capacidad de sufrimiento del Pucela que al brillo con el cuero del Almería. Esta categoría es así. De nada sirve el mérito, lo que cuenta es ganar. Y el equipo de Almada sigue demostrando que conoce el camino. Ayer titubeó sobre el alambre y el técnico volvió a mover ficha muy tarde. Pero ganó. Y es lo que cuenta. Lo demás es pura poesía. Que se lo pregunten a Rubi. De todas formas, no está de más que Almada siga revisando su libreta ofensiva, porque, resultados al margen, el cuadro castellano lleva tres partidos con el visor ofensivo ligeramente atascado.
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