Alejo pugna por un balón con un rival de la Cultural. Rodrigo Jiménez
Reflexiones de pizarra

Jugadores y juego en el Real Valladolid

«Urge testar el sistema frente a los hombres elegidos para desarrollarlo. El fútbol, sin orden posicional ni sentido táctico, es una castaña»

Martes, 30 de septiembre 2025, 13:14

Es de sobra sabido que el fútbol son los futbolistas como máximo exponente de lo que sucederá en el terreno de juego; sin embargo, no ... es menos cierto que si esos protagonistas son los idóneos para afrontar el envite, juegan en sus puestos adecuados y responden a un esquema preconcebido que cumpla con la ortodoxia futbolística, entonces ya estamos hablando de sistema y de equipo.

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Por tanto, si pensamos en equipo de fútbol como tal, los jugadores toman el protagonismo pero nunca en ausencia del juego.

- '¿Y cómo es eso de cumplir con la ortodoxia, oiga?'. Pues sencillo, créame.

Tan simple como que un equipo para que sea reconocido como tal y reconocible por su juego, debe cumplir una serie de normas que atañen a los jugadores y a su disposición; y en este apartado es donde toma su verdadero protagonismo el entrenador, algo que debe de quedar patente lo antes posible para que aquello se ponga en marcha con éxito.

Algo tan elemental que viene a romper los estereotipos y mitos que aseguran que los equipos tardan en hacerse y en conocerse. Falso como la moneda de marras. ¿Cuanto se tarda en hacer un equipo de las categorías inferiores que cada año pierde a más del 80% de sus efectivos?

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Pues la experiencia de muchos años en esa área me demostró que, con los jugadores adecuados, aquello está listo en un mes y tardará apenas otros dos en madurar. Si no, ¿cómo se confeccionan los equipos campeones en esas categorías…? Y es que el fútbol es igual en todas los estamentos a efectos de organizar un grupo y convertirlo en equipo, porque los sistemas y mecanismos a aplicar son universales.

¿Saben ustedes lo único que no es igual? Pues el sistema a elegir. ¿Y cuál es el bueno? Pues aquel que te permita alinear siempre a los once mejores del plantel para no cometer ni torpezas ni injusticias. Y sobre todo porque de los buenos se saca mucho más rendimiento que de los flojos. Y eso en el fútbol profesional, donde no se permiten licencias, veleidades tácticas ni obcecaciones, es básico para la consecución de objetivos.

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Por ello es universalmente aceptado que el buen futbolista es diferencial y el mediocre termina por estropear el trabajo del colectivo. De ahí que sea de obligado cumplimiento alinear siempre a los mejores y además colocarles en el sitio idóneo. ¿La idoneidad? Pues la que otorga el sitio donde creció y maduró en su juego llegando a ser importante, sin arriesgarnos a experimentar sobre lo ya conocido.

En este Real Valladolid, donde el sopapo leonés terminó por demostrarnos que jugar con fuego quema, urge volver a revisar cosas. La primera sería testar el sistema frente a los hombres elegidos para desarrollarlo. A mi no cabe duda que ese fútbol de tres líneas que propone Almada es el adecuado; del mismo modo que no albergo duda alguna de que los hombres que elige para desarrollarlo no lo son. Y es que, de igual manera que un secretario técnico tiene que confeccionar una plantilla completa y equilibrada, un entrenador tiene como misión escoger el mejor equipo conforme a plantilla. Y en ambas cuestiones tengo mis dudas.

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A modo de plan estratégico técnico la pregunta es obvia. Hombre por hombre, ¿cada uno es el mejor en su puesto? A mi salvo Guilherme Fernandes, Pablo Tomeo, Stanko Juric, Stipe Biuk y Marcos André (casi el 50% del inicial), el resto me parecen móviles, no inamovibles. La otra pregunta es simple. ¿El sistema que propone y entrena semanalmente el entrenador es el ideal para los hombres que alinea? No lo veo.

Es notorio que, ya sea por convicción o a modo de espera a tiempos mejores, el entrenador, aun estando satisfecho con el juego desplegado y la búsqueda del mismo, reconoce que hay que seguir trabando en el volumen del mismo. Y ahí discrepo de raíz en el concepto.

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¡No es cuánto, sino cómo! No es que Biuk tenga dos ocasiones claras, es que el equipo genere juego desde atrás, pase por el medio y llegue arriba en condiciones de finalizarse. Es que Alejo juegue por el extremo para que llegue a la línea de fondo y centre de verdad, es que un '8' de recorrido, disputa y presencia ocupe su carril y que un '10' de asistencia y finalización ocupe esa demarcación. Mientras tanto, más de lo mismo. Ya lo decía Julio Lasa: «El fútbol, sin orden posicional ni sentido táctico, es una castaña».

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