Entre el desierto y el abismo
El Real Valladolid juega con un medio campo en inferioridad con el que el contrario toca como si de un rondo se tratase
No me cabe la más minima duda de que el Real Valladolid tras su derrota de ayer ha puesto negro sobre blanco su ínfimo bagaje ... deportivo al tiempo que convierte su parcela creativa en una zona desértica prácticamente irrecuperable.
Y al mencionar la derrota créanme que me siento mucho más identificado con la forma que con el marcador, aún reconociendo que es el guarismo quien realmente marca rumbo.
Un equipo que hoy se encuentra en descenso no puedesalir encogido, aglomerado en su área, miedoso por acumulación defensiva y contraatacante por imperativo legal. Y no puede, ni debe, hacerlo porque ya tiene acreditado que para perder vale cualquier invención técnica, pero para ganar solo sirve ser el mejor en el campo.
Y no somos mejores porque no queremos jugar a ello, porque concedemos una importancia inusitada al rival mientras renunciamos al aporte de los mejores dejándoles en casa o en el banquillo.
No podemos serlo jugando a quien le toca hoy ser de la partida o buscando un nuevo chivo expiatorio al que no somos capaces de motivarle y convencerle, a pesar de contar con un cuerpo de profesionales tan amplio como competente en estas cuestiones.
Es imposible que podamos acceder a cotas superiores de juego cuando no sabemos aún si serán tres o dos los centrales y quienes serán los elegidos, o bien si contamos con un plan de juego de ataque organizado. Sí sabemos, por contra, que Raúl Moro es el baluarte único y final, porque el resto ni está ni Pezzolano parece esperarlos.
En estas condiciones, y a día de hoy, no somos más que una sombra de equipo que basa en la acumulación y el miedo el juego defensivo. Algo que termina por lastrar un medio campo en inferioridad que contempla atónito como el contrario le desborda fácilmente y siempre en superioridad como si de un rondo de posesión se tratase.
No tengo esperanzas de que llegue a entender nunca nuestro entrenador que la defensa hay que comenzar a ejercitarla en terreno atacante mientras los tres volantes y la línea defensiva adelantan posición en lugar de acularse.
No tengo esperanza alguna de que coloque un cabecero, tercer central cuando se defiende próximo a porteria, y que lo haga acompañar con dos volantes para igualar la presencia contraria en ambos flancos.
Y como todo ello es fácilmente realizable, siempre que se trabaje en la práctica diaria, pero imposible si la obcecación vence, no creo que vayamos a cruzar pronto un desierto técnico que finaliza en el abismo.
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