Aciertos de inicio en el Pucela para un final soñado

Por medio, una victoria justa y merecida por el juego y el esfuerzo y un resultado corto con arreglo a las ocasiones de gol generadas y que, de haberse convertido, habrían supuesto un varapalo histórico para el equipo barcelonista.

No hay duda que todo ello tiene una intrahistoria importantísima basada en dos aciertos fundamentales.

En primer lugar, como no podía ser de otra forma, acertando el técnico Pezzolano en lo que a hombres y sistema se refiere, con especial mención para un Roque Mesa inconmensurable y unos Larin y Plata fantásticos en su labor.

Resalto la labor de ellos, dentro de un nivel de acierto y compromiso del resto del equipo, de carácter sobresaliente.

De otro lado el momento inicial, diecinueve minutos exactamente, de marcar los dos primeros goles y encarrilar el partido casi de forma definitiva.

Es posible que alguien reste mérito por el autogol del central azulgrana; algo que resulta erróneo si nos paramos a ver como ya Larin se había lanzado a rematar y era inminente la conversión al centro de Machís.

Y si hace ya varios partidos que venimos reclamando la presencia de Mesa como hombre definitivo en esa parcela de armador del juego, el martes, y en concurso con Plano y Aguado, dio un recital de juego.

Eso es el competir, que tanto se estila decir ahora, y el administrar el balón. Presionando arriba, defendiendo abajo y administrando el esfuerzo y la pausa mientras ofrecía cobertura al compañero en el centro del terreno.

Jugó, como hay que hacerlo y a un ritmo altísimo, hasta que duró; y cuando abandonó el césped dejó encarrilado al equipo en pos del triunfo.

La lesión de Joaquín, si Hongla puede jugar, deja un equipo hecho, al menos en su inicio, con vistas a Almería, salvo mejor criterio.

Una victoria de este fuste, con la carga moral que ello conlleva, parece invitar a ser cautos con aquello que tan bien ha funcionado.

El sueño hecho realidad.