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En el fútbol, la consideración de que el gol es quien decide y la victoria es el fin que justifica los medios, lleva hasta la ... consecuencia de olvidar todo lo hecho anteriormente si al final, y por no aprovechar tus claras ocasiones, pierdes el partido.
Ese es, sin duda alguna y en mi opinión, el resumen final del partido que ayer en Cornellá El Prat jugó y lamentablemente perdió el Real Valladolid.
Antes de nada, vaya por delante que estamos ante otro equipo y otro entrenador; este de ahora es uno que repite alineación ante el convencimiento de ser lo mejor.
Un convencimiento extendido de que con lo que hay se pueden hacer más cosas y de mejor manera que lo hasta ahora visto, y que ayer dejó en Barcelona la impresión de estar cambiando para bien la dinámica negativa y perversa que el equipo mantenía.
Una dinámica que bien se pudo revertir de haber acertado en el remate –hasta en cinco ocasiones– en el instante final de producirse dentro del área de meta españolista.
Es obvio que ello no consuela porque vuelves de vacío, sí, pero no «derrotado», que puede parecer igual pero no es lo mismo; algo que invita a pensar que aunque se nos eche el tiempo encima, todavía el equipo tiene cosas que decir.
Independientemente de que la lesión de Moro pueda resultar trascendental por varios motivos, lo cierto es que el equipo, con Martín Cocca a la cabeza y en espera de los refuerzos necesarios, tiene encontrado un esquema de juego en el cual, tal parece que los jugadores creen y confían como vía de escape. Y eso es básico.
Ayer, sin ir más lejos, un Espanyol que no fue mejor que el Pucela, aprovechó los dos únicos desajustes en nuestra área para cerrar un partido que claramente pudo perder, de haber aprovechado algunas de las meridianas ocasiones de gol que disfrutamos y que no acertamos a convertir.
El simplista aserto de que hay que ser superiores en las dos áreas, ayer el Pucela lo elevó a dogma. Dándole la vuelta al razonamiento: si eres blando en ambas, pues por bien que lo hayas hecho en el resto del terreno, acabas perdiendo. O si lo prefieren resumido: el acierto es quien decide.
Me imagino que Diego Martín Cocca seguirá en su doble postura de pedir los refuerzos lógicos mientras y como hombre práctico –ver para poder creer– va a seguir incidiendo en la gente en la que cree y con la cual empezamos a estar de acuerdo.
Recuperar a Amallah es básico y constituiría el mejor, que no el único, refuerzo invernal. ¡Que no el único!
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