La actitud mejora, Sergio sobrevive
Gambeta larga ·
El Pucela salva un punto en Ipurúa después de ponerse por delante, de penalti, y sin generar más oportunidades en 85 minutos. Lo mejor fue el resultado que, sin ser bueno, templa la angustia y encoge los nerviosJuan Ángel Méndez
Sábado, 13 de febrero 2021, 21:42
Weissman clava su mirada en el banquillo
Shon juega en el Real Valladolid. El Weissman FC, de momento, no existe. El israelí se quitó la ... careta y se situó en la orilla de los haters de su entrenador. Sergio le aguantó más de una hora sobre el verde y le sustituyó por Kodro. El 'nueve' se marchó del campo por la puerta de atrás, con el cuello girado y la mirada clavada en el banquillo. Ridículo. No tuvo tanto celo para aportar un poco más cuando estuvo en liza. Vivió en fuera de juego. Poco más. Guardiola le sacó siete cuerpos en el duelo individual. El técnico acertó con el cambio y el ariete patinó con una actitud descarada y egoísta, sobre todo después de completar una actuación deficiente.
Malos clientes para el debut de Rubio
Miguel Rubio se estrenó contra dos torres. El canterano se atrincheró en la contundencia y esquivó la calma. Bailó con dos delanteros experimentados y corpulentos. No se arrugó, pero se mostró inquieto con el balón en los pies. Bruno tampoco le aportó calma. Los dos vivieron el infierno del fútbol ofensivo que propone el Éibar con el agobio desatado. Los de Mendilibar son una máquina de progresar con pocos toques y finalizar con envíos laterales para buscar la testa de sus arietes. El empate llegó así. Bryan Gil rompió a Kike (Pérez) y puso el cuero en la cabeza de Kike (García). Rubio destiló inexperiencia y llegó tarde, aunque se aplicó con ímpetu.
Bryan Gil, un futbolista diferente
Miguel Ángel Gómez se equivocó al no poner más carne en el horno de Bryan Gil. Ipurúa albergó dos partidos, el que disputaron el Real Valladolid y el Éibar, y el que dibujó el gaditano. El volante blaugrana firmó un mapa de calor infinito. Apareció por la izquierda, por la derecha. De repente por el centro. Arriba, abajo. Es como Pedri pero con vocación de extremo. De su zurda nació el empate. El Éibar depositó su imaginación en las finas piernas de Gil, un futbolista que el año que viene dará el salto a un mundo mejor. El Pucela se libró por los pelos. El conjunto blanquivioleta se mostró más firme y escapó de la apatía de los dos choques anteriores. Insuficiente.
Al Éibar hay que defenderle con posesión
Mendilibar siempre propone desde la épica y el rigor físico. Movimiento interminable, en defensa y en ataque. Siempre con el cuchillo tenso. Con balón, sin el cuero. Tres toques, dos por dentro, el punta descarga y apertura para buscar el centro tenso. Ipurúa podría ser Highbury. El espíritu del fútbol inglés más aguerrido. El Pucela se equivocó después de ponerse por delante. Quiso defender con tumulto y al Éibar solo se le detiene con posesión. Si le dejas que te arrincone, es fácil que te haga llorar. Y cuando tienes el balón, la circulación debe ser rápida y precisa, dos virtudes que tampoco son señas de identidad del cuadro castellano.
Guardiola regresó con ganas y movilidad
Guardiola volvió con nuevos bríos. Forzó el penalti que originó el 1-0 y se convirtió en el blanquivioleta más incisivo. Apretó los dientes en la presión y tuvo piernas para desmarcarse y encarar. Su compañero de vanguardia solo se tensó para faltar al respeto a Sergio y a su sustituto. Por detrás, Roque y Kike vivieron a saltos, acogotados por la marca rival. Jota regresó como el Guadiana y Orellana mejoró en la que fue su casa, aunque sigue lejos de agarrar el papel estelar. El Pucela mejoró en actitud, pero su fútbol se quedó corto. Un golaveraje más que se esfuma. Salvo el penalti, no hubo más oportunidades. Así, resulta imposible ganar a nadie.
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