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José Pina y su mujer, Josefa la Virgen. Aida Barrio
Publirreportaje

«Somos un buen equipo y nos coordinamos bien»

El matrimonio por José Pina, vendedor de la ONCE jubilado, y Josefa la virgen, afiliada a la ONCE, encontró en la puerta abierta de la entidad la oportunidad de trabajar en un despacho repartiendo suerte

Andrea Díez

Valladolid

Lunes, 11 de agosto 2025, 07:18

La historia conjunta de José Pina y Josefa la Virgen comenzó hace 45 años con su unión matrimonial. Un zaragozano y una cordobesa que, por avatares del destino, acabaron viviendo en Valladolid, la ciudad que les unió y donde han formado su familia: dos hijos y dos nietos de los que presumen siempre que tienen ocasión. También encontraron una segunda familia, la ONCE, a la que pueden recurrir siempre que lo necesitan.

Para contar otra parte de la vida de José, hay que comenzar por las secuelas que le causó la polio cuando solo contaba con 15 meses. «He ido con un bastón toda la vida y ahora que soy más mayor utilizo la silla de ruedas porque los años van pasando», comenta José desde la casa que comparte con su mujer.

En el caso de Josefa, es sordociega y su marido bromea sobre el hecho de que «entre los dos hacemos uno, a lo que yo no puedo, ella sí, y viceversa. Somos un buen equipo y nos coordinamos bien, es lo que siempre digo».

A José tampoco se le ha resistido el lenguaje de signos, que fue aprendiendo con la práctica, y aquí sigue el relato de su historia. Recuerda que cuando llegó en el año 1972 a Valladolid, comenzó a trabajar en el área de electrónica del centro de atención a personas con discapacidad donde se encuentra el colegio de Educación Especial Obra Social del Santuario. Allí estuvo trabajando durante 27 años, nada más y nada menos.

Precisamente, en el mismo edificio se encontraba una asociación de sordomudos. «Al salir de trabajar iba al bar con la gente de la asociación y como te relacionas a diario, vas aprendiendo poco a poco».

Tampoco le hizo falta ninguna formación específica pues «allí conocí también, a la que es hoy mi mujer. Así que aprendí más todavía porque con los sordociegos tienes que apoyarte en la mano, deletrear en la mano, y lo hago como cualquier intérprete».

Fue en aquellos años cuando comenzó su relación con la ONCE y como él mismo apunta, «ha sido muy importante porque más adelante empecé a trabajar con ellos, estamos muy agradecidos porque siempre nos han brindado su apoyo, además de darnos una oportunidad laboral. Nunca hemos tenido ningún problema con nadie, ni con jefes ni compañeros ni nadie. Hemos estado muy contentos y seguimos estándolo».

En sus primeros contactos laborales con la entidad, comenzó a trabajar en la Sección Sindical de UTO-UGT. «Mi función era la de intérprete para explicar a los compañeros sordos que trabajan lo que se hablaba y era necesario que conocieran».

Por su parte, Josefa «vino a trabajar al colegio de niños sordos que estaba en la calle José María Lacort. Era ayudante de la cocinera porque de joven se defendía mejor con la vista. Pero con la edad este sentido se deteriora y con la ONCE fue haciendo las revisiones médicas correspondientes. Fue de mucha ayuda».

Después, continuó con la venta de cupones en verano, para cubrir vacaciones. «Con la luz del día se defendía, pero cuando llegaba septiembre con los días más cortos y más oscuridad le resultaba mucho más complicado y no podía». Fue precisamente a través de Josefa, que era afiliada a la ONCE, cuando desde la entidad conocen a José.

Formación

Con el inicio de la venta del cupón de fin de semana, le propusieron hacer un cursillo de formación, y «por mi condición de discapacitado física podía optar a ocupar una de estas plazas de venta. Así que comencé a trabajar en el año 1999», explica. Y desde entonces ha estado en este puesto hasta su jubilación en el año 2012, cuando José Pina pudo solicitarla «por mediación de la ONCE, que estaban en contacto con la Seguridad Social para lo que hiciera falta».

En este sentido, comparte con su mujer que «la función de la ONCE es algo más que una simple institución, para nosotros ha sido y sigue siendo un pilar importante que ha contribuido a mejorar nuestra calidad de vida» e insiste: «Es como una familia y nos ayuda mucho en el día a día».

En una sociedad donde la discapacidad aún enfrenta barreras, la ONCE «ha sido un apoyo constante», de forma que «nos ha permitido mantener nuestra calidad de vida, seguir disfrutando de nuestras rutinas, participar en actividades y cursos que organizan», apunta José Pina, que se considera afortunado porque «mi discapacidad no ha sido un impedimento para trabajar siempre o formar una familia. Hemos estado rodeados de buenos amigos, compañeros y familiares que nos han apoyado siempre».

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