
Aprender a gestionar la soledad: el reto del siglo XXI
Programa Siempre Acompañados de Fundación 'la Caixa' ·
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El Norte
Jueves, 26 de diciembre 2024, 22:59
En una sociedad como la actual, iniciativas como el programa Siempre Acompañados de la Fundación 'la Caixa', pionero tanto en el abordaje de la soledad como en su modelo de intervención, son determinantes para acompañar y empoderar a las personas mayores de 60 años poniéndolas en el centro, como sujetos activos de su propio proceso de envejecimiento. Solo en 2024 se atendió a más de 2.900 personas en situación de soledad y, según el último estudio realizado, casi el 70 % de los participantes perciben una mejora de su estado emocional.
Las causas más comunes que precipitan la soledad en las personas mayores surgen de cambios vitales significativos, como la jubilación, las pérdidas afectivas o los primeros achaques y problemas de salud. Según Javier Yanguas, director científico del programa, «la importancia de afrontar y saber gestionar estas transiciones propias de la vida es determinante para sobrellevar los sentimientos de soledad que generan».
Camino Oslé, doctora en Pedagogía, trabajadora social y gerontóloga, y miembro del Comité de Bioética de Navarra, señala dos tipos principales de factores que determinan la soledad en la vejez: «Los condicionantes individuales, centrados en la movilidad y la capacidad cognitiva, y los condicionantes colectivos, que dependen de las relaciones sociales».
La perspectiva de género también es clave para entender la soledad, ya que esta tiene más prevalencia en las mujeres de edad avanzada. «Tenemos mayor esperanza de vida que los hombres y, por tanto, padecemos más las lacras asociadas a la vejez», afirma Camino Oslé, a la que avalan los datos: el 70 % de las personas que viven en residencias son mujeres, según el censo de centros residenciales de los servicios sociales españoles, elaborado por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO).
En la mayoría de los casos, la soledad en las mujeres se intensifica cuando su papel como cuidadoras llega a su fin: «Muchas mujeres hasta ahora solían vivir volcadas en el cuidado de la familia y el hogar. Cuando los hijos se marchan o se quedan viudas, si no han tenido tiempo de crear una red social propia, se encierran en casa y caen en el aislamiento», añade.
Sobre este aislamiento social y la posibilidad de tejer redes y vínculos personales, Isabel Cabrera, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora del equipo CUIDEMOS, opina que el contexto sociocultural actual «juega un papel muy importante». La pérdida de las redes vecinales y de los espacios comunitarios se refleja incluso en la estructura de las ciudades. «Apenas hay zonas verdes o espacios urbanos en los que poder sentarse y compartir una conversación», señala la experta.
El individualismo creciente de la sociedad de consumo actual tampoco ayuda, ya que favorece que haya menos relaciones personales y de peor calidad. Como afirma el catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo y escritor Marino Pérez en su libro El individuo flotante, «vivimos en una sociedad de individuos flotantes, sin arraigos, en la que escasean las relaciones significativas y duraderas». De ahí la relevancia de contar con la implicación de la comunidad para, en la vejez, restablecer los lazos sociales perdidos.
Las conductas edadistas también influyen en la percepción de la vejez. El edadismo, que se va interiorizando a lo largo de la vida, genera una visión negativa sobre lo que es ser mayor y tiene un impacto significativo en el envejecimiento que puede llegar a afectar a la salud física y psicológica.
En su investigación, Isabel Cabrera ha detectado que personas de 60 años, sanas y autónomas, asumen como propios estos estereotipos: «Empiezan a tener dudas sobre sus capacidades, perciben que tienen menos control y esto les conduce a dejar de hacer cosas». Estas conductas autoimpuestas derivan, entre otras cosas, en sentimientos de culpabilidad y carga que pueden llegar a producir «dependencia, sintomatología depresiva o incluso deterioro cognitivo».
Por último, Joan-Carles Mèlich, doctor en Filosofía y Letras por la Universitat Autònoma de Barcelona y premio nacional de ensayo 2022 por 'La fragilidad del mundo' (2021), añade que «la palabra soledad no tiene por qué tener un sentido negativo y que, cuando lo tiene, quizá no sea soledad sino abandono, que es el darse cuenta de que no importas para nada ni para nadie».
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