La temporada de setas se reaviva con las lluvias y se presenta como extraordinaria en Palencia
En pinares jóvenes se producen hasta 300 kilos de níscalos por hectárea, mientras el Cerrato recoge las primeras trufas
Almudena Álvarez
Palencia
Domingo, 20 de noviembre 2022, 08:37
Dicen los expertos que no hay que buscar mucho para encontrar setas y que basta con tener los ojos abiertos, observar más allá de la ... punta de los zapatos y estar dispuesto a disfrutar de la experiencia para no perderse ningún sombrero. En un pinar, en un robledal, a la orilla del rio, en un parque, en cualquier lugar podemos encontrar setas. Y no solo durante las campañas que marca el calendario, aunque sea el momento en que aficionados y recolectores profesionales se echan al monte para disfrutar de las mejores setas comestibles.
Puede decirse que la campaña de otoño ha llegado con retraso. Las altas temperaturas del verano, la sequía y unas lluvias, que no se han hecho presentes hasta noviembre, han retrasado la fructificación de algunos hongos deliciosos como los níscalos, los boletus, las setas de cardo, los rebozuelos o las trompetas de la muerte, que todos los otoños se convierten en las estrellas de la micología palentina.
Desde la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, su director, Juan Andrés Oria de Rueda, asegura que, contra todo lo que se pueda pensar teniendo en cuenta la sequía y las altas temperaturas del verano, este va a ser un año «extraordinario» para recoger setas. De hecho, en algunos pinares de repoblación, pinares jóvenes y bien cuidados, con una densidad de árboles de 800 pinos por hectárea se pueden llegar a recoger hasta 300 kilos de lactarius delicius (níscalos) por hectárea. «Nunca había visto tantos», afirma Oria de Rueda, ya que las producciones medias de níscalos de otros años se han situado en torno a 50 kilos por hectárea. No sucede lo mismo en lugares donde los árboles están «amontonados» y las copas no dejan pasar la luz. «Ahí no te encuentras ni una sola seta», señala el experto.
Lo cierto es que las altas temperaturas y el retraso de lluvias y heladas están marcando una campaña micológica que llega más tarde que otros años pero con unas producciones más altas. Por eso en muchos lugares apenas ha habido setas en octubre pero en noviembre se está produciendo «una verdadera explosión», afirma el director de la Cátedra de Micología. La temperatura ha sido muy alta pero luego ha llovido suficientemente y se puede dar una producción extraordinaria, insiste. En su opinión, la provincia de Palencia puede ver los records de producción que ya registró en 2014, cuando se dieron unas condiciones similares de altas temperaturas y lluvias suficientes que favorezcan «producciones extraordinarias» de boletus, lactarius, cantarelus, setas de cardo y amanitas cesáreas, por ejemplo.
La estrella provincial
Así, en las zonas abiertas, la estrella de la provincia es la seta de cardo, que sale asociada al cardo corredor, que abunda especialmente en los lugares donde hay ganadería extensiva, en cañadas que se extienden de norte a sur de la provincia. En los montes empiezan a asomar los boletus edulis y pinícola, por los que se está pagando hasta 40 euros el kilo, y en la provincia de Palencia se puede presumir de que «tienen un mayor aroma y sabor que los de otras zonas», afirma Oria de Rueda.
«Está siendo una buena temporada de cardo y los boletus se está retrasando porque la climatología, con una excesiva sequía, ha inactivado los micelios y ha retrasado su fructificación», comparte el presidente de la asociación Micológica Palentina, Carlos Lera.
De hecho, como continúa Oria de Rueda, se está activando el micelio de muchos hongos de forma que incluso los lugares que parecían muy malos están siendo muy buenos productores de setas. Y en los pinares jóvenes los níscalos se llevan la palma con producciones de hasta 300 kilos por hectárea.
Los rebozuelos y la trompeta negra, que se encuentra en montes de roble y encina, también compiten estos días por entrar en la cesta de aficionados y recolectores y llegar a la mesa de los restaurantes aunque en algunas zonas se la conozca como «trufa de los pobres».
Tierra de trufas
La otra, la de El Cerrato, donde hay 250 hectáreas truferas, ya ha comenzado a recolectarse. De hecho, con la campaña recién iniciada en noviembre ya hay algún trufero que ha cogido cinco kilos de esta delicia gastronómica que ya está madurando con los ojos puestos en el mercado navideño. «Ya en noviembre se están produciendo unas trufas extraordinarias aunque la de mejor calidad es la que se coge en diciembre, próxima a las fechas navideñas», explica el director de la Cátedra de Micología, que precisa que es en este momento, en la época de Navidad, cuando la demanda sube y el precio de la trufa negra puede alcanzar los 800 o 1000 euros el kilo, o lo que es lo mismo, se puede pagar 30 euros por una trufa de 30 gramos, lo que subraya el interés de un negocio cada vez más rentable. Siempre que el consumidor apueste por un producto local de gran calidad y desconfíe de trufas de dudosa procedencia, que están aromatizadas con productos químicos que imitan el su olor y bien poco se parecen a las palentinas.
En este sentido Oria de Rueda advierte de la falta de control que se sigue observando en muchas zonas y asegura que, aunque la recolección esté regulada sigue habiendo lugares sobreexplotados frente a otros donde no se recogen las setas, y mafias organizadas que «vienen a saquear la provincia y se llevan los boletus que venden fuera con lo que su venta no repercute en absoluto en la provincia».
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