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Desde la iglesia de Santa Eufemia de Autillo de Campos hasta las instalaciones del taller de restauración del Obispado y la Diputación de Palencia ... se trasladó la obra La ascensión de Cristo del siglo XVII de autor desconocido. Tras desmontar el marco de la tela, la restauradora Virginia Chacón ha realizado un tratamiento por la parte delantera para adherir la pintura al lienzo original y lo ha protegido con cola y con papel. Ahora es el momento de tratar la obra por detrás, por la trasera, que también se interviene. Esta tela además tiene que ser suplementada por otra más grande para ajustarla al tamaño del marco, que también va a ser tratado.
Ya después de todos estos pasos, será necesario quitar el papel que cubre la pintura con agua caliente. «Y luego comienzo la limpieza, que es quitarle todo este barniz amarillo. Esto que se ve tan amarillento sería probablemente un blanco, así que tengo que limpiarlo y quitarle el barniz oxidado», explicó este jueves. Y ya, donde queden faltas, «nivelar las lagunas y la reintegración de color para reajustar las partes que faltan con el original». Después, llegará el turno del marco, del que está reproduciendo las pequeñas piezas que faltan de los elementos decorativos, como son las ovas y las puntas de diamante, para devolverle a su aspecto original.
Otra de las piezas que se están restaurando actualmente es el Cristo Crucificado de la capilla del cementerio de Paredes de Nava, una obra de gran tamaño (170x165,5 centímetros) de finales del siglo XV. Con varias grietas en el cuerpo y la cabeza rota, la restauradora Sara Gutiérrez está dando una segunda oportunidad y una nueva vida a la obra de arte de autor desconocido, con la que lleva trabajando desde que comenzó este taller en el mes de febrero. Separada la figura de la cruz, también se está interviniendo la sujeción del Cristo. Con suma paciencia y esmero, cada día da pequeños pasos para lograr el resultado final que, sin lugar a dudas, dista mucho del original, ya que la pieza recupera su color original, mientras se solventan los daños que el paso del tiempo ha hecho sobre este patrimonio.
El antes y el después se veía en una de las obras claramente, en el San Sebastián que estaba interviniendo Ana García Callejo, ya que solo se había restaurado la mitad de la pieza. Procedente de la iglesia del Salvador de Pozancos y del siglo XVI y de autor desconocido, contrastaba la mitad con los colores vivos y sin daños, con la otra parte completamente oscurecida y estropeada, como si de dos obras de arte distintas se tratase.
Y ya completamente intervenida, destacaba una pintura de gran tamaño (165x109 centímetros). Era La Magdalena de la iglesia de San Pelayo de Villamoronta del siglo XVII, que resaltaba por su brillo y la fuerza de los colores, con los que había recuperado toda la belleza que el paso del tiempo le había ido tapando.
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