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El taller de restauración ha intervenido en 470 obras de 168 pueblos en once años
Doce profesionales conforman este programa que recupera piezas de pintura, escultura, orfebrería y textiles
El número total de las obras que se van a recuperar en la undécima edición del Taller de Restauración de Obras de Arte del Obispado ... y la Diputación no es fijo, van de 42 a 45. Todo depende del tiempo que les dé y lo rápido que puedan actuar sobre las dañadas obras hasta el 10 de agosto, fecha en la que concluye esta nueva edición. «Es una previsión inicial de lo que podemos abarcar, con algunas obras se tarda mucho más», afirmó Jaime Tesón, jefe del equipo de restauración, que añadía que la semana que viene saldrán ya de allí dos o tres nuevas piezas tras la intervención.
El Obispado y la Diputación de Palencia colaboran desde hace once años para sacar adelante este estudio, centro de la restauración palentina de arte. «El objetivo de este taller es restaurar el patrimonio desde la propia provincia. Se han restaurado ya 470 obras, eso quiere decir que hay mucho patrimonio en Palencia y que hay también grandes profesionales. Juntos hacemos que este patrimonio esté en mejores condiciones y tenga mejores vidas y hay que destacar esta generación de empleo», señaló, por su parte, la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén.
Un total de 470 obras de la provincia han recibido una nueva vida a través del trabajo de los doce restauradores, de los cuales diez se dedican a las obras de pintura y escultura, uno a las de orfebrería y uno a los textiles. «El patrimonio hay que estar siempre actualizándolo y las piezas vuelven a ser expresivas. Tenemos que considerar el arte religioso como una carta de amor que tenemos que tener la capacidad de abrir el sobre y leer lo que hay en el interior», explicó el obispo de Palencia, Mikel Garciandía. Narró cómo de manera espontánea, cuando recorre la provincia, le llueven las propuestas de futuras obras para ser restauradas, algo que también confirmó Ángeles Armisén y el delegado de patrimonio de la Diócesis de Palencia, José Luis Calvo. «Es un gusto para mí comprobar que es algo asumido y lo tienen como algo suyo. Este taller es modélico para otros territorios», añadió el prelado.
Las 42 obras escogidas para esta nueva edición pertenecen a 39 localidades de la provincia (Astudillo, Autillo de Campos, Baltanás, Barrio de la Puebla, Cardeñosa de Volpejera, Cevico de la Torre, Collazos de Boedo, Frómista, La Puebla de Valdavia, Lantadilla, Manquillos, Mantinos, Mave, Membrillar, Osorno, Otero de Guardo, Palencia, Paredes de Nava, Pedraza de Campos, Pedrosa de la Vega, Piña de Campos, Pozancos, Quintanadiez de la Vega, Quintanilla de Onsoña, Revenga de Campos, Robladillo de Ucieza, Santa Cecilia del Alcor, Santa Cruz del Monte, Santa María de Mave, Tabanera de Cerrato, Tabanera de Valdavia, Valdeolmillos, Vañes, Villalcón, Villamoronta, Villanueva de Arriba, Villanueva del Río, Villarén de Valdivia y Villasarracino). «Las obras de esta edición proceden de todas las comarcas o arciprestados de Palencia. De pueblos grandes y también de pueblos pequeños porque en el taller no solo se atiende a los que tienen mucho patrimonio», resaltó José Luis Calvo. «Todas las localidades de la provincia desean que se restaure su obra, porque para ellos la suya es la mejor y lo viven con ilusión. Además, estas piezas son luego objeto de celebraciones», continuó. Las 470 piezas que han pasado por el taller de restauración a lo largo de todos estos años procedían de 168 pueblos de Palencia. «Estamos abriendo el abanico para que el taller llegue a todos los rincones de la provincia», agregó.
El pistoletazo de salida de esta nueva edición del taller resonó entre las paredes del Seminario Menor en febrero, donde realizan su actividad divididos en cinco salas distintas de la planta baja de las instalaciones. Allí van a continuarán trabajando hasta el 10 de agosto, fecha en la que concluye este undécimo programa. El objetivo no ha variado desde que comenzó, avanzar en la consolidación y tratamiento de obras de arte de la provincia, ya que el patrimonio local es muy amplio.
Recuperar la belleza dañada por los años y por las malas condiciones va más allá de dar una nueva vida al patrimonio local, sino que también se trata de «que se conozca y se difunda. Y que se conserve para las futuras generaciones porque son raíces cercanas nuestras», aseveró José Luis Calvo.
Entre las 21 obras que se han finalizado ya durante estos primeros estos meses figuran 14 esculturas, 5 piezas de orfebrería y 2 pinturas; en este momento se están recuperando otras 15 obras, 11 esculturas, 2 piezas textiles, una pintura y una pieza de orfebrería. Y aún están pendientes de ingreso otras 6 piezas más, 4 de ellas esculturas, una pieza de orfebrería y una pieza textil.
Las obras llegan al taller de restauración para recuperarse del paso del tiempo y una vez que están ya listas no vuelven instantáneamente a sus lugares de origen. Antes hay que examinar su situación, descansar en el depósito del Obispado, ser expuestas en la muestra conjunta de las obras de arte restauradas (se espera que esta exposición se extienda entre agosto y septiembre) y posteriormente volverá cada una a su lugar de procedencia.
Las instalaciones del Seminario Menor contienen grandes tesoros, a los que es necesario un arduo trabajo de profesionales para volver a su forma original, pero que siempre fueron tesoros. José Luis Calvo destacaba este jueves la cruz más antigua de la Diócesis de Palencia, de bronce, de Santa Cruz del Monte y que data del siglo XII, «en verano la llevan a las fiestas para que siga cumpliendo con la finalidad litúrgica y luego se guarda en el Museo Diocesano».
En la misma sala dedicada a la orfebrería, destacaba por encima de todas las obras y todas las cruces una en particular, la de Valdeolmillos, por su tamaño, su diseño y su calado. «Esta pieza está compuesta de más de diez kilos de plata», resume Jaime Tesón. Datada en el primer tercio del siglo XVI destaca por su terciopelo rojo en la base, única de la Diócesis que lo tiene y con un pelícano en la parte de arriba. Se trata de un símbolo de la eucaristía, ya que «alimentaba a sus hijos con su sangre cuando no tenía comida. La parte de abajo está dedicada a la muerte y a resurrección», analizó el delegado de patrimonio, quien también aludió a obras de Manuel Álvarez, discípulo de Alonso Berruguete, y de GregorioFernández, intervenidas en el taller.
El terciopelo antiguo, más rico, de mayor valor y de seda
La capa dalmática que está siendo restaurada por Cristina Monés en el taller de restauración destaca por su intenso color granate. «Se trata de un terciopelo antiguo, que está hecho de seda. Tiene más valor que los actuales, que son de algodón», explica la restauradora ante la opción de intervenir la pieza, que data de mediados del siglo XVI y procede de Revenga de Campos, con otra tela para sustituirla. «Este material es mucho más rico y es herencia histórica, por este motivo no se pone uno nuevo», añadió. Hasta los hilos con los que se iba a restaurar el textil eran teñidos para lograr exactamente el mismo color, ya que con los años había variado.
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