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El Fandi, El Cordobés, el ganadero Guillermo García-Palacios y Abellán salen a hombros.
Campos Góticos recibe su primera lluvia de orejas

Campos Góticos recibe su primera lluvia de orejas

Abellán reivindica un puesto entre las figuras, en una tarde que El Cordobés y El Fandi ofrecieron lo mejor de su toreo

José María Díaz Díaz

Viernes, 29 de agosto 2014, 22:36

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No resulta fácil explicar cómo es posible que en una tarde con tres puertas grandes se termine uno aburriendo en los toros. Más que aburrimiento, quizá sea falta de emoción, de verdadera transmisión, un no sé qué, que ayer verdaderamente se echó en falta en el coso de Campos Góticos.

La verdad es que la corrida no fue para tanta oreja. Siete apéndices llegaron a cortarse, aunque no todas fueron de verdad. Demasiado regalo para la primera de abono. A este paso, para el día 2 no va a quedar ningún perrito piloto en el almacén de la tómbola.

Y aunque la terna al completo logró abrir la Puerta Grande, fue, sin duda, Miguel Abellán quien realmente mereció este premio, con dos notables faenas, especialmente la que ofreció ante el buen segundo de la tarde, con el que pudo desgranar su mejor toreo al natural. Se vio que Abellán venía a Palencia con ganas de agradar. Brindó al público en el primero y a una amiga que ocupaba uno de los palcos para discapacitados en el segundo.

Metió al toro en el capote a base de delantales, para intentar lucirse a la verónica, aunque el toro no se lo permitió. Sí lo hizo con la muleta, que tomó por bajo, para comenzar a ligar los naturales, uno, otro y otro más. Toreó con mucho gusto y temple, sin arriesgarse en el terreno, pero logrando la implicación con el público que poco a poco iba jaleándole. Supo matar y los pañuelos volaron para reclamar las dos orejas, un premio excesivo, pero que le fue concedido.

En la segunda faena, tuvo que esforzarse mucho más porque el toro se venía abajo desde los primeros compases. Si la mano desmayaba un solo milímetro, el de Albarreal rodaba por la arena. Toreando a media altura, y sin lograr la ligazón de la faena anterior, Abellán dejó un pellizco de excelentes naturales, trabajados uno a uno, que le valieron de nuevo el premio de la oreja.

La otra actuación de dos orejas la tuvo El Cordobés, que mantiene año tras años su estrecha relación con el público palentino. No era un toro lo que le tocó en suerte en el cuarto de la tarde. Un caramelo, un regalito del cielo, que pasaba y pasaba y volvía a pasar sin hacerle un amago ni un extraño. Probó hasta su popular salto de la rana y se ganó el delirio del respetable. Una joya por el derecho, al que también intentó por el izquierdo, aunque con mucha menos fortuna. Parecía que no se cansaría de darle pases, por lo que alguno pidió absurdamente el indulto. Mató de forma certera y el público, fiel a su idilio con El Cordobés, insistió hasta que le fue concedida la segunda oreja. El matador correspondió a los palentinos besando la arena de Campos Góticos.

Ante el primero, las cosas fueron bien distintas. La labor quedó silenciada tras un toreo carente de emoción, que intentó encender con algunos efectos tremendistas que finalmente no lograron cuajar. Cierto es que se enfrentó al peor toro.

Por su parte, El Fandi cumplió a rajatabla el guion previsto. Se ganó al público esforzándose con el capote y ofreciendo su espectacular tercio de banderillas, que alcanzó el cénit, en el doble par con el que remató al quinto. El granadino volvió a demostrar que, aunque con un toreo poco reposado y alejado de los cánones más ortodoxos, sabe siempre sacar algo bueno de cualquier toro. Parece que todos le embisten y resulta muy certero a la hora de matar. Ingredientes más que suficientes para siempre cortar alguna oreja, lo que logró ante sus dos enemigos y le permite seguir puntuando para seguir en lo más alto.

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