«Los curas se cargan de trabajo, hay que tener bien amueblada la cabeza»
Estudia en Salamanca, pasa los fines de semana en la Casa Sacerdotal, y su destino pastoral de este año es Carrión de los Condes
PILAR GIMENO
Lunes, 24 de enero 2022, 19:38
Más de un 60% de los sacerdotes en activo de la Diócesis de Palencia supera los 65 años. La falta de vocaciones es una realidad ... que asfixia a la iglesia. Antonio Domínguez Mediavilla (Madrid, 1974) es su único seminarista.
–Generalmente la vocación se entiende como una llamada. En su caso, ¿es fruto de un momento específico o de una reflexión vital?
–La vocación no tiene que ser fruto de una reflexión vital; siempre tiene algo misterioso. No es consecuencia de que si no me he casado, pues me hago cura. Eso no es vocación, tiene que haber algo más allá. La jornada mundial de la juventud de agosto de 2011 fue como un revulsivo. El 19 por la noche empezó la reflexión. Conocí a un amigo cura de Valladolid en la facultad y desde entonces me dirigía y hablábamos. Le dije «yo creo que ya, tengo que dar una respuesta a esto». Después la vida te lleva a eso que tienes que hacer: trabajo, casa, coche, pareja... Yo sentí en la oración de aquella noche que me llamaba. Noté que mi vida iba hacia otro sitio y me lo empecé a plantear, busqué un monasterio para hacer oración, iba al Paular en los días de descanso, pasé un tiempo con hermanos de La Salle. Luego fui a Sevilla a hacer el Postulantado y más tarde a Madrid para hacer el noviciado.
–Antes de optar por la vida sacerdotal. ¿Se consideraba una persona feliz? ¿Le faltaba algo?
–Era feliz. Había estado con una chica cinco años, pero la relación no evolucionó y no salió bien. Yo ya tenía una edad, no sé… El momento que estaba viviendo era muy entrañable, me podía dedicar a los demás no solo en el trabajo.
–¿Cómo se ve a sí mismo cuando se ordene? ¿Algún lugar o tipo de ministerio en donde pueda servir mejor a los palentinos?
–En realidad, donde me pida la Diócesis. Al ser más mayor, soy realista. El primer año, cuando entré en el seminario, decía «quiero ser un cura todoterreno, que sirva para todo». Se irá viendo, el obispo me pedirá. No se puede elegir; es una aventura. Lo bueno de estar en esta Diócesis es que tienes tu gente de toda la vida, tus amigos, también hay que tener raíces. Cuando estuve en Sevilla y en Madrid cambié muchas veces de comunidad, pero estar todo el día cambiando de 'familia' no me gustaba mucho. Aquí en Palencia me encuentro más a gusto, tengo a mi tía cerca, a mis amigos…
«Había estado con una chica, pero no funcionó... En ese momento que estaba viviendo, me podía dedicar a los demás»
–Uno de los grandes problemas del sacerdocio es la inmensidad de trabajo y el poco personal disponible. A usted le tocará vivir esta situación...
–Ahora estudio en Salamanca. Vengo a Palencia los viernes y vivo en la Casa Sacerdotal de la Diócesis. Rezo, como y ceno con ellos, pero mi destino pastoral este año es Carrión de los Condes. Es una unidad pastoral conformada por 27 pueblos. Los domingos voy a tres o cuatro pueblos, celebro la liturgia de la palabra, reparto la comunión y acompaño a la gente. Hay mucho trabajo, sí, y es una realidad muy doliente porque la realidad de los pueblos es agónica. La cantidad de trabajo que presupongo voy a tener asusta. Lo he visto en otro sacerdote que estaba agobiado y que llevaba meses y meses sin tener un día libre. Los curas se cargan y hay que tener muy bien amueblada la cabeza, cuidarse mucho.
–¿Cómo cuida de su salud mental y logra tener espacio y tiempo para usted?
–La vida comunitaria me gusta. Si estás tú solo, no te das ni cuenta de si estás bien o mal. Es muy enriquecedor vivir en comunidad. Que necesitas tu espacio, claro, tienes tu habitación, tu pequeño dominio. Para cuidar la salud mental, aunque pueda parecer un poco tópico, es fundamental rezar. Si no tienes tiempo para rezar, es complicado. En otras congregaciones religiosas la espiritualidad sale de una vida concreta, pero la espiritualidad del sacerdote emana fundamentalmente de la celebración de la eucaristía. No se suelen celebrar más de tres misas consecutivas porque el grado de concentración decrece. A la cuarta misa pones el piloto automático y, al finalizar, te preguntas qué habré dicho.
–¿Le interesa la pastoral juvenil? ¿Qué papel juegan las redes sociales?
–La pastoral juvenil me gusta. El primer año estuve en la parroquia de San Antonio –una de las más potentes de Palencia en participación joven–, en Acción Católica y en Grijota, pero ahora me dedico a la gente mayor de los pueblos. Las redes sociales son importantes. El Papa lo ha dicho. La gente joven está en redes sociales y lo que no está en redes no existe. Es importante estar, pero tampoco en plan «Eh, Dios te ama». Simplemente es estar, evangelizar en redes sociales no es tanto mandar mensajes, sino tener presencia.
–Es el único seminarista de la Diócesis, ¿por qué cree que faltan vocaciones?
–Si supiese por qué, tendría la solución. Es complicado. Yo no soy el mejor ejemplo porque mi historia es un poco distinta. Gente joven sí que hay, pero dar el paso… No sé qué tipo de imagen se ha dado del cura. Hay una subcultura de ideas predeterminadas. ¿Qué es un cura? Si piensas que algo malo, entonces cómo vas a querer ser cura. En el subconsciente cultural, a la Iglesia se la tiene mal vista, no digo que tengan o no tengan razón.
–¿Y cómo se puede cambiar esta tendencia?
–Habrá que pasar por una purificación. Ahora estamos en la Iglesia sinodal. La Iglesia no solo son los curas y la jerarquía. Hay mucha gente aportando desde sus vidas y eso puede dar sus frutos. Los laicos también tienen una responsabilidad. Quizás porque se les ha enseñado así o es la tradición, pero ahora es el momento de decir «tú también eres iglesia».
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