Las clínicas veterinarias, con más trabajo, más conciencia y las mismas barreras
Los profesionales aseguran que afrontan un aumento constante de trabajo, un mayor nivel de exigencia y la petición de una reducción del IVA para garantizar una atención asequible
En las clínicas veterinarias palentinas, el día a día refleja tanto la evolución social hacia un mayor cuidado de los animales como las dificultades estructurales ... que arrastra la profesión. Carmen Tanarro de Prado, responsable de la Clínica Veterinaria Bigotes, asegura que «en líneas generales los animales de compañía están bien atendidos y cuidados». «Cada vez hay una concienciación mayor sobre el cuidado de los animales. La gente ahora entiende mucho de prevención y acude a la clínica para evitar enfermedades», explica. «Cuando sucede cualquier cosa, acuden rápidamente al veterinario para tratar cualquier patología».
Esa mayor conciencia ha venido acompañada de una carga burocrática creciente, especialmente tras la entrada en vigor de la nueva Ley de Bienestar Animal. «De momento no hay muchos avances y la cosa está en tierra de nadie», apunta Tanarro. «Estamos pudiendo trabajar, pero con más carga de trabajo al tener que hacer una serie de cosas burocráticas a mayores».
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La veterinaria palentina incide en una reivindicación compartida por todo el sector: «Lo primero que nos faltaría es una reducción del IVA veterinario. Somos una profesión sanitaria que tiene un IVA de lujo del 21%, lo que encarece mucho el coste a los propietarios y no es un coste que se vea repercutido al veterinario. Otras profesiones sanitarias tienen un IVA reducido o directamente no tienen, entonces a día de hoy tener una mascota está considerado un artículo de lujo».
El aumento del número de animales de compañía también ha modificado el panorama del sector. «Por diferentes motivos la gente tiene cada vez más mascotas. A raíz de la pandemia, sobre todo, hubo un crecimiento muy exponencial. La gente se sintió muy sola y mucha gente comenzó a tener mascotas a partir de entonces», añade Tanarro.
Santiago Fernández, responsable del Centro Veterinario que lleva su nombre, coincide: «Por supuesto que se ha notado un incremento importante en el número de mascotas. Cada vez tenemos más volumen de trabajo y los clientes son cada vez más exigentes». La respuesta, añade, «ha sido buena en cuanto a la vacunación contra la rabia», una práctica «obligatoria y con sanciones graves». «La enfermedad es grave y mortal, sin tratamiento para los animales. Incluso para las personas es muy peligrosa», recuerda.
Fernández reconoce que la profesión ha cambiado «de forma radical». «Prácticamente ahora el nivel de la veterinaria ha cambiado con el tiempo. Es muy alto y muy exigente. Ya no es como cuando empezamos: ahora tenemos prácticamente todos los medios», asegura. También valora la existencia de hospitales veterinarios de referencia. «Se han creado apoyos muy importantes, con uno en León y otro en Valladolid, que sirven de apoyo para casos más complicados. Poder remitir a nuestros pacientes a estos centros es fundamental», señala.
El aumento de trabajo y de exigencia técnica es una realidad común. «El trabajo ha aumentado muchísimo durante los últimos años. Los costes también son muy altos», concluye. Un reflejo de una profesión que, entre el quirófano y el campo, entre la clínica y la inspección, sigue cumpliendo una función silenciosa y vital: proteger la salud de los animales, y con ello, la de toda la sociedad.
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