Los centros municipales de mayores de Palencia tienen lista de espera para sus cursos
La Puebla y San Juanillo alcanzan en total 1.476 matrículas, con algunos alumnos en varias disciplinas
ALMUDENA ÁLVAREZ
Palencia
Martes, 23 de noviembre 2021, 07:05
Lejos ha quedado en el tiempo aquel silencio que enmudeció los centros de mayores durante 15 meses. El olor a café se mezcla ahora con ... sonidos que se habían quedado mudos. «Buenos días, Florencio», saluda el conserje. ¿Cómo estás Pilar? ¿Necesitas ayuda?, se ofrece mientras llama al ascensor, que vuelve a estar ocupado. «Había muchas ganas de volver», asegura Milagros Santos, la encargada del centro de día de La Puebla, que no puede ocultar la emoción por volver a escuchar la cháchara en la cafetería, las voces de los profesores, los bailes de salón, el coro y las jotas y hasta los golpes del martillo en el taller de bricolaje.
Son los sonidos de la vida en los centros de mayores de La Puebla y San Juanillo, que volvieron a abrir sus puertas el 14 de junio, tras un letargo largo y obligado. Desde entonces, han ido recuperando la vida en sus salas y pasillos. Más despacio durante el verano, y a pleno rendimiento a partir del 13 de octubre, con el comienzo de los cursos organizados por el Ayuntamiento e impartidos por la Universidad Popular de Palencia, que por fin pudieron retomar su carácter presencial.
«Estamos más que satisfechos de la acogida que hemos tenido, porque la gente estaba deseosa de volver a la actividad y los centros están recuperando las cifras que teníamos en 2018», explica Raquel Martín, concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Palencia. Cuenta que, en total, se han programado 42 actividades en La Puebla y 36 en San Juanillo de mantenimiento físico, conocimiento, arte y creatividad, y que las plazas previstas se han quedado cortas, porque «aun pensando que habíamos sido ambiciosos, ha habido gente que se ha quedado fuera porque no han sido suficientes».
De hecho, este año se han alcanzado las 893 matrículas en el Centro de La Puebla y 538 en San Juanillo. En total, 1.476 matrículas –que no alumnos, porque algunos se matriculan en varias actividades– entre los dos centros municipales de mayores, una cifra que casi roza las 1.691 que había antes de la pandemia, según explica la concejala, que insiste en que se «ha recuperado el nivel de usuarios de 2018». También es verdad que los centros municipales de mayores respiran «una normalidad relativa» porque alguna actividad sigue siendo semipresencial y se mantienen distancias de seguridad (metro y medio entre personas) que han obligado a reducir los aforos, mascarillas y geles hidroalcohólicos «porque la pandemia nos ha enseñado a estar preparados para cualquier adversidad». Eso ha obligado a desdoblar algunas clases y a hacer más turnos de comida en la cafetería, porque «lo importante es proteger a los mayores y minimizar los riesgos», agrega la concejala de Servicios Sociales.
En cualquier caso, la respuesta de los usuarios ha desbordado las previsiones y ha dejado a 41 personas en la lista de espera en La Puebla y a otras 27, en San Juanillo. «La verdad es que la respuesta de nuestros mayores nos ha sorprendido gratamente porque teníamos dudas, no sabíamos qué nos íbamos a encontrar, si la gente iba a retomar sus actividades con normalidad. Pero la verdad es que estamos muy contentos», agrega la coordinadora de centros de mayores del Ayuntamiento de Palencia, Cristina Alves. Y es que, además de faltar plazas para todos los que lo han solicitado, este curso han sumado 150 nuevos socios en La Puebla y 108 en San Juanillo, lo que demuestra que las ganas de volver han sido más grandes que el miedo al coronavirus.
Los talleres de memoria son la actividad más demandada, sobre todo por mujeres
Marisol Ibáñez es una de las profesoras que imparte el taller de Memoria en La Puebla. Con actividades sencillas obliga a sus alumnas, la mayoría mujeres, a entrenar la memoria, el cálculo, la atención, la agilidad mental y verbal. «No se trata de aprender algo de memoria y reproducirlo, se trata de mantener en forma todas las capacidades mentales que van asociadas a la buena o mala memoria», explica Ibáñez.
Cada día propone a ejercicios sencillos para ejercitar la memoria y ayudar a la gente mayor a mantener todas las capacidades cognitivas básicas. «Muchas veces es solo falta de atención y concentración», recalca. El taller esta al cien por cien de su capacidad y la mayoría son mujeres que responden muy bien a este tipo de actividades de tipo intelectual, que tienen pérdidas de memoria asociadas a la edad y que lo que quieren es seguir activas y mantener capacidades matemáticas que se han perdido en la vida cotidiana. Entre ellas, Milagros Sánchez, que a sus 98 años no se pierde una clase. «Es una alumna aventajada, tiene una capacidad intelectual envidiable a sus 98 años», asegura la profesora.
Junto a ella, hay otras veinte alumnas en el grupo, este año menos numeroso por la covid, y hay otros tres grupos. «Vienen todos los días como clavos, no falta ni a una clase», asegura la profesora, que recalca que este es uno de los talleres que más se demanda porque, además de entrenar la memoria, les sirve para desenvolverse en la vida diaria y para socializar. Incluso ha notado que alguna alumna había perdido capacidades a raíz del confinamiento y rápidamente se ha puesto al día, porque «lo que necesitaba era socializar y tener una vida normalizada».
Además, el Ayuntamiento de Palencia ha vuelto a poner en marcha su programa de convivencia de alumnos universitarios con personas mayores, que acogen a estudiantes en sus casas, y el Programa de Acercamiento Intergeneracional para que jóvenes estudiantes compartan conocimientos y experiencias con las personas mayores.
«Había muchas ganas, nos llamaban para preguntar cuando abríamos los centros», señala Raquel Martín. Y lo corrobora Cristina Alves, que asegura que las personas mayores «han sufrido mucho» durante la pandemia, sobre todo las que viven solas, que no son pocas. «Para ellos, venir a un centro de este tipo lo es todo», afirma. «Este es su punto de encuentro», agrega. Porque en estos centros encuentran actividades de todo tipo y para todos los gustos, además de servicios como la cafetería, la peluquería o el podólogo. «Es un punto de socialización muy importante, hay personas que vienen a talleres, a jugar la partida, a comer, a la peluquería, pero para todos es un lugar donde se encuentran con amigos y no están solos», insiste Alves.
Es cierto que este 2021 faltan usuarios: algunos porque han fallecido; otros porque su situación ha empeorado en este tiempo y ahora son más dependientes, y los menos porque se siguen resistiendo a salir por miedo a la covid. Pero lo cierto es que, poco a poco, se va recuperado la normalidad y en el Ayuntamiento de Palencia están «encantados de poder ofrecer un recurso tan importante y necesario para las personas mayores», señala Cristina Alves.
También la encargada del centro, Milagros Santos, subraya las ganas que tenían todos de volver a verse las caras, porque en La Puebla ya son todos viejos conocidos. Tanto, que algunos llevan asistiendo a las actividades desde que se abrió el centro en 2005. Como su tocaya Milagros Sánchez, que acaba de cumplir 98 años y es una de las más veteranas. «Soy feliz, me encanta venir y hablar con la gente», asegura. Por eso no se pierde ni una sola clase del taller de Memoria, que le viene muy bien «para no perderla» pero, sobre todo, porque en las clases donde la ejercita encuentra compañía, conversación y recomendaciones para sus próximas lecturas.
«Ahora estoy leyendo 'Los vencejos'. Me lo recomendó Milagros, la encargada», explica. También se ha apuntado a Gramática y no se mete en gimnasia porque dice que «ya no se tiene en pie», pero lo suyo es estar con la gente y mantenerse activa y ocupada.
Tampoco Pilar Celada aguanta mucho rato de pie, pero eso no le impide asistir a las clases de taichí. «Me gusta mucho venir y si no aguanto, me siento (lleva una silla de ruedas) y hago los ejercicios solo con las manos», explica. Ella lleva quince años acudiendo al centro de mayores de La Puebla y reconoce que el tiempo que tuvo que estar «encerrada en casa» mermó sus capacidades físicas, pero no las ganas de salir y de estar con la gente. Hasta madruga para que le dé tiempo a toda la actividad que tiene programada en el día a día, atender a su marido que está enfermo y hacer los deberes para las clases de Historia de Palencia y el taller de Prensa y Actualidad.
María Jesús Balbás también sigue las indicaciones de la profesora de taichí: «Tomo aire, palmas hacia arriba, expulso, subo las manos hasta la cabeza…». En el gimnasio son veinte mujeres y un par de hombres, por eso de que parece que el acondicionamiento físico va más con ellas que con ellos. «Me encanta hacer ejercicio. Antes hacía yoga, pero ya no puedo y ahora hago taichí», explica. Aunque, a renglón seguido, reconoce que a ella lo que le gusta realmente es «estar acompañada, charlar con las amigas y tomar algún café para matar la mañana». «Intentamos estar ocupadas, porque si te quedas en casa, acabas perdiendo la memoria, la forma física y las ganas de todo», resumen las tres.
Porque ellas, como todas las personas que encuentran en el centro de mayores su pequeño lugar en el mundo, «son personas muy activas y necesitan hacer cosas y socializar, porque si se paran, malo», remata Milagros Martín, que no deja de valorar todo lo positivo que tienen las actividades que se ofertan en el centro. Las señala con el dedo en el folleto que reparte por todas partes. Las más demandadas son las de mantenimiento físico y los cursos de Memoria y de Historia de Palencia, y también tienen mucho tirón las jotas y el coro, asegura. Y las clases de dibujo y pintura, añade, porque hay para todos los gustos. Los hombres se inclinan más por el taller de bricolaje y marquetería. Ricardo Martín está haciendo un macetero y reconoce que estaba deseando volver, porque «echaba de menos las bromas de los compañeros». Leo Castro es el más veterano, lleva seis años haciendo bricolaje porque le gusta y así pasa la mañana. Dice Milagros que es muy manitas. Y Guillermo González, que es el más novato porque solo lleva un mes, explica que ha empezado a asistir a marquetería porque se ha quedado solo.
Y así, uno tras otro, se van presentando los usuarios de La Puebla. ¿El número exacto? Es difícil saberlo, en total hay 7.680 socios desde 2005, aunque la cifra no es real porque algunos ya no están. El único dato real es que este curso hay 893 matrículas en La Puebla, y luego están los socios que no se apuntan a las actividades pero hacen uso de la cafetería, el comedor, el podólogo, la peluquería o biblioteca. Esta última es el punto de encuentro de Florencio, Carlos y José María, que se alternan leyendo el periódico, porque solo reciben la prensa local y no siempre hay para todos y después dan un paseo o van a tomar un café para charlar.
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