Así vivimos
En unos días asumiré un cargo al que voy por sentido de la responsabilidad, agradecido a Vox, comprometido con su programa de gobierno y con ideas
Así vivimos, despidiéndonos constantemente», cantó Rilke en 'Elegías del Duino'. Y así las cosas, así la vida, me ha llegado la hora despedirme, queridos lectores, ... de estas páginas nobles, las muy delibeanas de El Norte de Castilla, casa a la que me incorporé de la mano de uno de los cuatro migueles inmortales de la literatura española y bajo la dirección de José Jiménez Lozano, cuando la añorada Biblioteca de El Norte acogió 'Lo que se llevaron de esta tierra', crónica de denuncia del saqueo de nuestro patrimonio histórico-artístico y bibliográfico que salió en El Norte y en los diarios de Promecal con ese título por aquello de la comunicación en corto y por derecho del periodismo y que luego recuperaría el original de 'Museo de niebla', obra deudora del gran Juan Antonio Gaya Nuño, humanista en el sentido más hondo de la palabra.
En unos días asumiré un cargo al que voy por sentido de la responsabilidad, agradecido a Vox, comprometido con su programa de gobierno y con ideas (la ilusión va de suyo). Lo hago desde la convicción, sin necesitarlo, porque yo tengo la vida hecha, y renunciando a no pocas cosas para mí importantes: ya a la Universidad Complutense de Madrid, donde tan a gusto estoy, ya a dos cursos anuales en sendas universidades hispanoamericanas, dimensión ésta (la de español hispanoamericanista, no latinoamericanista) para mí esencial, y etcétera, etcétera. Me mueve a ello lo mismo que en su momento me llevó a dar la cara por los papeles de Salamanca, compromiso que distó mucho de salirme gratis.
Muerto Franco se acabó mi militancia partidista. Entonces abrí el puño y, como Alberti, extendí la mano. Por eso tengo fotos con unos y otros, hasta el punto de que alguno de mis mejores amigos, como mi inolvidable Juan Carlos Martín Aparicio, criador de reses bravas, fue asiduo a las cacerías de Franco. Españoles orgullosos de serlo, nos compenetramos a fondo al tiempo que me separaba de quienes parecían avergonzados de nuestras historia y nuestras tradiciones.
Y no hay más. Los que viven de la crispación sectaria, que sigan a lo suyo. Yo a lo mío, deseándoles lo mejor a ustedes, queridos lectores, categoría y militancia, por cierto, en la que me reconozco: la de lector.
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