Valpuesta, el tiempo apremia
De modo que, aplicando aquel decir cervantino de la dedicatoria de 'Persiles y Sigismunda', ante ciertas situaciones de deterioro cabe repetir que «el tiempo es breve, las ansías crecen [y] las esperanzas menguan»
Las cosas como son», suele decirse. A lo que Bergamín respondía, dando la vuelta a las certezas supuestas, «¿y cómo son las cosas?». ... Pues en Castilla y León, tratándose del patrimonio histórico artístico, desde luego que muy complicadas, porque siendo este inmenso, los recursos económicos son limitados. De modo que, aplicando aquel decir cervantino de la dedicatoria de 'Persiles y Sigismunda', ante ciertas situaciones de deterioro cabe repetir que «el tiempo es breve, las ansías crecen [y] las esperanzas menguan».
Es lo que sucede con la Colegiata de Santa María de Valpuesta, un pequeño lugar en el valle burgalés de Valdegovia tan pródigo en maravillas como alcanzado de población. Segundo obispado del reino de Asturias y el primero de Castella Vetula, sus Cartularios presentan las primeras muestras claras y abundantes del castellano escrito, coedición de la Real Academia Española y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en la que tres paleógrafos de la Universidad de Valladolid aclararon definitivamente su galimatías de letras endemoniadas: José Manuel Ruiz Asencio, Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez.
Pues bien, es decir, pues mal: la Colegiata de Santa María se cae. Lo repito: «el tiempo es breve, las ansías crecen [y] las esperanzas menguan». Porque se cae de verdad. Basta con llegarse hasta el pórtico, y claro está, con no cerrar los ojos a las evidencias: muros con grietas abracadabrantes, la humedad quebrantando lo que fue sólido, montones de piedras, acumulación de cascotes ... Todavía, gracias a Dios, esos proyectiles no han abierto la cabeza a nadie, pero eso solo responde a la casualidad, a esa suerte que no conviene tentar día tras día, a las advertencias de los vecinos que 'gratis et amore' enseñan el templo y a la prudencia de unos visitantes que cuando llueve se mueven con paraguas y al atardecer en penumbra, porque ni siquiera hay luz.
«Agua va», avisaban en siglos pretéritos quienes se disponían a arrojar por balcones o ventanas las aguas sucias, mayores y menores, de los orinales. «Piedra va», está a punto de escucharse por Valpuesta. La Junta de Castilla y León ha reparado el tejado, la cúpula y el claustro, es de justicia reconocerlo, pero ahora se trata de afrontar una restauración integral y prioritaria, empresa salvadora de carácter urgente. Porque, recuérdese, «el tiempo es breve».
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