Valladolid, entre dos siglos
La ciudad se prepara para acometer importantes proyectos de infraestructuras culturales que plasmen el reconocimiento de ciudad creativa
ANA REDONDO
Martes, 3 de marzo 2020, 07:26
Cada dos siglos, aproximadamente, nuestra ciudad experimenta una transformación importante. Dos cientos años es tiempo suficiente para que una sociedad tome impulso desde sus fortalezas ... y se proyecte hacia un futuro más próspero. En el siglo XV, Valladolid generó las condiciones para la consolidación del Estado moderno y vigorizó instituciones como la Corona, las Cortes, la Administración o la Chancillería, que servirían para articular una organización social evolucionada y superadora del medievo. Aquel avance político, económico y social culminaría en el siglo XVII con el reconocimiento de Valladolid como capital del imperio, lo que propició la incorporación del talento literario, escultórico, arquitectónico y humanístico a las calles y a la historia de la villa.
La ciudad en poco tiempo se transformó en una corte de los ingenios, duplicando su población y convirtiéndose en referente de organización urbanística. El traslado de la Corte a Madrid en 1606 sumió a la urbe paulatinamente en la apatía y en un empobrecimiento colectivo del que no se recuperaría hasta el siglo XIX, en el que los sueños de modernidad cimentados en la burguesía harinera propiciaron otra gran transformación de la mano, en esta ocasión, de las infraestructuras y el transporte.
El Canal de Castilla supuso un reto tecnológico de enormes dimensiones que no llegó a rentabilizarse debido a la llegada del ferrocarril al hoy corazón mismo de la ciudad. Aquel avance supuso una revolución industrial y económica de gran magnitud, que culminó con el asentamiento de Fasa-Renault y de un conjunto de empresas asociadas que vivificaron el tejido económico y el crecimiento demográfico, transformando Valladolid en nudo logístico del centro-norte de España y ciudad de acogida de miles de familias provenientes en su mayoría del campo.
Pues bien, entrados plenamente en el siglo XXI, volvemos a encontrarnos en la encrucijada. En esta ocasión el cambio de paradigma viene propiciado fundamentalmente por la revolución tecnológica, la crisis climática y el desequilibrio demográfico. La metamorfosis está en ciernes y es nuestra obligación anticiparnos, adelantarnos a los acontecimientos para acometer los cambios necesarios que permitan a la ciudad proyectarse hacia la prosperidad equitativa, la única prosperidad real. Con la mirada puesta en lo que está por venir, hace tres años iniciamos el camino para que se reconociera la creatividad como seña de identidad y motor de transformación social de la ciudad.
El 30 de octubre del pasado año, la UNESCO reconoció a Valladolid como ciudad creativa, un reconocimiento-palanca que debe impulsarnos a transitar desde una economía de consumo hacia una economía de la creación; desde un crecimiento depredador a un crecimiento sostenible; desde una sociedad estresada a una sociedad del ocio. Ocio creativo y sostenible que genera bienestar compartido. En esta transformación social y económica, la apuesta del Ayuntamiento por recuperar espacios neurálgicos de la ciudad para la creación artística y cultural cobra todo el sentido.
Sin duda, se trata de una inversión a medio y largo plazo donde a la recuperación de edificios como el Teatro Lope de Vega, Villa Julia o las Galerías López Gómez, se suman proyectos creativos y culturales complejos. No se trata únicamente de dotar teatros o salas para la exhibición de espectáculos, se trata más bien de tejer una red de industrias culturales imbricadas en la ciudad, pero con proyección internacional, que en manos de compañías, artistas, músicos, productores... generen otra riqueza, otro modelo de ciudad, otra calidad de vida en común.
Y si alguna ciudad puede afrontar este reto con solvencia esa es Pucela, donde el talento es reticular y se extiende desde las Delicias de los Celtas a la Rubia del LAVA, desde el Calderón de Concha Velasco y Lola Herrera al Andén 47, desde el MUVa a Serendipia pasando por 11 Filas. Desde el Patio Herreriano al Prado de la escultura pasando por cada calle y cada plaza de la ciudad que se transforma en escenario con la llegada del TAC
Este es ya el Valladolid del presente, el Valladolid creativo del siglo XXI.
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