… Y Teruel Existe lo logró

La semana pasada, en este mismo espacio, este servidor de ustedes trató sobre la certidumbre de que los turolenses lograsen aposentarse en las instituciones de Madrid. El boca-oreja o el proselitismo sin complejos estaban abonando el terreno para que Teruel Existe (nacida inicialmente como movimiento ciudadano en 1999 y transformada recientemente como agrupación de electores) hiciese oír su voz tras décadas de abandono de los dos grandes partidos hegemónicos. Promesas incumplidas, infraestructuras que no llegaban a sustanciarse, la mitad de la población sin acceso a una Internet de calidad y un sinfín de ninguneos provocaron que estos compatriotas nuestros dijesen «hasta aquí hemos llegado».

La cabeza visible, quien va a sentarse en su escaño en la Carrera de San Jerónimo, es Tomás Guitarte, un arquitecto hijo de una familia de emigrados a Valencia, donde realizó sus estudios y creó su empresa. Los ciudadanos de Teruel se muestran orgullosos de lo que han conseguido y confían en que las decisiones del incierto gobierno que pueda conformarse tengan en cuenta a esa provincia aragonesa y, por qué no, al resto de la España vaciada.

Teruel Existe se convertirá en un referente para otras provincias del país que se encuentran en similares circunstancias, y en Castilla y León conocemos unas cuantas.

En principio, TE no defiende una ideología al uso, aunque es muy probable que dependiendo de a quién brinde sus apoyos en la investidura la adscriban a un determinado color político. No es una fuerza decisiva para desequilibrar los grandes pactos que están por venir, pero es incontestable el aldabonazo que ha supuesto su irrupción en la vida pública. Sin cunde el ejemplo, aflorarán otras agrupaciones en esa España despoblada y abandonada. Juntas, todas ellas podrían en el futuro dejar de ser una anécdota y ocupar algo más que un breve en los diarios. Solo hay que esperar al efecto contagio. Veremos.