Me voy con la abuela

Una y otra vez los distintos gobiernos de España se han comportado como si, por un lado, los separatistas representasen a la mayoría de su comunidad autónoma, y, por otro, como si de verdad quisiesen irse. ¿Dónde va a ir un político nacionalista que consiga más haciendo menos que en este país nuestro? No, ellos no quieren irse a vivir con la abuela, sólo imponer su criterio, incluso con carácter retroactivo, con la amenaza como herramienta. Es el juego macabro del chantaje que ahora habla de política cuando en realidad lo que busca es hacer tabla rasa a los graves delitos cometidos.

Las bravatas pierden fuerza cuando chocan con firmeza. También cuando ambas partes son conscientes de quién tiene más que perder con la ruptura. Al final se trata de eso, ¿no? De ganar y de perder. Y el separatismo sólo vence amenazando. Es su mejor baza para conseguirlo todo.

En mi caso, la pataleta infantil acababa cuando me decían que me preparase yo la maleta. Ahí se acababa el sueño de independencia y libertad. Menos mal. A la larga, flaco favor me habrían hecho dejándome hacer lo que quisiera, aunque sólo fuera por no beneficiarme perjudicando a mis hermanos. También es verdad que, consintiéndomelo todo, mis padres realmente tampoco ganaban nada… Quizás ahí está la clave de todo lo que nos pasa.