Sánchez en Yanquilandia
España es caldo de cultivo para el chascarrillo y un país de artistas burlones. ¿Por qué no una ópera, aunque bufa, sobre la gira del otro Pedro?
Si no viviese abstraído en su olimpo, Pedro Sánchez se habría replanteado el formato de su periplo americano. Bastaba con haberlo revestido como una visita ... privada con incursiones que satisficiesen su curiosidad por la NASA o Hollywood. Pero no arrastrar la reputación de la cuarta economía de la UE, la número catorce del mundo y una nación con un peso histórico tremendo. Es el formato, amigo, el que ha resultado chirriante; no el viaje. Presentarse ante potenciales inversores con una actitud mendicante provoca el efecto contrario al que se pretende. Si no te respetas, cómo vas a esperar que te pongan la alfombra. Es de una ingenuidad insólita pensar que puedes seducir a nadie para que inviertan en tu país, en un mundo abierto como el actual. O pedir a las empresas que contribuyan a 'modernizar' esta vieja nación, como si no pudiera hacerlo con sus propios recursos. Un desastre y sin glamur. Merkel viajó con otro aire; Macron, aún no, pero no enfangaría a Francia.
Otro lodazal en el que incursionó Sánchez fue criticar a la administración Trump. La Presidencia en EE UU es allí un símbolo, al margen de quien la ocupe; por eso no se puede ir «a cagar a casa de otros», como canta Serrat. Y no se descarta que el magnate pueda volver a la Casa Blanca y reeditar los aranceles a nuestros productos. Tras su rondo televisivo, las redes sociales yanquis viralizaron el «He is hot» (Está bueno), con el que los más entusiastas calificaban a nuestro hombre, para solaz de su esposa.
España es caldo de cultivo para el chascarrillo y un país de artistas burlones. ¿Por qué no una ópera, aunque bufa, sobre la gira del otro Pedro? John Adams compuso 'Nixon en China', ambientada en el viaje del inefable dirigente al país de Mao. Piano piano, cosechó muchos éxitos.
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